11/12/16

Oda a un amor de juventud

Poster La reconquista

Dir.: Jonás Trueba
Int.: Francesco Carril, Isaso Arana, Aura Garrido, Pablo Hoyos, Candela Recio
¿De qué va?: Olmo y Manuela experimentaron su primer amor juntos a los 15 años. Ahora, recién llegados a la treintena, se reencuentran bajo el cielo de una noche de invierno en Madrid, permitiéndoles recordar y reavivar los sentimientos que despertaron en ellos cuando eran niños.

Reseña: ¿De qué hablan las canciones cuando decimos que hablan de nosotros? Hablan de amores que duelen, de viejas llamas que no se han extinguido del todo, de personas del pasado que se han convertido en extraños, de efímeros exilios románticos, de pasiones tan ilusas como descomunales. La reconquista, el cuarto largometraje de Jonás Trueba, es la canción de todas las canciones, un concierto en tres actos que empieza por el final y termina por el principio, en el que los temas de Rafael Berrio se encargan de verbalizar lo que los personajes no se atreven a decir, porque conforme nos vamos haciendo mayores perdemos naturalidad en favor de un civismo que va acorde con los compromisos y las responsabilidades que vamos asumiendo con los años.

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Pero empecemos por el principio, o mejor dicho, por ese iniciático desenlace y esos paseos por una invernal Madrid que nos remiten irremediablemente al reencuentro de Jesse y Céline en Antes del atardecer, aunque Olmo y Manuela (fantásticos y transparentes Francesco Carril e Isaso Arana), no tienen tanta cháchara como aquellos, ni están interesados en filosofar sobre la vida y el mundo, sino en averiguar en quién se ha convertido esa persona con la que descubrieron el sabor agridulce del amor quince años atrás, con una carta en la que su autor no se reconoce como catalizador de la velada. Y la noche fluye de forma espontánea y vulgar, como ocurre en la vida real: un primer tanteo en un bar vacío, un puñado de castañas, unas copas que ayudan a liberar tensiones, reencuentros imprevistos que dan un vuelco al devenir de la noche, silencios que pasan de ser incómodos a cómplices y una despedida extraña que da paso a un viaje hacia la vida real, en la que parece que todo sigue su curso y que nada ha cambiado… o tal vez sí.

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Tras el interludio que nos proporciona la serenidad de la bellísima Aura Garrido, nos embarcamos en un viaje a un pasado bucólico, a cuando la timidez era producto de la escasa experiencia y no del miedo a fracasar o a pasar vergüenza, a cuando nos escribíamos notitas en clase y empezamos a experimentar el amor deseando que fuese tan bonito y nos hiciese tan felices como a esas parejas que veíamos en las películas de Meg Ryan. Algunos dirán que este tramo era innecesario, que siempre es mejor sugerir que mostrar, y puede que no les falte razón, pero se perdería el contraste entre un tiempo y otro, junto a la constatación de que, a pesar de que Manuela y Olmo siguen siendo más o menos los mismos (pese al escaso parecido entre los actores jóvenes y sus homólogos adultos), ella no ha tenido que rebajar sus altas expectativas respecto a la vida, mientras que él ha aprendido a ser descreído y contenido a golpe de fracaso amoroso.

La reconquista

La reconquista es fruto de la madurez creativa y artística de Jonás Trueba, director con una voz y una poesía únicas, cuyo cine tal vez nunca llegue a ser tan mediático como el de su tío o el de su padre; ni falta que le hace, porque así, rodando entre amigos y sin la presión de tener que llegar un público amplio, goza de libertad para experimentar y hacer las películas que él quiere hacer, que desafían tanto al espectador como al cine convencional. La reconquista tiene un poco de cada uno de sus trabajos previos, también de sus referentes cinéfilos, cada vez más diluidos y homogéneos,  y nos engaña a todos haciéndonos creer que su título hace alusión a un romance al que se le da una nueva oportunidad, cuando en realidad lo que se pretende rescatar es la ingenuidad perdida, esa sensación romántica de que todo es posible en un futuro que aún no está escrito. Vivir es más fácil siendo un iluso.

8’5/10

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