13/3/18

Agujetas de color infame

Poster Yo Tonya

Dir.: Craig Gillespie
Int.: Margot Robbie, Sebastian Stan, Allison Janney, Julianne Nicholson, Paul Walter Hauser, Bobby Cannavale Bojana Novakovic, Caitlin Carver
¿De qué va?: Década de los años 90. Tonya Harding es una prometedora patinadora artística estadounidense, la segunda en la historia capaz de completar en competición un salto de triple axel. Claro que, Tonya también se hizo famosa por uno de los escándalos más sensacionales en la historia del deporte.

Reseña: Lo de Tonya Harding fue uno de los culebrones más populares de la década de los 90 en los Estados Unidos, y aunque allá continúa siendo vigente como parte de la cultura popular, en el resto del mundo su notoriedad se diluyó como un iceberg en pleno calentamiento global. La película en torno a la figura de la malograda patinadora llega, tanto para reavivar la obsesión yanqui por el escándalo, como para que el resto de los mortales, sobre todo aquellos a los que los 90 les pilló muy pequeños o directamente sin nacer, conozca la curiosa y esperpéntica historia sobre cómo esta princesa de hielo pasó a convertirse en la villana más odiada de América.

Yo Tonya

¿Qué hacer cuando tienes, no a uno, sino a varios narradores no fiables? Utilizar todas sus versiones. Eso debió pensar el guionista Steven Rogers cuando descubrió que la versión de Tonya Harding y la de su ex-marido, Jeff Gillooly, en cuanto a su relación y al incidente que truncó la carrera de la primera, se contradecían tanto entre sí, por no hablar de todos los rumores y bulos que surgieron a colación en los medios, a cada cual más inaudito. Así que lo que ha hecho Rogers es incluir todos los puntos de vista, dando lugar una historia, hasta cierto punto, esquizofrénica, en la que todos los personajes rompen la cuarta pared en algún momento para contar su visión de lo ocurrido, porque como dice la protagonista en un momento del film, cada persona tiene su propia verdad, aunque aquí acabe prevaleciendo la de Tonya, que para eso es su película.

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Dada la naturaleza controvertida y tragicómica de Harding y sus circunstancias, Yo, Tonya tiene muy poco de biopic convencional y mucho de comedia negra, tomando decisiones tan arriesgadas como amenizar imágenes de violencia doméstica con melosas canciones románticas de la época. Es parte de la mala baba y de la ironía de la que viene cargada la historia del ascenso y la caída de esta mujer, cuyas maneras hoscas y orígenes humildes chocaban con la delicadeza y la elegancia del deporte por el que tenía un talento natural, el cual fue desarrollado bajo el atento control de una madre severa e insensible, encarnada en la ficción por la siempre fantástica Allison Janney, aunque LaVona (nombre impagable donde los haya) no sea más que una villana de manual sin un atisbo de humanidad. También resulta muy estimable la labor de Sebastian Stan como el marido cafre de Tonya, de la misma manera que siempre es un placer ver en acción a Julianne Nicholson, aquí la entrenadora de la susodicha, aunque sea en papeles que no la terminan de aprovechar. Y es que todo está orquestado para que sea Margot Robbie quien brille con luz propia. La actriz y productora ha sacado adelante el proyecto sabiendo que era el vehículo perfecto para demostrar que podía ser algo más que la tía buena de moda en Hollywood, porque sabe que ese título no ofrece ninguna garantía a largo plazo en la industria cinematográfica.

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Y así, siguiendo el ejemplo de Charlize Theron, Robbie brinda una interpretación “afeada” y que abarcad de forma brillante todos los matices implícitos en su personaje, aunque sean, evidentemente, los momentos más dramáticos aquellos en los que más se luce. La película dirigida con sabia intuición por Craig Gillespie no muestra el cariño por sus personajes que sí se evidenciaba en, por ejemplo, The Florida Project, siendo tanto unos como otros muy ‘basura blanca’, pero la figura de Tonya no sale mal parada, y sin camuflar su patetismo intrínseco, al dotarla de un orgullo y una audacia por las que las etiquetas de ‘víctima’, ‘heroína’ y ‘villana’ se le quedan cortas. En última instancia, hay una versión legítima de los hechos que no está incluida en la película, cuya ausencia alimenta, tanto para bien como para mal, el egocentrismo de su protagonista, de ahí que me pregunte… ¿para cuándo un Yo, Nancy?

8/10

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