11/1/20

El faro – Calcinados por la luz



Dir.: Robert Eggers
Int.: Robert Pattinson, Willem Dafoe
¿De qué va?: Un veterano farero y su joven ayudante deberán convivir durante cuatro semanas en una remota y misteriosa isla de Nueva Inglaterra de finales del siglo XIX para mantener el faro en buenas condiciones hasta que llegue el relevo que les permitirá volver a tierra. Pero las cosas se complican cuando surgen conflictos por jerarquías de poder entre ambos.

Reseña: Robert Eggers debutó en el cine en el año 2016 con La bruja, estableciendo un precedente de aquello que los críticos americanos han bautizado como “terror elevado”: cine de género que es algo más que una sucesión de sustos y golpes de efecto. Al margen del menosprecio implícito en el concepto hacia el cine comercial, lo cierto es que La bruja fue una película que por lo general gustó más al sector cinéfilo del público que al espectador casual, el cual, básicamente, se aburrió como una ostra. Ahora, Eggers repite la jugada con El faro, otro film de género respaldado por la misma major, Universal, y que, al igual que La bruja, no es tanto una película de terror sino sobre el terror, y de cómo este actúa como salvoconducto para meterse de lleno en las fauces de la locura.


El faro arranca con dos hombres llegando a una isla remota donde deberán residir durante cuatro semanas cuidando de un faro. El mayor tiene una larga experiencia en alta mar y el otro es su aprendiz. El primero impone rápidamente la jerarquía de poder, por la cual él se encargará exclusivamente del mantenimiento del faro, mientras que las tareas más farragosas recaerán en su joven compañero. Al mismo tiempo, se producen una serie de extraños sucesos que enrarecerán y tensarán la relación entre estos dos hombres. Eggers va un paso más allá en la notable recreación histórica que realizó de la Nueva Inglerra del siglo XVII en La bruja rodando en un blanco y negro de 35 mm y con una relación de aspecto cuadrado que, además de acentuar la opresión y la claustrofobia de la historia, enfatiza la composición de cada imagen y la fuerza de cada primer plano. Eggers no llegó a rodar la nueva versión de Nosferatu que tenía planeada, pero el espíritu del expresionismo alemán se ha adueñado de El faro y se hace patente en todas y cada una de sus turbadoras imágenes.


El faro funciona tan bien a nivel visual como interpretativo. Robert Pattinson y Willem Dafoe se marcan un duelo que quedará para los anales. Es tan admirable la forma en la que Pattinson abraza el paulatino descenso a los infiernos de su personaje como la encarnación de Dafoe de ese hombre que lo empuja a ella a base de alcohol, verborrea incorregible y maneras detestables. Se pelean, se gritan, se emborrachan, se acercan, confiesan sus pecados, se distancian y, en definitiva, marcan el ritmo de una relación compleja y rica en matices que abarca desde la tiranía del sistema capitalista hasta la tensión homoerótica.


Un tercer acto siempre al filo del precipicio y demasiado reiterativo supone el único gran pero que se le puede achacar a la confirmación de Robert Eggers como “director elevado”. La mitología griega, el cine clásico, la crítica social, el freudismo, la masculinidad tóxica y las leyendas marinas se retroalimentan para dar forma a una experiencia fílmica única, atmosférica y que no dejará indiferente a nadie. Eggers deja muchas preguntas por contestar, contribuyendo a que El faro y sus impactantes visiones permanezcan rondando por nuestra cabeza durante mucho tiempo. Como ya nos pasó con las cabras por culpa de La bruja, jamás volveremos a ver a una gaviota de la misma manera.

8/10

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