15/11/17

Respirar, vivir y amar

Poster Breathe


Dir.: Andy Serkis
Int.: Andrew Garfield, Claire Foy, Tom Hollander, Hugh Bonneville, Ed Sleepers, Ben Lloyd-Hughes, Amit Shah, Jonathan Hyde, Miranda Raison, Camilla Rutherford
¿De qué va?: A los 28 años, Robin Cavendish contrajo la polio, enfermedad que le provocó una parálisis desde el cuello hasta los pies. Contra toda recomendación médica, su mujer, Diana, le sacó del hospital, siendo el apoyo fundamental para que Robin se sobrepusiese con optimismo y sin límites ante la enfermedad.

Reseña: Me parece curioso que el grueso de la campaña de marketing de Una razón para vivir (Breathe) se centre en imágenes del protagonista erguido y profesando cariño y amor a su esposa, cuando en la película no ha pasado ni media hora y el pobre ya ha contraído la polio y se encuentra postrado en una cama. Tal vez sea porque las películas de enfermedades, aun basadas en historias más grandes que la vida, no vendan tanto como los romances de época, y si tenemos en cuenta que el poster de La teoría del todo era muy similar, podemos concluir que la culpa es de las sillas de ruedas, que no funcionan como reclamo. En cualquier caso, Breathe es una historia de amor y de enfermedad, o sobre cómo lo primero puede ser mejor medicina que cualquier prescripción médica. Es cursi, lo sé, pero es el mensaje de la película, qué quieres que les haga.

Breathe2

La historia de Robin Cavendish es la del padre de uno de los productores del film, Jonathan Cavendish, y ha servido para que Andy Serkis (Gollum y César en la trilogía precuela de El planeta de los simios) presente sus credenciales como director después de que su versión de El libro de la selva se retrasase por lo complejo de la postproducción y para no verse eclipsada por la exitosa versión de Disney. Lo cierto es que Serkis demuestra buena mano y buen ojo en la composición de planos, reparando en los detalles adecuados y, básicamente, haciendo aquello que un buen director debe hacer, que es transmitir sentimientos concretos a través de las imágenes, como esa opresión que desprende el hospital donde atienden a los enfermos de polio, o la importancia vital de ese tercer protagonista de la historia, que no es otro que el respirador que acompañará a Robin durante el resto de su vida. Eso sí, el bueno de Serkis no puede evitar caer en el tópico en un irrisorio episodio acontecido en Tarragona donde los protagonistas acaban montando un campamento gitano con flamenquito y guitarras españolas a todo trapo; justo lo que necesitábamos tal y como están las cosas en España.

Breathe1

Aun con la buena factura y la hermosa partitura compuesta por Nitin Sawhney, como buen biopic que se precie, la fuerza de la película radica en las interpretaciones, especialmente de su pareja protagonistas: Andrew Garfield, en uno de esos trabajos donde tiene que modular la voz y centrar todo su trabajo en la expresión facial que pirran a los que entregan premios, y Claire Foy, fantástica como sostén y cómplice de su marido, aunque habría estado bien incluir alguna escena en la que flaquease y se cuestionase, aunque sea un poco, su nueva vida. No dudo que la determinación de la Diana real fuese así de íntegra, pero esa relación es demasiado idílica tras el bache inicial. Pese a que la película se centre en el matrimonio de Robin y Diana, también se beneficia de la presencia de una cuadrilla formada por familiares y amigos de la pareja que aportan un sentimiento de camaradería y cachondeo vivaz que viene muy bien para contrarrestar el dramatismo del asunto abordado. No obstante, algunos personajes importantes desaparecen entre los saltos temporales de la trama sin dejar rastro pero evidenciando un buen descuido de guion.

Breathe3

Al igual que el grueso de films de estas características, Breathe es demasiado academicista, más incluso que La teoría del todo. Pasa por todos los lugares comunes de las historias sobre superación personal, incluyendo el discurso motivador recibido con ovación y aplausos, pero lo hace con elegancia y oficio. Si la intención era hacer llegar al gran público la historia de amor entre Robin y Diana y la forma en la que contribuyeron a mejorar la vida de los enfermos, el objetivo se ha cumplido con holgura entre risas y sollozos; prueba de ello es que ,en la proyección a la que asistí, una pareja de personas mayores que estaba sentada una fila más adelante de la mía se quedó sentada durante los créditos finales mientras se abrazaba y se secaban las lágrimas. El amor duradero existe, amigos, aunque cada vez sea más raro de encontrar.

6’5/10

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