17/11/15

Purgatorio global

Poster El club

Dir.: Pablo Larraín
Int.: Roberto Farías, Antonia Zegers, Alfredo Castro, Alejandro Goic, Alejandro Sieveking, Jaime Vadell, Marcelo Alonso
¿De qué va?: Cuatro hombres conviven en una casa alejada de un pueblo costero, bajo la mirada de una cuidadora. Los cuatro hombres son curas y están ahí para purgar sus pecados, pero la rutina y la tranquilidad del lugar se rompe cuando llega un quinto sacerdote, provocando que los huéspedes revivan un pasado que creían haber dejado atrás.

Reseña: Hasta hace nada, la Iglesia Católica no reconocía los casos de abusos sexuales a menores llevados a cabo por sacerdotes a lo largo y ancho del mundo. Es algo muy cristiano, lo de callar, esconder la basura bajo la alfombra, mirar para otro lado y rezar. Por eso, la situación que plantea el chileno Pablo Larraín en su última película, esto es, una casa de retiro donde la Iglesia manda a sus ovejas negras (no sólo por casos relaciones con pederastia) resulta tan impactante como ciertamente creíble, y el escenario perfecto para rendir cuentas tanto con la sagrada institución como con la raza humana.

El club

La casa en la que se ambienta el relato se presenta como un remanso de paz destinado a la penitencia de sus inquilinos, aunque ellos mismos ni siquiera hayan asumido por qué sus superiores los han confinado allí. Ellos han sido apartados del mundo para evitar escándalos y un mal mayor para la Iglesia, de la misma forma en la que la sociedad envía a las cárceles a aquellos individuos que suponen un peligro para la seguridad ciudadana y, en teoría, para reformarlos y reintegrarlos en la comunidad. Pero… ¿puede haber una recuperación si ni siquiera se admite el delito cometido ni se dan herramientas para que eso suceda? Las formas en las que los personajes intentan justificar sus crímenes son hilarantes, un tipo de comedia que surge de la incomodidad y el estupor de ver los increíbles mecanismos de autoengaño de los que se vale el hombre.

El club2

Esos momentos en los que los huéspedes de la casa deben rememorar los motivos que los han conducido hasta allí se producen ante la llegada de un individuo que pondrá en peligro su apacible existencia, conduciéndolos a buscar un chivo expiatorio con tal de impedir que nada cambie para ellos. Ahí reside la gran baza de la película, en su inteligente modo de retratar la naturaleza hipócrita, no sólo de la Iglesia Católica, sino de toda la raza humana. La ambivalencia cobra vida a través de la portentosa interpretación de Antonia Zegers como la hermana que se encarga de llevar el cuidado de la casa y atender a sus habitantes. Roberto Farías, como una de esas víctimas atormentadas por las secuelas que le ha dejado una experiencia traumática de la niñez, y Alfredo Castro como el inquilino que incita una de las cuestiones más peliagudas de la trama (¿tienen los monstruos sentimientos? ¿se puede simpatizar con ellos?), también realizan trabajos sobresalientes. Sin embargo, hay diálogos que son difíciles de entender, debido a un sonido no demasiado limpio y una vocalización un tanto deficiente de buena parte del reparto.

El club4

El club no es una película apta para todos los paladares; no muestra imágenes que puedan herir sensibilidades (salvo unas pocas hacia el final), pero lo que se dice y lo que no se ve, pero se intuye, es desagradable. El equilibrio logrado por Larraín entre la sutilidad y la sencillez formal de su propuesta y la franqueza expositiva de sus diálogos, con su inesperado e incómodo sentido del humor, dota al film de una identidad propia y una radicalidad pocas veces vista en el cine contemporáneo, pero no habría que quedarse en eso, sino ahondar en su crítica social y darnos cuenta que, de alguna manera, esa casa de retiro está más cerca de nosotros de lo que pensamos.

8/10

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