2/1/21

Saint Maud – Ascensión



Dir.: Rose Glass
Int.: Morfydd Clark, Jennifer Ehle, Lily Knight, Lily Frazer, Turlough Convery, Rosy Sansom
¿De qué va?: Maud es una joven solitaria e introvertida que se sumerge en un camino de fe y devoción católica. Su trabajo actual se basa en cuidar de Amanda, una ex-bailarina profesional que padece un horrible cáncer. Pero la ardiente fe de Maud despierta una obsesiva convicción de que puede salvar el alma de Amanda de la condena eterna, sin importar el coste.

Reseña: La culpa cristiana es el gran invento de la iglesia católica para atrapar feligreses en busca del perdón redentor. El fanatismo religioso basado en el autocastigo, la represión y el acercamiento a Dios a través del dolor físico ha dado pie a muchísimas películas que infunden un terror muy real sobre hasta dónde puede llegar alguien por hacer lo que cree que el Señor le ordena para ganarse el cielo. La última de ellas es Saint Maud, ópera prima de Rose Glass que, más que una película de terror, es un drama psicológico profundamente perturbador.

Maud es una joven enfermera que empieza a trabajar cuidando a una ex-bailarina profesional con un cáncer terminal. Maud profesa una devoción religiosa tan grande que a veces siente a Dios cerca de ella, y cree que ha sido enviada para salvar la vida de la mujer para la que trabaja. Pero Maud no siempre ha sido así; un hecho traumático que no se termina de esclarecer provocó que cambiara completamente de vida hasta convertirse en esa parroquiana recluida y autoconvencida de que tiene una misión divina que cumplir. La directora toma elementos propios del terror sobrenatural, más concretamente del cine de posesiones, y les confiere un nuevo significado en esta historia compacta (no llega a los 90 minutos) y de cocción lenta que se vale de la ambigüedad para hacernos dudar de si lo que le sucede a Maud es fruto de una enfermedad mental o una auténtica llamada divina… o diabólica.

Sin embargo, Glass no está tan interesada en el misterio que rodea a Maud como en exponer las secuelas de una soledad terrible, de la utilización del dolor infringido como alivio espiritual y, en definitiva, de las consecuencias de un profundo trauma que no ha sido debidamente tratado. En su primer rol protagonista, Morfydd Clark está fantástica; una interpretación que se mueve entre lo inofensivo y lo aterrador, la desesperación y el éxtasis, directamente emparentada con la Isabelle Adjani de La posesión (1982), la Sissy Spacek de Carrie (1976) y la Anya Taylor-Joy de La bruja (2015). Jennifer Ehle también está estupenda como esa mujer rota cuya alma Maud se empeña en salvar aunque ella no esté por la labor.

Saint Maud sufrirá la ira de quien se acerca a ella buscando terror convencional. Apenas tiene sustos, pero los que hay son tremendos y están al servicio del viaje emocional que realiza su protagonista. Rose Glass debuta en el cine de forma portentosa con un desmoralizador estudio de personaje auspiciado por claustrofóbicos primeros planos y una serie de siniestras estampas que llevan la simbología cristiana hasta extremos insospechados. El impactante desenlace se ha ganado a pulso un hueco en el selecto club de imágenes cinematográficas que me han traumatizado de por vida. Que Santa Maud nos pille confesados.

8/10

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