10/2/19

La favorita – Conejos en la corte


Dir.: Yorgos Lanthimos
Int.: Olivia Colman, Rachel Weisz, Emma Stone, Nicholas Hoult, Joe Alwyn, Mark Gatiss, James Smith
¿De qué va?: A comienzos del siglo XVIII, una frágil reina Anne ocupa el trono y su íntima amiga, Lady Sarah, gobierna el país en su lugar. Cuando llega una nueva sirviente, Abigail, su carisma se gana la simpatía de Sarah, pero ésta empezará a verla como una amenaza cuando la reina caiga rendida ante sus encantos.

Reseña: Al comienzo de la película, la reina Anne debate con su amiga y consejera de toda la vida, Lady Sarah, si el amor verdadero debería ser o no incondicional. Durante las siguientes dos horas, seremos testigos de humillaciones, amenazas, conspiraciones, venganzas, ataques, mentiras, juegos sucios, manipulaciones y demás artimañas, pero en realidad, todo se basa en la búsqueda por parte de la reina de un amor que no le haga sentir tan miserable, sola y perdida en el enorme castillo en el que habita.


La nueva película de Yorgos Lanthimos es la más accesible de su filmografía, probablemente porque es la primera que no cuenta con un libreto escrito por él junto con su colaborador habitual, Efthymis Filippou, así que los diálogos gélidos y las interpretaciones impasibles brillan aquí por su ausencia. Sin embargo, toda la particular mala uva del director griego está presente, así como su habilidad para construir entornos aislados que resultan tan anacrónicos como reconocibles. La favorita se desarrolla prácticamente en su totalidad dentro del castillo y en sus inmediaciones, y muchos planos están rodados con objetivos de ojos de pez que potencian la claustrofobia del frágil ecosistema donde se mueven sus personajes. En él, la reina Anne gobierna sin tener mucha idea de lo que ocurre en su país, por lo que cede la toma de decisiones a su mano derecha, Sarah, con la que tiene una relación íntima y afectiva que se pone en peligro cuando entra en escena Abigail, una doncella que se levanta de la mierda (literalmente) dispuesta a escalar posiciones en la jerarquía social de la corte, en un principio, sin traicionar sus principios, pero en cuanto la guerra con Sarah suba de nivel, estos podrían dejar de ser tan férreos…


Pocas películas pueden presumir del lujo de contar con tres interpretaciones femeninas tan fuertes, complejas y atractivas como las que nos encontramos en La favorita. Dilucidar quién es más protagonista que las otras dos dependerá del prisma con el que se mire, o dicho en otras palabras, del punto de vista desde el que se prefiera enfocar la historia. Por un lado tenemos a la reina, con un carácter infantil, sufriendo un gran dolor tanto físico como emocional, aislada y acomplejada, en constante búsqueda de ese amor que cree necesitar para ser feliz. Por el otro está Sarah, que posee todas las dotes de liderazgo de las que carece la soberana, combativa y sumamente perspicaz. Y por último está Abigail, deseosa por tener el poder del que siempre se le ha privado por culpa de un padre irresponsable. Por ahí también hay hombres, que llevan pelucones y maquillajes más exagerados que las mujeres; bufones primitivos incapaces de jugar en la misma liga que ellas aunque lo intenten, pues solo sirven como simples peones. Anne, Sarah y Abigail son personajes tremendos y Olivia Colman, Rachel Weisz y Emma Stone están sublimes otorgándoles vida, cada una en su registro y en perfecta y fatídica sincronía.


La favorita es, al igual que la siempre reivindicable María Antonieta (Sofia Coppola, 2006), un film de época radicalmente diferente de la media del género, puesto que lo importante no es el rigor histórico, sino el viaje que realizan sus personajes a lo largo de la película, sin títulos que te expliquen lo que les depara tras el último fundido a  negro, y repleta de paralelismos con actitudes y circunstancias de la sociedad contemporánea. La película de Lanthimos es, además, una comedia divertidísima, con muchos grandes momentos, situaciones hilarantes y diálogos para enmarcar. Aunque su director no se muestre tan marciano como en sus anteriores trabajos, su impronta se nota en numerosas escenas, como ese plano final que se sirve de la yuxtaposición de imágenes para decirlo todo sin articular palabra alguna, sobre cómo acabamos siendo esclavos de nuestros impulsos, pasiones y ambiciones, hasta el punto de que nos convertimos en sombras de lo que un día soñamos ser.

9/10

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