Ha renacido una aventurera

Dir.: Roar Uthaug
Int.: Alicia Vikander, Daniel Wu, Dominic West, Walton Goggins, Kristin Scott Thomas, Derek Jacobi, Alexandre Guillaume
¿De qué va: Lara Croft es una joven de 21 años que decidió no seguir la senda de su padre y, en lugar de dirigir su imperio empresarial, se gana la vida trabajando como repartidora. Pero, tras un importante descubrimiento, decide investigar la desaparición de su progenitor, que lleva siete años en paradero desconocido. Así, viaja a la última localización en la que estuvo: una misteriosa isla de algún lugar de la costa de Japón.

Reseña: Aunque algunos consideren que Lara Croft se inventó para “excitar a la muchachada”, Tomb Raider es una saga esencial en la historia de los videojuegos. Crecí con ella, he jugado a todas las entregas, desde la primera a la última, pues desde que era un chavalín siempre he sentido fascinación por esta heroína poligonal, y no porque estuviese buena, sino porque se recorría el mundo en busca de artefactos mitológicos, resolviendo intrincados puzles y enfrentándose a todos los mercenarios, animales y monstruos que se le plantaban delante, armada con sus dos icónicas pistolas. Era guapa y sexy, pero su destreza e inteligencia era lo que le permitía salir airosa de cada situación. Con los años, la saga ha tenido que reinventarse en varias ocasiones para evitar el estancamiento, siendo el ‘reboot’ más radical y refrescante el experimentado en 2013, en un juego que reimaginaba los orígenes de Lara Croft, antes de ser la arqueóloga todoterreno que todos conocemos. Si quería mantener su lugar privilegiado en el siglo XXI, Lara tenía que adaptarse a los nuevos tiempos, despojándose de su aparente invulnerabilidad para resultar más cercana y humana.

De la misma forma que el Tomb Raider de 2013 relanzó la franquicia en las videoconsolas, la película recién estrenada toma como base su argumento para hacer lo mismo en el cine. Ahora, Lara ya no es una arrogante millonaria con las facciones de Angelina Jolie que da puñetazos a tiburones y que se entretiene peleándose con robots enormes en su mansión, sino una chavala de a pie, resolutiva, sin demasiado interés por la mitología y que reniega de su herencia millonaria, pero que se embarca en un viaje en busca de respuestas acerca de la desaparición de su padre. Una vez más, Lara tiene asuntos paternofiliales sin resolver, porque parece que esa es la única manera de dotar de un arco dramático a esta loba solitaria, pero esta vez, el conflicto es tan sólido como el conjunto de la propuesta, sin ponernos muy exigentes. Las mejores partes están extraídas directamente del videojuego en el que se inspira, aquellas en las que Lara debe hacer frente a un entorno hostil, llevándose muchas hostias por el camino pero curtiéndose para convertirse en la superviviente que está llamada a ser. La película no expone tan bien como el videojuego la evolución que experimenta, pasando de ser una muchacha asustadiza a una luchadora nata, pero está ahí y otorga emoción al espectáculo.

Que la saga cinematográfica de Resident Evil diese para seis entregas fue en buena parte gracias a su protagonista, Milla Jovovich, y al entusiasmo con el que siempre se implicó en ella. Lo mismo se podría decir aquí de Alicia Vikander pues, lejos de quedarse en piloto automático, la oscarizada actriz se deja la piel, da la talla cuando tiene que entrar en acción y refleja estupendamente la mezcla de determinación y fragilidad que demanda el personaje. El resto de personajes se limita a cumplir su función en la historia, sin sorpresas, porque casi todo lo que ocurre se ve venir, lo que puede provocar que algunos pequeños pero significativos alicientes pasen desapercibidos, como lo estupendo que es que la protagonista no tenga ni necesite un interés romántico (recordemos que en las películas previas Lara tuvo dos, encarnados por Daniel Craig y Gerard Butler, ni más ni menos).

Decir que esta pueda ser la mejor adaptación de un videojuego jamás hecha no es que sea un gran logro, pero sus virtudes resultan más significativas cuando la comparamos con, por ejemplo, la reciente y nefasta Assassin’s Creed. Porque a diferencia del filme protagonizado por Michael Fassbender, Tomb Raider es muy entretenida, nunca da vergüenza ajena, en ningún momento pretende ser trascendental, no comete ninguna barbaridad respecto a su referente y, aunque tenga algún efecto digital, en general se siente artesanal, como aquellas grandes películas de aventuras de Hollywood de antaño rodadas en decorados fastuosos y selvas reales, sin pantallas verdes. No aporta gran cosa al género, pero es lo suficientemente efectiva como para que no solo pueda ser disfrutada por los fans, dejando margen para que Lara Croft crezca en una plausible continuación en la gran pantalla. Y si la taquilla no se lo permite, siempre nos quedará el videojuego, que en septiembre llegará una nueva entrega con la que podremos volver a experimentar en primera persona las hazañas de esta infatigable heroína.

7/10