10/10/16

Crónica del 49º Festival de Sitges (Jornada III)

Por Carlos Rodríguez.

Desconozco si este año ha ocurrido algo especialmente relevante en las relaciones sociopolíticas entre Corea y Japón, más allá de la tirria habitual de los vecinos hacia los nipones, que ya se da por sentada. El caso es que todas las películas coreanas que me voy encontrando este año en Sitges tienen un factor común: Japón como enemigo. Vuelve a ser el caso de El extraño, el nuevo thriller, con elementos sobrenaturales, de un Na Hong-Jin que ya deslumbró a este Festival con sus dos anteriores películas, la última de las cuales le valió el Premio al Mejor Director. Se trata de una película policíaca en que una serie de asesinatos revuelve la vida de un tranquilo pueblo coreano. Todas las sospechas recaen en un extraño japonés que vive aislado en una cabaña en el bosque.

Goksung

Es densa, logra una atmósfera muy cuidada, valiéndose de la climatología como elemento subyugante, posee un humor negro muy característico que ayuda a aligerar el conjunto, a restarle solemnidad, y lo hace más llevadero. Hong-Jin juega con los tonos, introduciendo elementos terroríficos intermitentemente, con derivaciones al cine de posesiones. Todo ello se articula alrededor de una trama pelín absurda, pero que consigue hacerte entrar en su juego manejando la tensión con pulso firme, creando imágenes perturbadoras. El resultado es un conjunto enfermizo, con garra, que no decae a pesar de su duración y con los suficientes elementos originales como para resultar memorable. Muy destacable.

The Transfiguration

No así The Transfiguration, una cinta de terror independiente que nos narra la historia de un chico de 14 años obsesionado con el mundo de los vampiros. Prestando especial atención al desarrollo psicológico de su protagonista, con un ritmo tranquilo y sin apenas sobresaltos, casi como un drama al uso, la película avanza sin conseguir crear suficientes elementos destacables o mínimamente atractivos. Perdida así toda atención, los personajes, no muy bien perfilados, dejan de importarme. Solo me queda entrar en alguna que otra broma esporádica (que, lo reconozco, funcionan) y en un final que al menos tiene claro lo que quiere contar, aunque no me interese. Eso sí, no se le puede negar que la película evita lugares comunes, con potencial para convencer a un público determinado.

Poster De PalmaDe Palma es un documental realizado por Noah Baumbach (uno de los nombres de moda en el panorama indie actual) y Jake Paltrow para la HBO. Básicamente, consiste en filmar a Brian De Palma durante dos horas hablando de su filmografía. Es de sobra conocida la lucidez de De Palma cuando se trata de disertar sobre cine. El material se aprovecha de ello en exclusividad, porque es completamente plano a nivel artístico y formal. Por suerte, entretiene lo justo y suficiente como para querer seguir escuchándole hablar. Las imágenes ilustran sus explicaciones, ordenadas cronológicamente. No hay apenas profundidad en sus reflexiones, mas se agradecen las pocas anécdotas divertidas que salpican la entrevista. Sí consigue recuperar el gusanillo por su cine, pero es perfectamente olvidable.

Poster Train to BusanDados los antecedentes, casi iba al cine con la idea preconcebida de que los zombis de Train to Busan serían todos turistas japoneses, pero qué va. Bromas aparte, este adrenalínico thriller de acción y terror realizado por Yeon Sang-ho (en lo que supone su primera incursión en el cine de imagen real, y segunda del año con esta temática), éxito rotundo en las taquillas coreanas, es una divertidísima cinta de zombis con una capacidad inventiva arrolladora, una puesta en escena muy precisa y un ritmo perfectamente medido que hará las delicias de cualquier aficionado a este tipo de cine. No tiene apenas trama (un grupo de viajeros de tren se ve envuelto en un apocalipsis zombi en pleno viaje), pero está escrita de manera inteligente, con un grupo humano más que decentemente descrito, empleando demasiados clichés, eso sí. La película nos habla del altruismo, acaso como elemento inherente al ser humano (o al menos a aquel que se precie de serlo), pero tampoco se excede en la profundidad de los subtextos. Aquí lo importante es la acción. Y qué facilidad para manejar la tensión de las escenas, con esa horda de zombis que deben de ser los más rápidos que he visto nunca en el cine.

Train to Busan

Algún patinazo casi inexplicable allá por el final no supone apenas mácula para una película que es capaz de pegarte a la butaca durante dos horas de la manera en que lo consigue Train to Busan, que concluye elegantemente, aludiendo a la reina del cine de zombis: La noche de los muertos vivientes.

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