5/9/19

Midsommar – Relativismo cultural





Dir.: Ari Aster
Int.: Florence Pugh, Jack Reynor, Will Poulter, William Jackson Harper, Vilhelm Bomgren, Ellora Torchia, Archie Madekwe, Henrik Norlén, Isabelle Grill
¿De qué va?: Dani y Christian atraviesan una dura crisis de pareja cuando deciden embarcarse con el resto de sus amigos en un prometedor viaje a un festival de verano que se celebra una vez cada 90 años en una remota aldea de Suecia. Sin embargo, y a pesar de su paradisiaca apariencia, el lugar no es lo que parece…

Reseña: El miedo a no estar a la altura de las expectativas generadas puede sumir en un estado de bloqueo a los directores que han causado una gran impresión con su ópera prima. No es el caso de Ari Aster, pues mientras Hereditary (2018) se iba estrenando en todo el mundo, él ya estaba enfrascado en la producción de su segundo largometraje, basado en un guion que había escrito hace un tiempo tras terminar una complicada relación de pareja. La buena acogida que tuvo su carta de presentación le dio alas para sacar adelante Midsommar, en la que vuelve a utilizar elementos propios del género de terror y el fantástico para llevar al extremo un drama tan terrenal como cotidiano: si en el film protagonizado por Toni Collette se trataba de la descomposición de una familia, en Midsommar lo que se destroza es una relación sentimental.


Dani ha sufrido un trauma tremendo y su novio, Christian, no es lo que se dice un gran apoyo. Pese a todo, se embarcan en un viaje junto a los amigos de él a una aldea de Suecia en la que apenas hay horas de oscuridad y en donde se va a realizar un festival de verano compuesto por rituales un tanto peculiares. Aster puede jactarse del nulo miedo que tiene a hacer el ridículo, lo cual se traduce en diversas situaciones en las que no se sabe muy bien si la comicidad es voluntaria o no. En realidad da lo mismo, porque si hay una sensación que sobrevuela durante las 140 horas de metraje es el desconcierto: la película es un viaje psicotrópico en el que la belleza de los parajes contrasta con las imágenes macabras que se dan lugar en ellos, orquestadas por una comunidad tan aparentemente pacífica como inquietante, en sintonía con los vecinos satánicos de La semilla del diablo (1968), film que se asemeja en estilo e intenciones con Midsommar.


Si el film de Polanski giraba en torno a la creciente paranoia y degradación psicológica de su protagonista, el film de Aster hace lo mismo con su particular heroína, interpretada por una magnífica Florence Pugh. Su personaje realiza un viaje personal que parte de un lugar muy oscuro, arrastrando una tragedia personal y una relación tóxica y de dependencia (con un estupendo Jack Reynor), pero que desemboca en la luminosidad del festival de verano, donde va a poder realizar la catarsis que necesita con la ayuda de los lugareños. La historia de Dani es brutal de principio a fin, pero el problema está en lo que le rodea; el grueso de la película es una sucesión tanto de rituales a cada cual más esperpéntico como de elementos que, o bien arrojan pistas de lo que pasará más adelante, o simplemente se quedan en nada y no resultan tan importantes en la trama como cabría esperar. Puede que esto se arregle en el anunciado montaje del director que se va a estrenar próximamente en Apple TV, aunque 171 minutos se antojan igualmente excesivos.


Con Midsommar, Ari Aster se confirma como un director con tan buen ojo como pulso para relatos incómodos, tensos y que infunden un terror que, en vez de generar sustos fáciles, perturban y se meten debajo de la piel. Aún así, su segundo trabajo se queda un escalón por debajo de su ópera prima al acusar de cierta dispersión. Su alta ambición se salda a medias, pues pese a la cuidada y peculiar atmósfera, que da un giro de tuerca a lo ya visto en The Wicker Man (1973), se empeña demasiado en resultar chocante y desagradable, cuando su mejor golpe de efecto se encuentra en el rostro de Florence Pugh. Con todo, muchas ganas por saber en qué nuevos horrores se enfrascará Aster en un futuro próximo.

7’5/10

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