29/4/19

Dolor y gloria – Almodóvar veintidós




Dir.: Pedro Almodóvar
Int.: Antonio Banderas, Asier Etxeandia, Nora Navas, Leonardo Sbaraglia, Penélope Cruz, Julieta Serrano, Cecilia Roth, Raúl Arévalo
¿De qué va?: Salvador Mallo es un aclamado director de cine cuya memoria le llevará hasta su infancia, en el pueblo valenciano de Paterna en los años 60 junto a sus padres, a sus primeros amores, su primer deseo, la madre, su primer amor adulto ya en el Madrid de los 80, la escritura como única terapia, el temprano descubrimiento del cine y el vacío ante la imposibilidad de seguir rodando.

Reseña: ¿Qué ocurre cuando la musa no se aparece ante el artista? El vacío, la frustración. La inspiración llega a través de las vivencias y los referentes, cuyos huecos se rellenan a base de imaginación, pero es terrible cuando la maquinaria que pone todo eso en marcha no arranca, cuando las ideas no son lo suficientemente buenas, y el ruido externo impide que éstas se ordenen y cobren sentido. Esta situación debe resultarle muy familiar a Pedro Almodóvar, aunque no parece que el síndrome de la página en blanco le haya afectado en absoluto a la hora de crear Dolor y gloria, más bien todo lo contrario: la parálisis fruto del bloqueo creativo le ha servido de inspiración para crear la historia más personal e íntima de su filmografía.


Libre del histrionismo al que le debe gran parte de su éxito, pero sin caer en el drama gélido de Julieta (2016), Almodóvar vuelca en su álter ego de la ficción, Salvador Mallo, sus obsesiones, sus dolencias, sus pasiones y su pasado, creando un mosaico que, lejos de querer abarcarlo todo, se centra en cuestiones concretas que entremezclan un presente decaído, doloroso, con un pasado lleno de gloria, pero en el que recuerdos en torno a la niñez en el pueblo, la relación con la madre, el gran y trágico romance de toda una vida y el despertar tanto cinéfilo como sexual cobran un nuevo valor cuando se revisita con la serenidad y la melancolía propias de la edad madura, algo que se contagia a toda la narración, que tiene momentos divertidos, otros tristes, pero nunca sobrecargados, y con todo, continúa siendo profundamente almodovariana.


Visualmente la película es un caramelo, la música de Alberto Iglesias el mejor acompañamiento posible, y el reparto sale muy beneficiado de la tremenda habilidad que tiene Almodóvar en la dirección de actores. De la misma forma en la que reconozco que nunca ha sido especialmente admirador de Antonio Banderas ni de Asier Etxeandia, he de decir que ambos hacen aquí una labor realmente admirable. Banderas canaliza el espíritu de Almódovar sin manierismos, únicamente a través de gestos y detalles, mientras que Etxeandia, además de ejercer de estupendo contrapunto, goza de un monólogo que es un regalazo para el lucimiento de cualquier intérprete que se precie. Se trata de uno de los grandes pasajes de la película, junto al reencuentro, breve pero cargado de sentimientos, entre Mallo y un viejo amor (Leonardo Sbaraglia). Penélope Cruz, recuperando el espíritu castizo que se apoderó de ella en Volver (2006), y Julieta Serrano también están fantásticas encarnando a la madre del protagonista en el pasado lejano y el reciente respectivamente.


¿Es Dolor y gloria la mejor película de Almodóvar? No, pero sí creo que es lo mejor y más inspirado que ha hecho desde Volver, que para quien esto escribe sigue siendo su obra más redonda y brillante. El director manchego ha realizado un honesto ejercicio de introspección en el que poco importa que podamos discernir qué es ficción y qué no, porque el conjunto resulta auténtico y homogéneo, pues todas las tramas acaban convergiendo en su razón de ser como artista y en cómo exorciza todos sus temores, conflictos y fantasmas a través del arte cinematográfico. Más que una carta de despedida, debería tratarse de un punto de inflexión en una carrera cuyo futuro resulta tan incierto como estimulante.

8/10

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