20/5/16

Como cerdos en un lodazal

High Rise

Dir.: Ben Wheatley
Int.: Tom Hiddleston, Jeremy Irons, Sienna Miller, Luke Evans, Elisabeth Moss, James Purefoy, Sienna Guillory, Keeley Hawles, Stacy Martin
¿De qué va?: El doctor Robert Lang se muda a su nuevo apartamento en un lujoso rascacielos donde los residentes no tienen intención de dejarlo en paz. Resignado a las complejas dinámicas sociales que lo rodean, Lang se convierte en un buen vecino, pero cuando las luces se empiezan a apagar y los ascensores dejan de funcionar, la salud mental de Lang se desintegra al mismo tiempo que el edificio.

Reseña: Si eres de los que creen en la bondad innata del ser humano, esta no es tu película. Si por el contrario crees que la propia raza humana será la responsable directa de su extinción, bienvenido seas. Basada en la novela homónima del profético J.G. Ballard, High-Rise se ancla en los años 70 para hablarnos de un futuro próximo en el que las diferentes clases sociales habitan un rascacielos donde la diferencia de libertades y privilegios entre los de arriba y los de abajo provocará, cómo no, una batalla campal que sacará el animal salvaje que todos llevamos dentro. Es como la hija bastarda y descocada de La naranja mecánica (1971) y Snowpiercer (2013), heredando la violenta desidia burguesa de la primera y el pesimismo social de la segunda.

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Aquella pareja de excursionistas bobalicones que se revelaban como auténticos asesinos en serie de Turistas (2012) bien podrían haber sido inquilinos del rascacielos protagonista de la nueva película de su director, Ben Wheatley, que trata al edifico donde se desarrolla casi toda la acción como un personaje más: es una figura robusta, distante y segura de sí misma que va debilitándose paulatinamente hasta que se revela como el caos putrefacto que en realidad es. La gracia está en que la tesis de la propuesta consiste en afirmar que esa anarquía demencial es, en realidad, el estado por el cual las personas seremos coherentes con nuestra propia naturaleza. La lucha de clases es tan inevitable como el momento en el que perderemos las formas y actuaremos bajo instintos tan primarios y amorales como los que sacan a relucir los personajes en el tercio final de la historia, resultando ser más feroces y carroñeros que los propios animales.

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Wheatley se contagia de esa vorágine decadente en la que se sumergen los vecinos del rascacielos, pero la faltan tablas para evitar que la claridad narrativa se resienta. En consecuencia, el conflicto estalla casi sin avisar y todo lo que sucede a continuación resulta inconexo y confuso, sobrecargando la película con metáforas que no hacen más que subrayar varias ideas que ya se comprenden por sí solas. Otras, en cambio, necesitan de un segundo visionado para poder ser digeridas de lo sutiles que resultan, por lo que no sería de extrañar que High Rise fuese la película más trastornada y contradictoria del año, pero también una de las más fascinantes y farragosas.

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Aun siendo excesivamente estilizada, el look entre la moda setentera y el retro-futurismo no deja de ser hipnótico, destacando asimismo el espectro sonoro, con una taciturna y lúgubre versión del SOS de Abba a cargo del grupo Portishead como joya de la corona, y un reparto, liderado por un estupendo y desinhibido Tom Hiddleston, comprometido con la enajenación de los personajes a los que encarnan, cuyas acciones no siempre entendemos. Quizás no haya nada que entender y todo sea una feliz aberración con todo el (sin)sentido del mundo. O una interpretación hueca de la novela de Ballard. O todo a la vez. Sospecho que a cualquier apreciación que se haga de la película no le faltará razón.

7/10

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