12/4/20

Vivarium – Jugando a las casitas



Dir.: Lorcan Finnegan
Int.: Imogen Poots, Jesse Eisenberg, Jonathan Aris, Senan Jennings, Eana Hardwicke
¿De qué va?: Una joven pareja buscando el hogar perfecto acaba atrapada en un misterioso y laberíntico vecindario de casas idénticas.

Reseña: En 1999, American Beauty se convirtió en un fenómeno social por su descarnada disección del American Way of Life, lema fraguado durante décadas en los suburbios yankis donde todo el mundo se esfuerza por transmitir una imagen de perfección que casi nunca se corresponde con la realidad. Son muchas las películas y series que han atacado directamente a la mentira del ya globalizado sueño americano, como Revolutionary Road, Juegos secretos, Mujeres desesperadas o Weeds, por citar algunos ejemplos. Ahora habría que sumar a ese grupo Vivarium, film del cineasta irlandés Lorcan Finnegan que introduce un componente importante de ciencia ficción a la visión deprimente de la vida en la periferia.


Gemma y Tom son una pareja que, en busca de una casa en la que iniciar una vida juntos, acaba visitando un barrio circundante de casas idénticas y en el que no se ve ni un alma. Todo es tan raro como el agente inmobiliario que les ha guiado hasta allí, pero cuando intentan abandonarlo, no logran dar con la salida. Así comienza una pesadilla de estética depurada en la que se verán arrastrados a una vida de encarcelamiento que, en realidad, no se distancia demasiado de lo que les depararía en cualquier otro suburbio “normal”: monotonía, distanciamiento, incomunicación, reclusión emocional… Todo al servicio de la consecución de un desempeño, ya sea la educación de un vástago o un trabajo que distraiga de los problemas reales. Finnegan da las pistas justas sobre el misterio que se esconde detrás, pues es evidente que lo utiliza como medio para dar forma a lo que le interesa de verdad, que es el escarnio al modelo de vida tradicional.


A Vivarium le habría sentado mejor un formato reducido de episodio dentro de una antología al estilo de La dimensión desconocida o Black Mirror, pues una hora y cuarenta minutos de duración se antojan un tanto excesivos, y el nudo de la historia suele reiterar en las mismas ideas una y otra vez. Tampoco ayuda que el niño de la película sea tremendamente insoportable, pero como seguramente esté hecho aposta, no hay nada que objetar al respecto. Tras protagonizar recientemente La mejor defensa es un ataque (2019), Imogen Poots y Jesse Eisenberg vuelven a juntarse para encarnar a la pareja protagonista, y si bien es destacable que este último dé vida a un personaje diferente a lo que suele hacer, es su compañera quien se hace dueña y señora del film, sobre todo cuando le toca transmitir desesperación y terror (véase la estupenda escena del juego de imitar). En definitiva, aunque se le pueda reprochar a Vivarium ensimismarse en una idea y exprimirla lo justo, sí que se compromete con ella para dar forma a una alegoría rara, incómoda y paranoica sobre lo automatizadas que pueden llegar a estar nuestras vidas.

6’5/10

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