31/5/20

O.C: Toro salvaje (1980)

¿De qué va?: Joey La Motta es un manager que dirige la carrera de su hermano Jake, un joven boxeador que aspira a convertirse en el campeón de los pesos medios. Gracias a un entrenamiento exhaustivo y al trabajo de marketing de su hermano, Jake ha subido varios peldaños de la empinada escalera del éxito. Sin embargo, sus frustraciones sexuales y complejos psicológicos le afectan profundamente, y ya ha experimentado algún arranque de violencia fuera del ring.

Reputación: Durante el rodaje de El padrino: Parte II (1974), Robert De Niro leyó la autobiografía de Jake La Motta e inmediatamente vio el potencial para una gran película. Sin embargo, tardó más de cuatro años en convencer a todos, incluyendo a Martin Scorsese, de rodar la película. Por aquel entonces, el director sufría una adicción a la cocaína que le condujo a una sobredosis que casi lo mata, y siempre ha afirmado que la insistencia de De Niro de que volviese a trabajar le salvó la vida. Para preparar su papel, el actor realizó un duro entrenamiento físico que le hizo ganar alrededor de 27 kilos, llegando a participar en tres campeonatos de boxeo de Brooklyn de los cuales ganó dos. Durante la filmación de una escena, De Niro y Joe Pesci realmente se dieron puñetazos , mientras que en otra, el primero le rompió una costilla al segundo de forma accidental. A pesar de ello, los dos actores se hicieron muy amigos y mantienen una estrella relación desde entonces. Toro salvaje fue nominada a ocho Oscar, incluyendo el de mejor película y director, de los cuales ganó el de mejor actor para Robert De Niro y el de mejor montaje. Cuando el Jake La Motta real vio la película, se dio cuenta por primera vez de lo mala persona que llegó a ser. Le preguntó a Vicky LaMotta si él fue así en realidad, a lo que ella respondió que había sido incluso peor.


Comentario: Toro salvaje comienza con una imagen tan sencilla como espectacular, con Jake La Motta preparándose en el ring mientras una espesa niebla se cierne a su alrededor. La cinematografía de esta película es alucinante, pero no logro conectar nada con ella en el plano emocional. Creo que ya he suplido mi cuota de películas de Scorsese protagonizadas por hombres arrogantes y misóginos, y aunque la interpretación de De Niro es fabulosa y hay que agradecer que su director y guionista no intente blanquear el personaje, es tal la animadversión que siento hacia el personaje que hasta su caída en desgracia y su atisbo de redención me producen completa indiferencia. Se puede acusar a Rocky (1976) de ser más “peliculero”, pero lo que con él era un viaje de superación y de muy sentidas victorias y derrotas, aquí consiste en convivir con un hombre violento, celoso y constantemente enfadado al que me cuesta encontrarle el carisma. Como dirían los ingleses, “no es mi taza de té”.

Próximo visionado: La regla del juego (1939)

28/5/20

El jilguero – La seguridad de los objetos



Dir.: John Crawley
Int.: Ansel Elgort, Oakes Fegley, Jeffrey Wright, Nicole Kidman, Luke Wilson, Sarah Paulson, Finn Wolfhard, Willa Fitzgerald, Ashleigh Cummings, Aneurin Barnard
¿De qué va?: Tras la muerte de su madre en un atentado terrorista en el Museo Metropolitan de Nueva York, el joven Theodore Decker, de 13 años, es acogido por una acaudalada familia del Upper East Side de Manhattan.

Reseña: No hay nada peor para un film que sea destrozado tras su presentación de un festival de cine, pues puede pasar directamente de ser una de las citas obligadas de la temporada cinéfila a ser sepultada y enterrada. Es lo que le ocurrió el pasado otoño a El jilguero (The Goldfinch); la gran apuesta de Warner para la carrera a los Oscar tenía como material de base el aclamado best-seller de Donna Tartt, un reparto de lujo y a un director, John Crawley, cuyo anterior trabajo había sido Brooklyn (2015), otra adaptación cinematográfica de una novela, que llegó a estar nominada a la estatuilla a mejor película. Sin embargo, El jilguero fue masacrada por la crítica en su presentación en el Festival de Toronto, y su lanzamiento en cines norteamericanos pocas semanas después fue tan decepcionante que se canceló el estreno en salas en casi todos los territorios internacionales, España incluido. Ahora, la película nos llega a través de Vídeo bajo demanda buscando una segunda oportunidad.


La verdad es que se nota a la legua que El jilguero ha sido concebida como imán de premios, y son esas ínfulas lo primero que le pasa factura. La película va saltando entre dos líneas temporales distintas, situadas en la niñez y la madurez del protagonista, para ilustrar las secuelas que han dejado en el joven el atentado que acabó con la vida de su madre,  generando suspense en torno a algo que sucedió ese día y que ha mantenido en secreto desde entonces. El problema es que la película tiende a perder el foco, probablemente tan empeñada en no obviar nada de lo que sucede en el libro del que parte que dedica demasiado tiempo a detalles y tramas poco relevantes, lo cual se traduce en un metraje de dos horas y media injustificadas. El interés por lo que sucede en pantalla va y viene dependiendo del episodio en el que nos encontremos, pero sí que suele ser más interesante lo que le ocurre a Theo de pequeño que de mayor, lo cual es un problema dado que se supone que la primera parte complementa a la segunda y no viceversa.


No diremos que Ansel Elgort lo hace mal, pero sí que sobran planos de él atormentado y que su versión infante, Oakes Fegley, le come la tostada. Nicole Kidman está en su infalible y entrañable registro maternal bajo la apariencia de una mujer de clase alta, contrastando con una Sarah Paulson en modo choni, aunque la decisión de casting más loca es Finn Wolfhard (el prota de Stranger Things) para hacer de niño ruso. En general, las interpretaciones no están nada mal, y la fotografía de Roger Deakins otorga empaque visual a la película, pero en general, como experiencia cinematográfica es bastante irregular y distante. Sus esfuerzos por emocionar, sobre todo en lo que respecta al valor sentimental que se puede proyectar en un objeto, así como por estar a la altura de su ambición resultan igual de evidentes que la constatación de que no lo consigue. No es un desastre, ni dolorosa de ver, pero sí que es fallida.

5/10

26/5/20

Mi vida con Amanda – Resiliencia



Dir.: Mikhaël Hers
Int.: Vincent Lacoste, Isaure Multrier, Stacy Martin, Ophélia Kolb, Marianne Basler, Jonathan Cohen, Nabiha Akkari, Greta Scacchi
¿De qué va?: David, es un joven parisino de 24 años, que se gana la vida de trabajo en trabajo. Su vecina Lena, quien se acaba de mudar a París, despierta en él algo que no sentía desde hace mucho. Pero poco después, su vida se ve brutalmente interrumpida tras ser sacudido por una tragedia que lo dejará solo con su joven sobrina de 7 años, Amanda.

Reseña: ¿Que ocurre cuando sufrimos una repentina tragedia personal? Primero nos paralizamos, luego llega la incredulidad, el pánico, el miedo, la confusión, la tristeza… y mientras, tenemos que seguir lidiando con la vida, el trabajo, la burocracia, e intentar alcanzar una nueva normalidad, porque el mundo no se paraliza por nosotros, al menos no durante demasiado tiempo. La nueva película del francés Mikhaël Hers, Mi vida con Amanda, planta una tragedia con ecos verídicos en la tranquila y despreocupada vida de su protagonista, David, para explorar cómo una persona normal puede sobreponerse a una hecho terrible que hará que su existencia jamás vuelva a ser la misma.


La película dedica un tiempo generoso de su metraje a mostrarnos la rutina de David, centrada en un par de trabajos, un romance en ciernes y el tiempo que pasa con su hermana y su sobrina de 7 años, Amanda. De repente, se produce la catástrofe y tiene que hacerse cargo de la cría sin ganas ni idea de cómo ejercer de padre, mientras lidia con su propio luto y asimila los cambios que se van a producir en su vida y sus relaciones afectivas. Para ser una historia tan funesta, Mi vida con Amanda resulta bastante ligera, sin exceso melodramático alguno. Tiene espíritu de comedia francesa y cuerpo de drama lagrimógeno, pero sorprendentemente, funciona bastante bien. Sus personajes lloran cuando necesitan desahogarse, se secan las lágrimas y siguen adelante con una sonrisa con poso triste. El tiempo se presenta como fundamental para que sus heridas dejen de escocer tanto y para decidir qué hacer con la mano de cartas que les tocado jugar en la nueva partida.


Vincent Lacoste fue nominado al César a mejor actor por una interpretación que entremezcla simpatía, desconcierto, melancolía y perseverancia con naturalidad. Además, establece un vínculo muy tierno y honesto con su sobrina de la ficción, una niña llamada Isaure Multrier que también realiza una estupenda labor. Mi vida con Amanda deja a medias temas y tramas interesantes, pero dice mucho más con imágenes que con palabras, alzándose en su emocionante desenlace como un relato optimista sobre todo lo que queda por vivir cuando parece que todo ha terminado, con la certeza de que siempre reconquistaremos los espacios públicos que una vez fueron devastados por el miedo y el odio.

7/10

24/5/20

O.C: El bueno, el feo y el malo (1968)

¿De qué va?: Durante la Guerra de Secesión, tres hombres se lanzan en busca de un arca que contiene 200.000 dólares en monedas de oro robadas al ejército sudista. Tuco sabe que el tesoro se encuentra en un cementerio, mientras que Joe conoce el nombre inscrito sobre la lápida sepulcral que sirve de escondite. Se necesitan el uno al otro. Pero aparece un tercer hombre: Setenza, un desalmado que no vacila en masacrar a mujeres y niños para conseguir lo que quiere.

Reputación: Tercera y última película de la llamada Trilogía del dólar, que fue precedida por Por un puñado de dólares (1964) y La muerte tenía un precio (1965). Clint Eastwood llevó el mismo poncho en las tres películas sin cambiarlo ni lavarlo. Sergio Leone tenia pensado titularla The Magnificent Rogues o The Two Magnificent Traps. Sin embargo, en una sesión de pitching con los ejecutivos de United Artists, improvisó el título definitivo y les encantó, ofreciéndole entre 1,2 y 1,6 millones de dólares de presupuesto, una cifra bastante elevada para la época. El rodaje de la película se llevó a cabo entre las provincias de Madrid, Burgos, Granada y Almería, con algunas escenas de interior rodadas en los estudios Cinecittà de Roma. El cementerio de Sad Hill, lugar donde se rodó la escena final, se encuentra en Burgos, en el término municipal de Santo Domingo de Silos, a escasos kilómetros de Contreras. En 2016 se sometió a un proceso de restauración para convertirlo en lugar turístico y de encuentro de los fans de la película, lo cual quedó recogido en el documental Desenterrando Sad Hill (2017). 


La banda sonora fue compuesta por Ennio Morricone, que también había creado la música de las anteriores entregas de la trilogía. Morricone utilizó disparos, silbidos y yodel para varias canciones, y creó el archiconocido tema principal para que se asemejara al aullido de un lobo. Eastwood terminó el rodaje cansado del perfeccionismo y las exigencias de Leone, por lo que, además de declarar que no quedó contengo con el resultado final, no volvió a trabajar con el director, aunque este intentó que participara en Hasta que llegó su hora (1968).


Comentario: El bueno, el feo y el malo es una de esas películas que aunque no se haya visto resulta muy familiar. Ya sea por su sobreutilizado tema principal, su tenso duelo de miradas (presente en cualquier curso de cine o comunicación audiovisual que se precie), su título o la icónica imagen de Clint Eastwood con su poncho. Pero es que además, la película hace justicia a su fama y legado. Es un western divertidísimo, dirigido con tanta solvencia como inteligencia, con una trama muy sencilla pero suficientemente atractiva como para seguir las desventuras del “bueno” y el “feo” a través del oeste norteamericano y la Guerra de Secesión. Eastwood aporta chulería y carisma sin que apenas necesite esforzarse, pero el mejor del trío protagonista es Eli Wallach, que con su picardía y mala fortuna acaba convirtiéndose en el personaje preferido del público (o al menos eso quiero creer). En cambio, Lee Van Cleef como el “malo” sale perdiendo porque tiene muy pocas escenas. En definitiva, es justo reconocer que esa película que nuestros padres y abuelos ven cada vez que se emite por televisión está francamente muy bien.

Próximo visionado: Toro salvaje (1980)

21/5/20

The Lodge – Cautivos del pecado



Dir.: Severin Fiala, Veronika Franz
Int.: Riley Keough, Jaeden Martell, Lia McHugh, Richard Armitage, Alicia Silverstone, Danny Keough
¿De qué va?: Una futura madrastra queda atrapada con los dos hijos de su prometido en una cabaña solitaria durante una nevada. Justo cuando las relaciones entre ellos parecen mejorar, empiezan a sucederse eventos extraños y aterradores.

Reseña: Detecto una agotadora obsesión en los medios especializados, quizás alentada por las propias distribuidoras cinematográficas, de encontrar “la nueva gran película de terror”. Endosar esa etiqueta supone generar unas expectativas que probablemente no cuadren con las intenciones de la película en cuestión, generando asimismo decepción entre buena parte de un público que no encuentra lo prometido. ¿Es The Lodge la gran película de terror del año como se publicita en su cartel promocional? No. Ni siquiera estoy seguro de que pueda catalogarse en dicho género. Es más bien un drama psicológico sin sobresaltos ni gore pero con una habilidad casi quirúrgica a la hora de diseccionar el miedo al olvido de los series queridos, al recuerdo de las experiencias traumáticas y al castigo divino.


Tras su sonado debut en el largometraje de ficción, Goodnight Mommy (2014), la dupla de cineastas austriacos formada por Severin Fiala y Veronika Franz dan el salto a Hollywood manteniendo intacto su carácter europeo. The Lodge está emparentada con El sacrificio del ciervo sagrado (2017), y no solo porque ambas cuenten con la pequeña intervención de Alicia Silverstone en un registro muy turbador: al igual que el film de Yorgos Lanthimos, The Lodge tiene una atmósfera muy seca, con abundancia de planos abiertos que se van cerrando gradualmente en torno a los personajes, los cuales se ven enfrentados a una situación que se escapa de toda lógica. En este caso, se trata de una joven que se ve atrapada en una cabaña con unos niños que la repudian, mientras experimenta una serie de extraños sucesos que conectan directamente con su oscuro pasado.


La película mantiene un ritmo pausado y denso hasta el mismo final, exento del clásico clímax en el que suele concluir este tipo de historias, lo que convierte a The Lodge en una experiencia enrarecida de principio a fin, alentada por la enigmática presencia de la siempre fantástica Riley Keough. Es muy interesante e inteligente la forma en la que el film maneja su personaje, siendo al principio alguien esquivo pero muy presente en la narración, incluso revelándonos su pasado antes de poder ponerle cara, para luego sumergirnos en su psique conforme su cordura comienza a tambalearse frente a dos niños convenientemente repelentes, encarnados por el omnipresente Jaeden Martell y por Lia McHugh.


The Lodge requiere un esfuerzo, no tanto por su ritmo pausado como por el ejercicio de suspensión de credulidad que debe realizarse respecto a algunos aspectos de la trama. Si se supera, se podrá disfrutar de un relato tenebroso (que no terrorífico) que aborda cuestiones tan inquietantes como la influencia negativa de la maternidad, el fanatismo religioso, o la fragilidad de la estabilidad emocional cuando hay un trauma latente que puede reaparecer si se tocan las teclas adecuadas.

7/10

19/5/20

Lucy in the Sky – Sin diamantes



Dir.: Noah Hawley
Int.: Natalie Portman, Jon Hamm, Dan Stevens, Zazie Beetz, Pearl Amanda Dickson, Ellen Burstyn, Colman Domingo, Tig Notaro, Jeffrey Donovan
¿De qué va?: La astronauta Lucy Cola regresa a la Tierra después de una experiencia trascendental durante una misión espacial, y empieza a perder el contacto con la realidad en un mundo que ahora parece mucho más pequeño.

Reseña: Noah Hawley es el creador de dos de las series más sugestivas de los últimos años: Fargo y Legión. Con la primera consiguió capturar la esencia autoral de los hermanos Coen y aplicarla en una antología que solo cogió de la película original lo justo y lo necesario, mientras que la segunda es una inclasificable historia de superhéroes visualmente apabullante, compleja y muy diferente a todo lo que se ha hecho en el género. En definitiva, Hawley ha hecho suficientes méritos en televisión como para generar  una gran expectación de cara a su salto al cine. Lamentablemente, Lucy in the Sky es un fiasco de proporciones cósmicas.


Ligeramente inspirada en un caso real, la premisa de la película es muy prometedora: tras una incursión espacial, una astronauta llamada Lucy empieza a percatarse de lo mundanal que es todo lo que le rodea, incluso su propio marido, y está deseosa por embarcarse en la próxima misión. El único que parece comprenderla es un compañero de trabajo por el que empieza a sentir una fuerte atracción, pero todo empezará a ir de mal en peor para la estabilidad emocional de Lucy. La ambientación setentera del film es llamativa, pero el director abusa del recurso del cambio de formato de la imagen para transmitir la claustrofobia de su protagonista cuando está en la Tierra, en contraste con la amplitud que le proporciona el espacio exterior. Su intención es tan obvia y reiterada que pierde toda la fuerza que debería tener, al igual que una trama que tira por derroteros frívolos y se torna aburrida hasta llegar a un tercer acto más entretenido pero bastante ridículo.


Natalie Portman maneja un material que en cierta manera recuerda a Cisne negro (2010): una persona obsesionada con alcanzar la perfección en su trabajo que se ve amenazada por una compañera (Mila Kunis entonces, Zazie Beets ahora) y empieza perder el contacto con la realidad. Dicho esto, su interpretación en Lucy in the Sky parece la versión Scary Movie de la que le reportó un muy merecido Oscar. El guion no ayuda, ni la peluca, ni la sobreactuación a la que se ve arrastrada en el tercio final, pero es que resulta imposible empatizar con un personaje tan antipático, algo que siempre es difícil de conseguir, pero no imposible. Jon Hamm, Dan Stevens, Zazie Beetz y Ellen Burstyn pululan por la pantalla con la misma cara de incredulidad que se nos queda a los propios espectadores. Cómo algo con tan buen punto de partida pudo acabar tan mal. A veces la magia del cine sale rana.

3/10

17/5/20

O.C: Cautivos del mal (1952)

¿De qué va?: En Hollywood, el guionista James Lee Bartlow, la actriz Georgia Lorrison, y el director Fred Amiel se niegan a hablar con el magnate Jonathan Shields en el momento de su declive. El productor Harry Pebbel los reúne para saber de dónde proviene el rencor que los tres sienten hacia Shields.

Reputación: Se dice, se comenta, que el ambicioso productor cinematográfico que retrata Cautivos del mal (The Bad and the Beautiful) está inspirado en Orson Welles, Val Lawton (responsable de éxitos de la RKO como La mujer pantera o Yo anduve con un zombi) y David O. Selznick, que estuvo detrás de producciones como Lo que el viento se llevó (1939) y King Kong (1933). Preocupado por lo que pudiese contar la película de Vicente Minnelli, Selznick pidió a uno de sus abogados que la viese para comprobar si contenía algo ofensivo sobre él. A pesar de los paralelismos entre su vida y la del personaje encarnado por Kirk Douglas, el abogado determinó que no existía una base sólida para interponer una demanda. Cautivos del mal ha sido el film que más Oscar ha ganado sin haber sido nominado en la categoría reina, cinco en total. De hecho, ganó todos a los que aspiraba (actriz de reparto, guion, vestuario y fotografía y dirección artística en blanco y negro) salvo el de actor principal; Douglas perdió contra Gary Cooper por Solo ante el peligro (1952). Con 9 minutos y 32 segundos de presencia en pantalla, la actuación de Gloria Grahame se convirtió en la más corta en ganar un Oscar. Mantuvo el récord hasta el año 1976, cuando Beatrice Sraight ganó la estatuilla por su interpretación de 5 minutos en Network, un mundo implacable (1976).


Comentario: Tenía esta película en mi  lista de pendientes sin recordar muy bien cómo supe de ella, hasta que descubrí que la encantadora esposa sureña del personaje del guionista era Gloria Grahame, actriz que descubrí a raíz del biopic Las estrellas de cine no mueren en Liverpool (2017). Me alegro de haberlo hecho porque Cautivos del mal me ha parecido una notable disección de la Meca del Cine. A través de tres relatos perfectamente narrados e interpretados, echamos un vistazo a todas las miserias, las traiciones, los escándalos y las subidas y caídas que se producen detrás de las cámaras. Un director, un guionista y una actriz detestan al productor que les traicionó, pero sin el cual no gozarían del estatus que han alcanzado sus respectivas carreras. Porque la magia del cine, el amor y la pasión que despierta, hacen que todo el sufrimiento que conlleva merezca la pena, y por eso Cautivos del mal acaba siendo un homenaje a una figura tan controvertida como indispensable en el séptimo arte como es la del productor.

Próximo visionado: El bueno, el feo y el malo (1966)

16/5/20

En la autopista – Bebé y vagabundo



Dir.: Logan Marshall-Green
Int.: Ethan Hawke, Elaine Hendrix, Diane Gaeta, Betty Gabriel, Chris Sullivan
¿De qué va?: Russ Millings es un ex convicto que acaba de salir de prisión, tras 20 años de condena. Una noche, cuando saca la basura de su lugar de trabajo, escucha los gritos de un bebé, provenientes del contenedor.

Reseña: Logan Marshall-Green es un actor que parece que nunca va a lograr desprenderse de la etiqueta de “marca blanca de Tom Hardy”. Y es una pena, porque aunque no consiga acceder a los proyectos del nivel que le ofrecen a este último, ha participado en películas tan estimulantes como La invitación (2015) o Upgrade (2018), esta última con un argumento similar a Venom (2018) pero mucho mejor. Upgrade fue producida por Blumhouse, que también ha financiado la película con la que Marshall-Green ha debutado como director y guionista: En la autopista (Adopt a Highway). A diferencia del grueso de títulos de la productora, no se trata de un film de terror, sino de un drama pequeñito sobre Russ Millings, un hombre que sale de prisión tras cumplir una condena de 20 años.


Al principio de la película se explica cómo Russ fue víctima de la conocida como ley de los tres strikes, ya abolida en muchos estados norteamericanos, y que consiste en que alguien puede ser condenado a una larga sentencia en prisión por un delito grave si ya había cometido dos infracciones anteriormente. Junto a ello se muestra la forma en la que los ex-convictos son recolocados en la sociedad: tener trabajo y “fichar” cada cierto tiempo es esencial, pero Russ carece de una red de apoyo que le guíe en un mundo que ha cambiado tanto en dos décadas, pues cuando se le da la oportunidad de reportarse ante las autoridades a través de correo electrónico ni siquiera sabe lo que es Internet. Sin familia ni amigos, está solo en un mundo que le resulta desconocido. Y de repente, encuentra un bebé abandonado. Una fuente de amor incondicional tan perdida como él. En vez de llamar a la policía, decide quedárselo aunque suponga un riesgo para su recién adquirida libertad.


En la autopista es una tierna historia sobre alguien que intenta recuperar una vida arrebatada durante 20 años sin hacer mucho ruido. La fantástica interpretación de Ethan Hawke hace que Russ parezca un niño asustado, ingenuo y triste, que intenta hacer las cosas bien sin tener ni idea de lo que quiere hasta que se cruza en su camino ese bebé, la primera persona de su vida que depende de él y que no le juzga. El film no llega a durar ni 90 minutos, y aunque no logre profundizar demasiado en los temas que toca, se compone de episodios diferenciados entre sí pero centrados en construir la auténtica reinserción de Russ en la sociedad. La ópera primera de Logan Marshall-Green es una pequeña victoria, modesta y poco llamativa, pero con un corazón perfectamente ubicado y funcional. Empecemos a  llamarle por su nombre y no por su parecido físico con otro actor.

6’5/10

10/5/20

Crónica del D’A Film Festival 2020 (2/2)

La gran y más comentada sensación de esta edición del D’A Film Festival ha sido sin lugar a dudas My Mexican Bretzel, un documental de Nuria Giménez Lorang que cuenta a través de imágenes caseras la relación de Vivian y León Barrett entre los años 40 y 60 del siglo pasado. La originalidad viene a través de la forma en la que está contada, con una voz en off presente únicamente en subtítulos y con el  acompañamiento sonoro de efectos muy concretos. Si entran en el juego, disfrutarán mucho de una historia cortada por el mismo patrón de los grandes melodramas clásicos de Hollywood, con una lúcida reflexión sobre la construcción de la realidad y la importancia de lo ficticio en nuestras vidas. A mí particularmente se me atragantó a mitad del metraje su peculiar estilo narrativo, pero le reconozco su mérito y valor.



Otra película entre autobiográfica y experimental dentro de la programación del D’A Film ha sido La educación sentimental de Jorge Juárez. El film mezcla imágenes de un malogrado documental sobre el proyeccionista de un cine poco antes de la digitalización de las salas con las que plasman la relación de su director y protagonista con su novia, concretamente el distanciamiento que se produjo entre ambos tras pillarles de lleno la crisis económica al terminar la universidad. La película es una amalgama de ideas, historias y sensaciones en torno al fin de la ingenuidad y el celuloide para dar paso a una vida adulta complicada, gris y con menos encanto. Me interesa porque he pasado por muchas de las situaciones que se reflejan en ella (un voluntariado europeo como válvula de escape a una España decadente, la fascinación por el cine en 35 mm…) pero creo que su alcance es corto y muy pocos lograrán conectar con ella.



Las filmaciones caseras se han adueñado de esta edición del D’A Film. En Las buenas intenciones, la argentina Ana García Blaya parte de grabaciones de su infancia que introduce en la propia película para relatar el momento en el que su madre encuentra una vida mejor fuera del país, lo que provocaría que tanto Ana (Amanda en el film) como sus dos hermanos ya no podrían pasar tanto tiempo con su padre, que lleva años separado de su madre. Las buenas intenciones es una película muy sencilla pero muy tierna, una carta de amor que le dedica García Blaya a su padre, todo un personaje al que encarna Javier Drolas con muchísimo carisma. Es de ese tipo de personas despreocupadas que tienen el don de caer siempre de pie, pero con la que es muy complicado enfadarse, y con unas amistades a cada cual más peculiar. El cariño con el que Ana/Amanda mira a su progenitor es contagioso y se adueñe de este estupendo film.



Monsters es una película rumana dirigida y escrita por el debutante Marius Olteanu que sigue los pasos de una pareja en crisis. Mientras ella pasa la noche en un taxi, él acude a un encuentro con un hombre que ha conocido a través de una aplicación. Monsters versa sobre cuando en una relación llega el momento de decidir si merece la pena seguir engañándose a uno mismo, ya sea por comodidad, por miedo a lo que vendrá después o por presión social. Olteanu desvela de forma pausada y haciendo un inteligente uso de los cambios de la relación de aspecto de la imagen el conflicto interno de sus personajes, al tiempo que demuestra una gran habilidad a la hora de plasmar situaciones cotidianas, como las interacciones con el vecino pesado o el egoísmo y la despersonalización que se suele producir en los encuentros sexuales concertados por la red. Los protagonistas, Judith State y Cristian Popa, están fantásticos. En definitiva, una ópera prima muy sólida y notable.



Otro debut presente en el D’A Film es el de Mamen Díaz y su Violeta no coge el ascensor, película inspirada en Hannah Takes the Stairs (2007). Violeta Rodríguez, hija de David Trueba y Ariadna Gil, toma el testigo de Greta Gerwig encarnando a una joven que pasa el verano en Madrid como becaria de una editorial, donde se verá metida en un conflicto sentimental con dos compañeros de trabajo. La película es el mumblecore (subgénero del cine indie americano caracterizado por la naturalidad y el bajo coste) trasladado al cine español. Aunque al principio chirría que en algunas escenas aparezca la claqueta o la propia directora dando indicaciones a sus actores, al final no queda mal, y le da a la producción ese toque de “película hecha con los colegas” que en realidad es. No es gran cosa pero, al igual que La virgen de agosto (2019), retrata el verano en Madrid como algo más maravilloso de lo que seguramente sea, se le coge cariño a algunos personajes (ojalá un spin-off sobre la compañera de piso de Violeta) y retrata bastante bien la confusión millennial.



Los lobos de Samuel Kishi es un film mexicano sobre dos niños de 8 y 5 años que viajan con su madre de México a Alburquerque. Cuando llegan a territorio norteamericano, la madre se marcha cada día a trabajar prohibiendo a sus hijos que salgan del departamento donde residen, por lo que los críos tendrán que hacer uso de su imaginación para no aburrirse, con la esperanza de que algún día su madre cumpla su promesa de llevarles a Disneylanda. Los lobos ha sido definida como la The Florida Project (2017) mexicana, aunque también tiene un poco de Nadie sabe (2004). Con todo, la película de Kishi tiene suficiente personalidad propia, una producción muy cuidada, acertados insertos animados y unos niños protagonistas (y una casera asiática) muy entrañables. Como retrato de una situación extrema y dramática desde el ingenuo punto de vista infantil es tal y como se puede esperar, pero igualmente funciona a todos los niveles.



Por último llegó A Stormy Night, la película de clausura del festival. El debutante David Moragas dirige, escribe y co-protagoniza esta historia en la que da vida a Marcos, un documentalista que se queda atrapado en Nueva York por culpa de una tormenta. Marcos es rescatado por una amiga, que aunque no está en la ciudad, le invita a pasar la noche en su casa, donde también vive un amigo suyo. En la presentación de la película, Moragas declara que su película es un homenaje a las comedias románticas con las que creció, sobre todo las de Julia Roberts, aunque la verdad es que no hay nada de eso aquí. Los nombres de Woody Allen y Agnès Varda también son invocados a lo largo del film, pero su influencia no es demasiado acusada. A Story Night es el choque frontal que se produce entre dos personajes con personalidades tan opuestas como sus ideas acerca del amor, las relaciones, el trabajo y la vida, lo cual debería incentivar una atracción sexual que se ve mermada por la escasa química que hay entre los actores. Se agradece que no caiga en algunos de los lugares comunes del cine de temática homosexual, pero termina siendo una propuesta más ambiciosa de lo que consigue abarcar.



Y esto es todo lo que ha dado de sí el D'A Film Festival para un servidor. Ojalá volver a experimentarlo de nuevo, pero ya de forma presencial.

8/5/20

O.C: Cuentos de Tokio (1953)

¿De qué va?: Un matrimonio de ancianos afincado en la zona más rural de Japón decide iniciar un viaje a la gran ciudad, Tokio, para visitar a sus hijos a los que llevan muchos años sin ver. Cuando la pareja llega a la ciudad no obtienen el recibimiento que esperaba. Los hijos, incapaces de seguir con su vida y atender a sus padres, envían a estos a un balneario. El único miembro de la familia que parece interesarse un poco por ellos es Noriko, una nuera que quedó viuda al morir su hijo, años atrás.

Reputación: El director Yasujirō Ozu y el guionista Kogo Noda escribieron el libreto de Cuentos de Tokio durante una estancia de 103 días en una posada de campo. A partir de ahí, el rodaje y el montaje avanzaron tremendamente rápido, por lo que la producción duró un total de cuatro meses. El film se basó, levemente, en la película americana Dejad paso al mañana (Leo McCarey, 1937). Fue Noda quien sugirió la adaptación de la película, pues Ozu no la había visto. En la cinta se puede apreciar el uso del conocido como plano “tatami-mat”, por el cual la cámara graba a baja altura y se mantiene estática en todo momento. Debido a la utilización de este plano tan característico de Ozu, todos los sets tuvieron que construirse con techos. Tras su estreno en Japón, el film no ganó reconocimiento ni viajó fuera de sus fronteras por ser considerada “demasiado japonesa”. Años más tarde, en 1957, fue proyectada en Londres, y en 1972 en Nueva York, siendo alabada por todos los críticos que la vieron. En 2012, fue elegida como la mejor película de todos los tiempos en una encuesta a directores de cine realizada por la revista Sight & Sound. Siendo una película que se pone del lado de los padres, no es sorprendente saber que Ozu nunca se casó y vivió con su madre durante toda su vida. En 2013 se estrenó un remake, Una familia de Tokio, dirigida por Yôji Yamada, que no tuvo mala acogida.


Comentario: Nunca había visto una película de Ozu antes, aunque le conocía principalmente por la serie documental The Story of Film: An Odyssey (2011) y por las comparaciones que se suelen hacer de su cine y el de Hirokazu Kore-eda. El símil es evidente, dado el interés de ambos cineastas por retratar el costumbrismo japonés, así como la complejidad de los lazos familiares que se establecen en el seno de las estirpes niponas. Cuentos de Tokio es un relato sencillo a través del cual salen a relucir multitud de rasgos de la cultura japonesa, como el pudor a la hora de expresar emociones o pedir ayuda, la vergüenza y el derrotismo que sintió la nación tras perder la guerra, la resignación ante la soledad o algo tan universal como la desatención a los padres cuando estos se hacen mayores. Dura unas dos horas y cuarto pero nunca se hace pesada o aburrida porque desde el primer momento se establece una conexión con esa entrañable pareja de ancianos, además de estar bellamente rodada, con esos planos en los que parece que los personajes hablan directamente a cámara. En resumidas cuentas, una maravillosa delicia.

Próximo visionado: Cautivos del mal (1952)

6/5/20

Huérfanos de Brooklyn – Rascacielos de ambición



Dir.: Edward Norton
Int.: Edward Norton, Gugu Mbatha-Raw, Willem Dafoe, Alec Baldwin, Bruce Willis, Bobby Cannavale, Cherry Jones, Ethan Suplee, Dallas Roberts, Michael Kenneth Williams
¿De qué va?: Lionel Essrog  es un detective privado con una extraña peculiaridad: padece el síndrome de Tourette. Tras la muerte de su mejor amigo y mentor, Frank Mina, a manos de un asesino desconocido, decide investigar, teniendo que enfrentarse a matones, a la corrupción y al hombre más peligroso de la ciudad para honrar a su amigo y salvar a la mujer que podría ser su propia salvación.

Reseña: Edward Norton tiene fama de actor complicado. Es la razón más probable de que su carrera se haya desinflado en la última década, aunque se haya sumado al selecto grupo de intérpretes fetiche de Wes Anderson y pese a su nominación al Oscar por Birdman (2014), donde su encarnación de un actor controlador, irritante y pagado de sí mismo fue celebrado como una auto parodia. No deja de ser curioso que alguien con esta reputación solo haya tenido hasta hace nada una experiencia detrás de las cámaras, y para más inri, en una comedia romántica tan naíf como Más que amigos (2000). Su segunda película como director y primera como guionista, Huérfanos de Brooklyn (Motherless Brooklyn), es una producción mucho más ambiciosa... pero quizás demasiado.


Norton no solo se ha encargado de dirigir y adaptar para el cine el libro homónimo de Jonathan Lethem, sino que también se ha agenciado el papel protagonista, el de un detective privado con síndrome de Tourette cuando a este ni siquiera se le había dado un nombre. Estamos en el Nueva York de los años 50 y el mentor de Lionel (Norton) ha sido asesinado mientras trabajaba en un misterioso caso. Es entonces cuando empezará a tirar del hilo hasta destapar una trama de especulación inmobiliaria que evidencia cómo las minorías fueron forzadas a abandonar sus hogares  en pos del aburguesamiento del corazón de la Gran Manzana. Huérfanos de Brooklyn emula el noir clásico con una cuidada ambientación de época, detectives atormentados, secretos mortales, corruptelas, una chica en peligro y mucho jazz. Sin embargo, el cóctel no resulta tan emocionante como parece, por culpa sobre todo de un guion con tendencia a desarrollar la trama con diálogos explicativos, que por muy bien que expongan el contexto no resultan especialmente cautivadores.


No es solo un problema de que a la película le falte acción, que también, sino de que tampoco es capaz de ofrecerle a su lujoso elenco un material con el que pueda lucirse, exceptuando al propio Norton; el síndrome de Tourette de su personaje no resulta demasiado forzado, y da pie a la mejor escena del film, en el que da rienda suelta a sus tics al ritmo de un concierto de jazz. La banda sonora de Daniel Pemberton, ganadora del Globo de Oro, está muy bien, así como el tema que ha compuesto Thom Yorke para la ocasión, pero en general, a Huérfanos de Brooklyn le pesa como una losa su propia ambición, y como muestra un botón: dura 144 minutos. A este misterio con trasfondo social le sobra metraje, personajes desaprovechados e ínfulas de gran cine. Como diría Rosalía… “¡madre mía Edward Norton bájale!”.

5’5/10

5/5/20

Crónica del D’A Film Festival 2020 (1/2)



Debido a la crisis del coronavirus, muchos festivales de cine han sido aplazados con la esperanza de poder celebrar su edición del 2020 antes de que acabe este aciago año. No es el caso del D’A Film, un festival barcelonés que ha tomado la valiente decisión de mantenerse estoico en sus fechas, pero trasladando la programación al streaming a través de Filmin. Cumpliendo el refrán que reza “no hay mal que por bien no venga”, esta iniciativa nos brinda a quienes no vivimos en la ciudad condal a conocer y disfrutar del festival. Mi idea original era verme dos o tres películas de su programación de 65 títulos y al final, entre lo que se encuentra rebuscando en el programa y las recomendaciones que llegan de las redes sociales, terminaré visionando bastantes más. Entre esta crónica y otra que llegará en la clausura del festival, haré un recorrido por todo lo que he llegado a ver en él.

Comenzamos con la película que inauguró el festival, Habitación 2012, la nueva película de Christophe Honoré (Vivir deprisa, amar despacio). Se trata de una comedia dramática sobre María (estupenda Chiara Mastroianni), una mujer que, tras tener una pelea con su marido al descubrir este que le era infiel, va a pasar la noche a un hotel enfrente de la casa donde viven. Como si de un Cuento de navidad sexual se tratase, María recibirá en su habitación la visita de diferentes personajes del pasado amoroso de ambos que le ayudarán a tomar una decisión sobre su matrimonio. La película empieza muy arriba pero conforme pasan los minutos va perdiendo la chispa, y aunque su reflexión acerca del amor presente, pasado y futuro contiene lecturas interesantes, su juego de espejos y fantasmas se queda a medio gas.



Hay que tener cuidado al hablar de Adam, pues se puede acabar de lleno en un jardín como en el que se mete la propia película. El debut en la dirección de Rhys Ernst, productor de Transparent, es la adaptación al cine la una novela homónima de Ariel Scharg que versa sobre un adolescente que pasa el verano del año 2006 en Nueva York con su hermana y los amigos de esta, quienes están metidos de lleno en el movimiento activista LGTBIQ. Al chico, que tiene las hormonas desatadas, se le ocurre la brillante idea de hacerse pasar por transgénero para ligar con una chica lesbiana. La película ha causado controversia en Estados Unidos, en parte por su propio contenido y en parte por el maltrato que recibieron los extras trans durante el rodaje. No creo que la película sea tan abominable como la pintan, pero sí que ofrece una imagen muy estereotipada y falocéntrica de las lesbianas, el guion se inventa cosas para no condenar los actos del protagonista, forzando la empatía hacia él, y la realización es plana tirando a cutre-televisiva. La verdad es que no me queda claro si es o no tránsfoba, así que solo añadiré que lo mejor es que sale Margaret Qualley.



De momento la película que más me ha gustado del festival ha sido Una vez más, pero porque siento que está hecha a partir de películas que me gustan mucho. La ópera prima de Guillermo Rojas versa sobre Abril, una chica que emigró a Inglaterra cuando empezó la crisis económica y que vuelve a su Sevilla natal por unos días. Allí se reencontrará con Daniel, su ex pareja, con el que pasará un día recorriendo la ciudad, poniéndose al día, rememorado sentimientos pasados y replanteándose su futuro. Las referencias de Rojas son más que evidentes: la trilogía Antes de… de Richard Linklater, Jonás Trueba, Woody Allen y muchas de las películas románticas de culto de los últimos años. El resultado es sólido, uniforme (salvo por la acumulación de desenlaces), traza una historia de un viejo amor creíble, expone el daño que hizo la crisis económica tanto a los que se fueron como a los que se quedaron, y aprovecha todo el encanto y la belleza de Sevilla sin parecer un vídeo promocional. Además, la protagonista, Silvia Acosta, es toda una revelación.



Durante 48 horas se pudo ver Little Joe dentro del marco del D’A Film, la nueva película de Jessica Hausner (Amor fou), directora a la que el festival le dedica su retrospectiva de este año. Emily Beecham ganó el premio a mejor actriz en el último Cannes dando vida a una madre soltera que trabaja desarrollando nuevas especies de plantas. Su última creación produce un olor que garantiza sentir la felicidad cuando está bien cuidada. Sin embargo, pronto empezarán a suceder cosas que le harán pensar que su obra no es tan inofensiva como parece. A medio camino entre La pequeña tienda de los horrores (1960) y La invasión de los ladrones de cuerpos (1956), Little Joe es una inquietante y paranoico relato que cuestiona la dictadura de la felicidad y la conciliación familiar con un trasfondo de ciencia ficción. La dirección de Hausner recuerda a Yorgos Lanthimos en la utilización de largos planos sostenidos, zooms lentos y el fuera de campo, así como el uso de una música compuesta esencialmente por sonidos que generan incomodidad y muy mal rollo. Asimismo, el uso del color es exquisito. Sin embargo, el detonante de la trama arranca muy pronto y a mitad de metraje esta se torna un tanto monótona y reiterativa, y aunque el final es muy bueno, el tedio impuesto en su segunda mitad le resta impacto.



Lo mejor que he visto en el festival hasta la fecha ha sido Carne, un cortometraje brasileño que se vale de una animación muy creativa y variada para ilustrar la percepción que tienen cinco mujeres de distintas edades sobre sus propios cuerpos. Imprescindible. Otros cortos que se pueden ver en el marco del festival son Greata (Nàusea) y Gang, que ilustran, cada uno a su manera, el individualismo de las generaciones más jóvenes y su indiferencia respecto a los problemas del prójimo. La primera es tan breve y sencilla que se queda en anécdota, mientras que la segunda, famosa en las redes a cuenta de que no se corta mostrando a Àlex Monner masturbándose, muestra de forma efectiva cómo pueden producirse situaciones horripilantes como el caso de La Manada. En próximas días, continuamos con el D’A Film Festival. 



3/5/20

O.C: Pather Panchali (1951)

¿De qué va?: Apu nace en el seno de una familia pobre, en un pequeño pueblo de la India. Su padre, escritor y poeta, está casi todo el tiempo fuera de casa intentando ganar dinero. Su hermana mayor Durga y su anciana tía viven con ellos, pero la madre es quien se lleva la peor parte de la situación del clan. Obligada a vender sus posesiones personales para poner comida sobre la mesa, tiene que soportar las burlas de sus vecinos que acusan a su hija de robar fruta de sus huertos.

Reputación: Primera parte de la conocida como trilogía de Apu del director Satyajit Ray. La segunda parte, Aparatijo (1956), se centra en la adolescencia de Apu, mientras que Apur Sansar (1959) abarca su vida adulta. La palabra pather significa literalmente "del camino" en bengalí. Panchali se refiere a un tipo de canción folklórica que se cantaba en Bengala, precursora de otro tipo de canción que se llama ŷatra. A mitad del rodaje, Ray se quedó sin fondos. El gobierno de Bengal Occidental  le prestó el resto, permitiéndole completar la producción. Además, le otorgaron financiación para que pudiera completar la trilogía por orden del primer ministro de la India. Cuenta la leyenda que en el primer día de rodaje, Satyajit Ray nunca había dirigido una escena, su cámara, Surata Mitra, nunca había filmado nada, y ninguno de los niños actores había pasado por una prueba de casting. El éxito internacional de la película permitió que Ray pudiese abandonar su trabajo en una agencia de publicidad para dedicarse completamente al cine, la literatura y el arte. El negativo original de la película se quemó en un incendio en 1993. Asombrosamente, la película dañada pudo ser restaurada cuando el negativo fue rehidratado, reparado y escaneado en resolución 4K.


Comentario: Pather Panchali es costumbrismo indio. Aunque se supone que se centra en la infancia de Apu, en realidad presta más atención a su hermana y su madre, esta última encargada de mantener  la familia a flote durante las largas ausencias del progenitor. Satyajit Ray narra la historia desde una perspectiva contemplativa, convirtiéndonos en inquilinos que asistimos invisibles al día a día de esta empobrecida familia. Pese a los duros efectos que tiene la miseria en los personajes, la película se las ingenia para ser luminosa y triste al mismo tiempo, contrastando la ingenuidad y alegría de los niños con las tribulaciones de los adultos. Y qué decir de la tía abuela, un personaje tan magnífico como memorable personaje. En definitiva, Pather Panchali es la prueba de que en la India se puede hacer muy buen cine sin el "brilli brilli" de Bollywood.

Próximo visionado: Cuentos de Tokio (1953)

1/5/20

Actriz del mes: Riley Keough



Nombre completo: Danielle Riley Keough

Fecha de nacimiento: 29 de mayo de 1989

Lugar de nacimiento: Santa Mónica, California (EE.UU.)

Filmografía destacada:

Daisy Jones & The Six (Miniserie) (¿?)
The Devil All the Time (2020)
Zola (2020)

The Lodge (2019)
La música del terremoto (2019)
Noche de lobos (2018)
Lo que esconde Silver Lake (2018)
La casa de Jack (2018)
Welcome the Stranger (2018)
La suerte de los Logan (2017)
Llega de noche (2017)
Dixieland (2017)
The Discovery (2017)
American Honey (2016)
The Girlfriend Experience (Serie de TV) (2016)
Lovesong (2016)
Mad Max: Furia en la carretera (2015)
Magic Mike (2012)
El buen doctor (2011)
The Runaways (2010)


Méritos: Si unos nacemos con estrella y otros estrellados, Riley Keough nació en una de las constelaciones más luminosas del universo: hija de Lisa Marie Presley, nieta de Elvis, hijastra de Michael Jackson durante dos años. Sin embargo, nunca le interesó la música, y tras empezar a trabajar como modelo desde la adolescencia, decidió dedicarse a la interpretación, carrera donde su linaje ha pasado desapercibido por llevar el apellido de su padre, Danny Keough, bajista de la banda de su madre. Riley empezó a a hacerse notar en películas de éxito como Magic Mike (2012) o Mad Max: Furia en la carretera (2015), pero su consagración como actriz llegó cuando Steven Soderbergh, algo así como su padrino cinematográfico, la escogió para protagonizar la muy recomendable primera temporada de The Girlfriend Experience, serie en la que daba vida a una estudiante de derecho que empieza a trabajar como escort de lujo.

Al margen de Mad Max, Keough no se ha prodigado en el cine comercial de gran presupuesto. Su versatilidad y nulo pudor a la hora de participar en películas que puedan ser demasiado raras, incómodas o extremas para el gran público la han convertido en musa del cine indie y le ha llevado a trabajar con directores tan sugestivos como Andrea Arnold, Jeremy Saulnier, David Robert Mitchell, Lars von Trier. Este mes estrena en Rakuten The Lodge, film de terror que supone el debut en inglés de los austriacos Severin Fiala y Veronika Franz (Goodnight Mommy, 2015). Si el coronovarius no lo impide, este año también deberíamos poder verla en Zola, el salvaje viaje por carretera de una stripper que se presentó con éxito en el último Festival de Sundance, así como en The Devil All the Time, una producción de Netflix con reparto de escándalo: Robert Pattinson, Tom Holland, Mia Wasikowska, Sebastian Stan, Bill Skarsgård… Habrá que esperar un poco más para verla en su nueva incursión televisiva, Daisy Jones & the Six, serie producida por Reese Witherspoon para Amazon sobre el auge y la separación de una banda de rock durante la década de los 70. En definitiva, Keough tiene currículo más que suficiente para dejar de ser presentada como “la nieta de”; es más, deberíamos empezar a hablar de Elvis Presley como “el abuelo de Riley Keough”.



Extras:

Tráiler de The Lodge

iMDB No Small Parts

Justin Timberlake – TKO

Sesión de fotos para Glamour