26/12/18

Spider-Man: Un nuevo universo: Sentido y sensibilidad arácnida

Poster Spiderman Un nuevo universo


Dir.:
Peter Ramsey, Bob Persichetti
¿De qué va?: Miles Morales es un chaval que se convierte en Spider-Man y se cruza con versiones alternativas del trepamuros de otras realidades para detener una amenaza que les afecta a todos.

Reseña: Tras cancelar Spider-Man 4 y relanzar la franquicia con intenciones de expandirla a base de secuelas y spin-offs, Sony se llevó un chasco al ver que la película que debía dar pie a ello, The Amazing Spider-Man 2 (2014), ni cumplía con las expectativas económicas ni suscitaba demasiado interés entre la audiencia. Al estudio no le quedó más remedio que relanzar al personaje una vez más, pero esta vez en colaboración con Marvel, dando la posibilidad de que Peter Parker pudiese formar parte de su Universo Cinematográfico. Y aunque la versión de Spiderman de Tom Holland ha encajado perfectamente con la saga, parece que en el acuerdo entre Sony y Marvel la primera se reservó el derecho de poder seguir intentando exprimir al personaje en películas paralelas. Hace un par de meses aterrizó Venom, que caló mucho mejor entre el gran público que entre la crítica, y ahora llega Spider-Man: Un nuevo universo, devolviendo al personaje a la animación, ámbito en el que los de mi generación lo conocimos gracias a la serie que se emitía en los años 90.

SPIDER-MAN: INTO THE SPIDER-VERSE

En el cine, la identidad de Spiderman siempre se ha atribuido a Peter Parker, pero en los cómics, tan dados a los universos paralelos, ha recaído en diferentes versiones y personajes. Uno de ellos es Miles Morales, un chaval de raíces afroamericanas y puertorriqueñas, que asume el protagonismo de Un nuevo universo, donde acabará topándose con los Spideys de realidades alternativas, en las que la historia superheroica que comienza con la mordedura de una araña radioactiva es bien distinta, pero compartiendo el mismo sentimiento justiciero. El trío de directores formado por Peter Ramsey, Bob Persichetti y Rodney Rothman ha sabido aprovechar las oportunidades prácticamente ilimitadas que les proporciona la animación para hacer una película que es probablemente lo más parecido a un cómic en movimiento que hemos visto hasta ahora, valiéndose de una amplia gama de texturas, colores y ángulos imposibles para dotarla de una identidad única que se nutre de de los diferentes estilos de animación de los Spideys, dejando que cada uno mantenga su estilo particular: noir, cartoon, anime, cómic… Todo tiene cabida.

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La imaginería psicodélica y la pirotecnia visual de la que hace gala el film se despliega de forma apabullante y espectacular, al tiempo que  la comedia, el drama y la acción se entremezclan en la narración sin caer en el infantilismo, en la obviedad o en el embarullamiento al que siempre se prestan las tramas que se mueven entre universos paralelos, con el viaje de su héroe principal, Miles, permaneciendo siempre a flote. Su conflicto personal no se diferencia demasiado del que siempre ha perturbado a Peter Parker, aunque antes de enfrentarse a las dificultades de compaginar la vida mundana con la superheroica, primero necesita asumir y creerse que es Spideman y que está capacitado para hacer cosas increíbles. Al final, resulta que Spider-Man: Un nuevo universo es una jugada maestra por parte de Sony, porque a través del inspirador mensaje del film de que todos podemos ser Spidey y aportarle algo único, justifica tanto las diferentes encarnaciones que ha experimentado el personaje en la gran pantalla (con cariñosos tributos a las películas dirigidas por Sam Raimi incluidas) como sus ansias de amortizar los derechos que tienen sobre el personaje.

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No me atrevería a decir que Spider-Man: Un nuevo universo sea la mejor película del trepamuros, dado que soy un máximo defensor de que ese honor lo sigue ostentando Spider-Man 2 (2004), pero se queda cerca. Entre sus principales virtudes se encuentran lo revolucionario de sus formas y el cariño que profesa, no tanto al personaje en sí como a lo que representa, a sus poderes, a la ciudad de Nueva York sobre la que se balancea y a los valores que transmite: valentía, altruismo, bondad, humildad… Y no hace falta que nos pique una araña radiactiva para poseerlas, ni estar en forma, ni ser hombres heterosexuales caucásicos. Todos podemos sentirnos identificados con el amigo y vecino Spiderman, y es la mejor lección de vida que nos ha podido dejar el muy querido Stan Lee, que habría flipado en colores con la película.

8’5/10

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