Dir.: Rich Moore, Phil Johnson
¿De qué va?: Ralph y su amiga del alma Vanellope abandonan el salón recreativo para arriesgarlo todo viajando por el gigantesco Internet, en busca de una pieza de repuesto que salve Sugar Rush, el videojuego de Vanellope, de ser desenchufado para siempre.
Reseña: Hace seis años, ¡Rompe Ralph! demostró que Disney podía hacer cine de animación de calidad y taquillero al margen de Pixar, aunque su éxito se quedase en nada comparándolo con el tsunami que provocaría Frozen un año después. Sin embargo, la película fue suficientemente popular como para suscitar interés por esta secuela que nos llega ahora en la que Ralph y Vanellope pasan directamente de los recreativos a Internet, saltándose la consola portátil y de sobremesa, o lo que es lo mismo, más de dos décadas de evolución en el entretenimiento electrónico. Con esta premisa, Ralph rompe Internet se convierte en una suerte de versión animada de la era 2.0 de Los visitantes (1993), aquella comedia gala en la que Jean Reno y Christian Clavier encarnaban a dos hombres de la Edad Media que viajaban al siglo XXI, dando pie a multitud de malentendidos y choques culturales.
Ralph rompe Internet corría peligro de convertirse en una sucesión de chistes a costa del ciberespacio, y en parte lo es, pero la forma en la que sus responsables han traducido la red en una gran urbe avanzada plagada de autopistas de información, logotipos y servicios la emparenta directamente con la brillante forma en la que Del revés (2015) representaba los sentimientos y pensamientos humanos, así como con distopías futuristas como Metrópolis (1927) o Blade Runner (1982). La fugacidad de la fama en la era de la viralidad y del meme, la dependencia tecnológica, la necesidad de la distracción constante o el “haterismo” son plasmados en la cinta con ingenio, gracia y puntería. Incluso el pasaje en el que Disney aprovecha para hacer autobombo de sus franquicias, pese a lo gratuito que resulta, contiene cameos divertidos y la tan promocionada fiesta pijama de princesas, cumpliendo con las expectativas generadas con unas saludables dosis de autocrítica.
Sin embargo, lo más valioso de la película reside en cómo está tratada la amistad entre Ralph y Vanellope. Porque es muy valiente y necesario que Disney, sello que siempre ha recalcado desde sus orígenes los valores de la amistad, advierta a los más jóvenes (y a los que ya no lo son tanto también) de los peligros que conllevan las relaciones tóxicas; aquellas que, alentadas por la inseguridad, el miedo a la soledad y el egoísmo, lastran el desarrollo individual y colocan a las personas en una incómoda posición de dependencia mutua y de falsa deuda con el otro. En este aspecto, la película vuelve a dar de lleno al utilizar metáforas visuales potentes y comprensibles para integrar en la acción y el espectáculo el mensaje que quiere transmitir a la audiencia.
Ralph rompe Internet es una secuela continuista y renovadora que, al igual que la cinta original, tiene amplia capacidad para gustar tanto a los jugones como a los neófitos. Justifica su razón de ser desarrollando y expandiendo los temas que ya estaban en la cinta original, y aunque reduzca la participación e importancia de los personajes de Felix y Calhoun que tan buenos momentos nos dieron en ¡Rompe Ralph!, presenta nuevos secundarios que se dejan querer, siendo tan curioso como positivo que el papel de villano esté reservado para el monstruo de la inseguridad; un bicharraco que nos acecha a todos por igual, ya sea cuando nos invade el miedo de alejarnos de las personas que creemos necesitar más, o cuando nos asomamos a ese precipicio tan profundo, absorbente y fascinante como es Internet.
8’5/10
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