8/2/20

Un momento en el tiempo (Waves) – Marejada emocional



Dir.: Trey Edward Shults
Int.: Kelvin Harrison Jr., Taylor Russell, Alexa Demie, Lucas Hedges, Sterling K. Brown, Renée Elise Goldsberry, Clifton Collins Jr.
¿De qué va?: Una familia afroamericana, residente en el sur de Florida, sobrevive tratando de superar una tragedia inimaginable. Tyler y su hermana Emily viven un momento crucial. Él vive en una tensión constante en casa porque su padre le exige demasiado, en los estudios y en el deporte. Emily por su parte está viviendo su primer gran amor. Aunque esta familia parece abocada a la destrucción, tratarán de encontrar el camino que les llevará a renacer a través del cariño, la comunicación, la unión y la redención.

Reseña: Tyler (Kelvin Harrison Jr.) es un adolescente afroamericano que lo tiene todo: popularidad, éxito como deportista, una novia guapísima y una familia que le apoya. Pero tras un descubrimiento que pone en peligro su prometedor futuro, su vida comienza a desmoronarse. Tras Krisha (2015) y Llega de noche (2017), Trey Edward Shultz sigue labrando su carrera dinamitando los núcleos familiares con Un momento en el tiempo (Waves), adentrándose esta vez en el territorio del melodrama y desde una perspectiva juvenil emparentada con Euphoria, la brillante serie de HBO cuya primera temporada se emitió meses antes de la presentación del largometraje en el Festival de Toronto. Tanto la película de Shultz como la serie creada por Sam Levinson abordan el desencanto de la adolescencia con colores saturados, una playlist perfecta para cada situación y con tiros de cámara que dan vueltas en torno a unos personajes al borde del abismo.


Que nadie se lleve a engaño por haber definido Waves como un melodrama: los conflictos que aborda el film son tremendos, pero las salidas de tono están muy medidas. Shultz va dando forma a la tragedia que se avecina con una tensión y una incomodidad crecientes que, pese a alcanzar su clímax hacia la mitad del metraje, no terminará de abandonarnos hasta el final de la historia, valiéndose de múltiples recursos para hacerlo posible: cambios en el formato de imagen acordes con el estado de liberación u opresión que siente el personaje central, significativos silencios, llantos discretos, discusiones hirientes, elipsis… Waves nunca cae en la monotonía, aunque sus dos horas y cuarto de duración se sientan un tanto excesivas y se produzca un giro durante el mencionado clímax que hace que la película se transforme en otra muy diferente.


Esas dos «mini-películas» en las que se compone Waves crearán división, pues habrá quien le guste más la opresiva bajada a las infiernos que supone la primera, y a otros el doloroso pero esperanzador camino de vuelta de la segunda. Aunque sean distintas entre sí, se establece un interesante diálogo entre ellas sobre la asunción de responsabilidades durante el proceso de madurez, la importancia de la comunicación familiar, el primer amor o la experimentación de los jóvenes con las drogas. Todo expuesto sin afán de moralismo, con menos interés en subrayar que en plasmar los sentimientos a través de sus dos talentosos protagonistas, Kelvin Harrison Jr. y Taylor Russell, respaldados por un estupendo elenco de secundarios compuesto por Sterling K. Brown, Renée Elise Goldsberry, Lucas Hedges y Alexa Demie, quien curiosamente también forma parte del elenco de Euphoria.


Aunque su ambición no se ha visto recompensada en la temporada de premios, Waves es tan sólida en su vertiente familiar como en su aproximación íntima a la desazón adolescente. El conflicto racial de la trama queda reducido a una línea de diálogo y sus constantes cambios rítmicos y narrativos no siempre encajan igual de bien, pero su ecléctico repertorio musical, sus imágenes, su nervio y la ternura que termina por abrirse paso ante la fatalidad convierten al film en una imperfecta amalgama que deja poso y mucho en lo que pensar.

7’5/10

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