8/11/19

Parásitos – Frágil simbiosis



Dir.: Bong Joon-ho
Int.: Song Kang-ho, Lee Seon-gyun, Jang Hye-jin, Cho Yeo-jeong, Choi Woo-sik
¿De qué va?: Ki-taek es el patriarca de una familia pobre que malvive en un piso bajo en Seúl, pagando las facturas a base de trabajos precarios y robando el wi-fi de los vecinos. Su situación cambia un día en el que su hijo logra que le recomienden para dar clases particulares de inglés en casa de los Park, una familia acaudalada.

Reseña: En Snowpiercer (2013), Bong Joon-ho planteaba un futuro distópico en el que lo que quedaba de humanidad viajaba en un tren en movimiento eterno en el que los pobres vivían en condiciones terribles en los últimos vagones, mientras que los ricos habitaban los primeros con todo tipo de privilegios. Pero tampoco hace falta recurrir a una distopía para hablar de la lucha de clases, pues ese delicado equilibrio sobre el que se sostiene el 'status quo' del capitalismo es nuestro pan de cada día. Parásitos marca el regreso de Joon-ho a su Corea del Sur natal tras un par de incursiones estadounidenses, y aun siendo una película intrínsecamente coreana, maneja un lenguaje cinematográfico y narrativo universal.


Parásitos es de esas películas que recompensan a quienes se enfrenten a ella lo más “vírgenes” posibles, así que no entraremos en detalles argumentales más allá de que su planteamiento se basa en la relación simbiótica entre las diferentes clases sociales: los pobres se aprovechan de la ingenuidad de los ricos, pero estos también sacan beneficio de los primeros dado que no son capaces de hacer nada por sí mismos. La película se toma su tiempo para asentar esta dinámica, para a continuación introducir una serie de giros a cada cual más sorprendente y desquiciado. Pocos films de la actualidad tienen esa capacidad de imprevisibilidad, de dejar al espectador sin la más remota idea de lo que puede pasar a continuación, y sin romper en ningún momento con la veracidad de la historia.


El tono del film también se adapta a cada mutación que experimenta la trama, alternando orgánicamente entre el drama, la comedia, el suspense e incluso el horror. Cada personaje de la galería que integra Parásitos está perfectamente definido e interpretado por su respectivo intérprete, siendo la lujosa casa donde se desarrolla gran parte de la acción uno más del elenco. Los espacios están tan bien planificados y la cámara se mueve con tanta agilidad por ellos que en poco tiempo conoceremos cada palmo del edificio. El trabajo de dirección de Bong Joon-ho solo puede considerarse como magistral, pues demuestra un control absoluto sobre lo que acontece en pantalla incluso cuando reina el caos, todo impecablemente facturado y servido.


Con Parásitos, Joon-ho ha obrado el milagro de concebir una película capaz de entusiasmar tanto al público gafapasta como al espectador casual. Su representación del conflicto de clases posee múltiples capas, lecturas y mala baba, y además es una película accesible, divertidísima, original y que deja poso. Es complicado buscarle peros, porque en las dos horas y diez minutos que dura lo único que chirría es aquello en lo que se sustenta la historia: la delicada co-dependencia entre los que no tienen nada y los que lo tienen todo, entre los que tienen mucho que ganar y los que tienen poco que perder, y entre los que sienten cada día todo el peso del mundo sobre sus hombros y los que flotan grácilmente sobre él.

9’5/10

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