29/2/20

The Gentlemen: Los señores de la mafia – Sucesión caótica



Dir.: Guy Ritchie
Int: Matthew McConaughey, Charlie Hunnam, Michelle Dockery, Hugh Grant, Charlie Hunnam, Colin Farrell, Henry Golding, Jeremy Strong, Eddie Marsan
¿De qué va?: Mickey Pearson, hombre de negocios y expatriado estadounidense, ha triunfado en Londres, gracias al tráfico de drogas. Ahora quiere vender su rentable imperio de marihuana valorado en miles de millones, pero no se lo pondrán nada fácil.

Reseña: Incluso cuando se trata de trabajos de encargo, Guy Ritchie siempre participa en la escritura de los guiones que dirige. Sin embargo, nunca se muestra tan cómodo y confiado como cuando deja Hollywood para volver a sus raíces, a contar historias de gángsters británicos. De hecho, tras el estrepitoso descalabro que supuso Barridos por la marea (2002), siempre intenta impregnar su estilo en los diferentes géneros que abarca, lo cual a veces sale bien (Sherlock Holmes, 2009) y otras no tan bien (Rey Arturo: La espada de Excalibur, 2017). Tras salir mejor parado de lo que se auguraba con su incursión Disney, Aladdin (2019), Ritchie regresa a su zona de confort para alegría de sus fans con The Gentlemen: Los señores de la mafia, otra historia de gánsteres marca de la casa con alguna que otra novedad.


The Gentlemen arranca de forma confusa, con tres o cuatro arranques diferentes, meta-diálogos y una nula capacidad de esclarecer de qué va el asunto. Todo empieza a cobrar sentido aproximadamente a la media hora de metraje, cuando se deja de tanta floritura formal y se centra en desarrollar la historia. La trama no es que sea especialmente complicada: un capo de la droga americano asentado en Inglaterra quiere retirarse y vender su negocio a un multimillonario de la forma más elegante y discreta posible, algo que obviamente no va a suceder. Las trampas, los engaños, los accidentes y las complicaciones se van sucediendo para que el lema de “nada es lo que parece” orbite desde el principio hasta el mismísimo final de la película, lo cual la convierte en un entretenimiento no especialmente profundo pero sí bastante ameno. Las trampas, los engaños, los accidentes y las complicaciones se van sucediendo para que el lema de “nada es lo que parece” orbite desde el principio hasta el mismísimo final de la película, lo cual la convierte en un entretenimiento no especialmente profundo pero sí bastante ameno. 


Tras regalarnos una de las peores interpretaciones de su carrera en Serenity (2019), Matthew McConaughey recupera el flow que lo aupó como el mejor y más carismático actor de Hollywood durante los primeros años de la pasada década. No obstante y visto lo visto, lo que hace en The Gentlemen no le supone ningún esfuerzo, pero encaja perfectamente en el imaginario de Guy Ritchie. En realidad, no hay nadie en el reparto que no mole ni que se encuentre fuera de lugar, salvo quizás Michelle Dockery, en un papel de “mujer de” meramente instrumental que ya ha quedado bastante pasado de moda. Merece una mención especial Colin Farrell por un personaje que, aunque siempre vaya en chándal supone la definición perfecta de gentleman: un hombre educado y noble entregado a una buena causa que asume sus responsabilidades y paga sus deudas. 


The Gentlemen va sobrada de elegancia, verborrea inglesa, meta-cine y gafas molonas. A veces se pasa de frenada, pero una vez entra en vereda, se deja ver bastante bien. Sin ser tan redonda ni sorprendente como Lock & Stock (1998) o Snatch. Cerdos y diamantes (2000), complacerá a los fans del Guy Ritchie original. Que sus personajes hayan pasado de ser macarras de barrio a señores refinados que visten de punta en blanco puede verse como una metáfora de su propia evolución como director, pues no deja de ser alguien de los bajos fondos que ha pasado a la primera liga sabiendo que a veces debe ensuciarse las manos para recordarse quién es en realidad.

6/10

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26/2/20

Diamantes en bruto – Chute de adrenalina



Dir.: Benny Safdie, Josh Safdie
Int.: Adam Sandler, Julia Fox, Keith Stanfield, Idina Menzel, Kevin Garnett, Eric Bogosian, Judd Hirsch
¿De qué va?: Howard Ratner es un joyero y padre de familia que tiene un cuestionable negocio de extravagantes joyas en la ciudad de Nueva York. Tanto en sus chanchullos como en su vida personal siempre asume el máximo riesgo, y por eso siempre está al borde de la bancarrota. Eso sí, está a punto de cerrar un jugoso negocio que involucra una apuesta de alto riesgo que podría hacerle millonario.

Reseña: Siete años después del estreno de su ópera prima, Go Get Some Rosemary (2009), los hermanos Benny y Josh Safdie pisaron la alfombra roja de Cannes cuando el festival seleccionó Good Time (2017) para que formara parte de la Sección Oficial de la competición. La película protagonizada por Robert Pattinson no se llevó ningún reconocimiento, pero su presencia en el festival de cine más importante del mundo propició, no solo que los hermanos empezaran a ser conocidos más allá del circuito de cine independiente, sino que pudiesen conseguir a una estrella de Hollywood como Adam Sandler para su próximo proyecto, algo que habían intentado sin éxito años atrás. El guion de Diamantes en bruto se concibió antes que el de Good Times, pero ambas comparten una misma estructura narrativa a través de la cual su protagonista se embarca en una huida hacia delante mientras echa mano de las vidas que le quedan como si de un videojuego se tratase.


El día a día de Howard Ratner es de todo menos tranquilo, algo que él mismo se ha buscado deliberadamente: debe dinero a gente peligrosa, apuesta dinero que no tiene, intenta ejercer de padre y mantener las apariencias de un matrimonio completamente roto, tiene una relación con una de sus empleadas y sigue metiéndose en embolados y problemas porque es un adicto de vivir al límite; cuanto mayor es el riesgo también lo será el placer que le reporta la victoria. Y si pierde ya encontrará la forma de salir del paso. Así, se construye una historia espídica en la que, pese a que el caos reine y haya muchas escenas en la que más de cuatro personajes hablen al mismo tiempo, nada se escapa del control de los hermanos Safdie, cuya dirección conjunta bebe de las fuentes de Martin Scorsese, también productor del film, sin necesidad de recurrir a homenajes explícitos. Por otra parte, la estupenda partitura electrónica compuesta por Daniel Lopatin para la ocasión y la textura granulada propias de los 35 mm en los que se ha rodado Diamantes en bruto contribuyen a que suene y luzca como una película que podría haberse rodado entre los 70 y los 80.


Los hermanos Safdie no estaban equivocados al pensar que Adam Sandler era perfecto para dar vida al “héroe” de su película. Pocas estrellas de Hollywood pueden mostrarse carismáticas, vendehúmos y capullas al mismo tiempo sin perder la empatía de la audiencia. Es más complicado de lo que parece porque carece del efecto “guay” que tiene, por ejemplo, Walter White en Breaking Bad. El caradura sudoroso de Howard Ratner le brinda a Adam Sandler una de las interpretaciones más emblemáticas de su peculiar carrera y el actor ha sabido aprovecharlo. De los secundarios, cabe destacar a la debutante Julia Fox, espléndida y tremendamente divertida dando vida a la amante de Howard, más avispada de lo que en un principio podría parecer. En definitiva, Diamantes en bruto es una experiencia satisfactoriamente agobiante, una película que a lo largo de su metraje levanta una vorágine con múltiples frentes, alcanzado su clímax en un tercer acto de infarto que confirma a los hermanos Safie como artífices natos de un tipo de thriller construido con 0 artificios y 100% de miserias humanas.

8/10

20/2/20

Solo nos queda bailar – Al son del primer amor



Dir.: Levan Akin
Int.: Levan Gelbakhiani, Bachi Valishvili, Ana Javakishvili, Kakha Gogidze, Ana Makharadze, Nino Gabisonia, Levan Gabrava, Dachi Babunashvili
¿De qué va?: Desde joven, Merab ha bailado y ensayado en el grupo de danza nacional de Georgia con su compañera de baile Mary. Su mundo se ve fuertemente sacudido con la llegada de Irakli, que paradójicamente pronto se convierte en su mayor rival, y también en su mayor deseo.

Reseña: Las películas LGTBIQ+ se han convertido en un género en sí mismo auspiciado por un público fiel y devoto, que no es otro que el propio colectivo al que representa y va dirigido. El trabajo de visibilización realizado por ellas ha ayudado a miles de chavales que, en tiempos pre-internet, alquilaban estas películas a escondidas para ver algo con lo que podían sentirse identificados, y que no encontraban en el cine comercial (las chavalas lo tenían más complicado porque lo del cine lésbico ha ido para largo). Beautiful Boy (1996), Yossi & Yagger (2002), Mambo italiano (2003), Tormenta de verano (2004) o C.R.A.Z.Y. (2005) eran carne de videoclub, películas que mostraban el despertar (homo)sexual en diferentes culturales y países, aunque en esencia, los mimbres de sus historias solían ser los mismos: chico conoce a chico, iniciación sexual, entorno opresor, homofobia interiorizada, novia que se convierte en amiga confidente…


Solo nos queda bailar (And Then We Danced) es la adición georgiana a esa antología ancestral de ‘Queer Coming-of-Age’, de ahí que peque de pasar por la gran mayoría de los lugares comunes del género. A cualquiera que haya visto las películas citadas en el anterior párrafo o las más recientes Call Me By Your Name (2017), Moonlight (2016) o A primera vista (2014) le resultará familiar los resortes narrativos a través de los cuales se narra el despertar sexual de Merab, un joven bailarían que empieza a sentirse más atraído por un nuevo compañero que por su propia novia. No obstante, hay dos elementos que logran distinguir la película de Levan Akin respecto a sus congéneres. El primero es la danza nacional de Georgia, pues el film, además de reparar en el esfuerzo y sacrifico que esta requiere como hacía Cisne negro (2010) respecto al ballet, aprovecha su exotismo y peculiaridad, mostrando cómo es un baluarte de la masculinidad de Georgia (por muy increíble que parezca).


El segundo elemento que eleva la película es la forma en la que habla del desengaño amoroso empleando como metáfora una lesión física y posterior cicatriz de la que hay que sobreponerse para aprender, madurar, fortalecerse y seguir adelante. Esto está tan bellamente narrado como interpretado por su protagonista, el debutante Levan Gelbakhiani, quien con suma facilidad nos hace cómplices de la montaña rusa de emociones por la que pasa a lo largo de la película. Así, Solo nos queda bailar acaba elevándose por encima de los clichés sobre los que se erige como una película tan importante como aquellas que le precedieron, así como valiente y necesaria al nacer en un país tan instrínsicamente homófobo como Georgia. La representación LGTBIQ+ en el cine y la televisión nunca ha sido tan grande, pero aún queda mucho por andar bailar.

7’5/10

19/2/20

O.C: Querelle (1982)

¿De qué va?: La tripulación del Vengeur se prepara a celebrar su llegada en el puerto de Brest. Uno de los marineros, Querelle, no deja indiferente a los hombres. Una fascinación que podría revelarse peligrosa…

Reputación: Adaptación cinematográfica de la novela Querelle of Brest del escritor francés Jean Genet publicada en 1957. Según el biógrafo de Genet, Edmund White, Querelle iba a ser dirigida en un principio por Werner Schroeter, con guion de Burkhard Driest y producción de Dieter Schider. Sin embargo, Schider no logró encontrar financiación con Schroeter como director del proyecto, así que contactó con otros realizadores, como John Schlesinger y Sam Peckinpah, antes de quedarse con Rainer Werner Fassbinder. Schroeter quería hacer una película en blanco y negro con intérpretes amateur y en localizaciones reales, pero Fassbinder la rodó con actores profesionales y en estudio, con una fotografía de colores chillones y expresionistas. La película fue seleccionada para competir en el Festival de Venecia de 1982. Ese año, el León de Oro a mejor película fue a parar a El estado de las cosas (1982) de Wim Wenders. Sin embargo, el presidente del jurado, el director Marcel Carné, publicó un comunicado lamentándose de no haber conseguido convencer al resto de sus compañeros de premiar el film de Fassbinder. Durante sus tres primeras semanas de exhibición en París, se vendieron más de 100.000 entradas, siendo la primera película con una temática gay tan prominente en convertirse en un éxito de taquilla. Su estreno se produjo semanas después de la muerte de Fassbinder, que murió en junio de 1982 por una sobredosis de cocaína y barbitúricos.



Comentario: ¿Es Querelle la película más gay de la historia? Méritos no le faltan: columnas y demás utilería con evidentes formas fálicas, despertares homosexuales, marineros sudorosos, mucho cuero, sodomización, una mariliendre decrépita… No me termina de convencer la sobreimpresión de textos que introduce Fassbinder de vez en cuando, y puede que ese deliberado aspecto teatral, hiperbólico y de cartón piedra sea una distracción del trasfondo cruel y trágico de la historia, pero lo cierto es que Querelle funciona. Aunque a veces roce el ridículo, transmite perfectamente el deseo, la excitación, el peligro y la desesperación de las almas en pena que pueblan ese puerto cargado de homoerotismo onírico.

Próximo visionado: ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú (1964)

17/2/20

Vida oculta – Antibelicismo y cartas de amor



Dir.: Terrence Malick
Int.: August Diehl, Valerie Pachner, Maria Simon, Karin Neuhäuser, Tobias Moretti, Ulrich Matthes, Matthias Schoenaerts, Bruno Ganz, Michael Nyqvist, Franz Rogowski
¿De qué va?: Franz Jägerstätter y Franziska son una pareja de campesinos austriacos cuya pacífica vida se vendrá abajo cuando Austria sea anexionada por la Alemania nazi. Será entonces cuando Franz se negará a jurar fidelidad a Hitler y también se negará a combatir a favor del Tercer Reich en la Segunda Guerra Mundial.

Reseña: En cuestión de unos pocos años, Terrence Malick ha pasado de ser un director esporádico y de culto a ser considerado como una parodia de sí mismo. Tras ganar la Palma de Oro por El árbol de la vida (2011), su ritmo de trabajo se aceleró como nunca para engendrar un tríptico sobre el amor contemporáneo formado por To the Wonder (2012), Knight of Cups (2015) y Song to Song (2015) plagados de estrellas de Hollywood y postales preciosas, pero que dejó insatisfechos a buena parte de sus seguidores. El documental Voyage of Time (2016), solo vino a confirmar lo enamorado que está de la naturaleza y lo desconectado que está de su público, que tampoco lo acogió especialmente bien. Su nueva película, Vida oculta (A Hidden Life), se presenta como la promesa de una conciliación entre el Malick narrativo de su primera época con el Malick espiritual de su última etapa.


Tras unas imágenes del Tercer Reich sacadas de El triunfo de la voluntad (1935), los primeros minutos de Vida oculta son una introducción perfecta al matrimonio formado por Franz y Fani Jägerstätter, a su bucólica rutina en la granja alpina que regentan y al maravilloso paisaje que les rodea. Pronto, Franz recibe la noticia de que debe someterse a un entrenamiento militar por si lo llaman para combatir en el frente nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Que pasen tantas cosas en tan poco tiempo en una película de Terrence Malick resulta cuanto menos sorprendente. Pero una vez Franz regresa al hogar y se corre la voz por el pueblo de su decisión de negarse a ir a la guerra, Malick vuelve a las andadas, los tiempos comienzan a dilatarse y las reiteraciones se suceden: el escarnio por parte del pueblo, el amor y el apoyo que se profesan Franz y Fani, su inquebrantable fe y convicción moral, la tranquilidad que les aporta la naturaleza… Malick se regodea en ello una y otra vez, y aunque confiere pasajes profundamente hermosos y líricos, provoca cierto agotamiento al extenderse hasta las tres horas de metraje.


Resulta tentador, y hasta un poco necesario, desconectar un rato de Vida oculta, pero también es muy fácil retomar el hilo dada la sencillez de la historia. Malick no está tan interesado en hablar del nazismo y de los horrores de la guerra como en reverenciar la firmeza y determinación de Franz, así como el apoyo incondicional de Fani pese a las implicaciones negativas que la decisión de su marido acarrea en la familia. August Diehl y Valerie Pachner están estupendos como narradores, amantes y las dos mitades de una misma brújula moral, y como es habitual en la filmografía de Malick, las imágenes y la música son sublimes. La fotografía de Jörg Widmer exprime la belleza natural de las montañas austriacas y acentúa la decrepitud de la prisión, mientras que la partitura de James Newton Howard se convierte en un hermoso leitmotiv de la historia de amor de los protagonistas.


Vida oculta es la obra más redonda de Terrence Malick desde El árbol de la vida. Al igual que aquella, es una película notable, bella, tierna, lírica, mística y terrenal, pero no alcanza el sobresaliente porque, simple y llanamente, le sobra una hora. La atención de Malick por el detalle y el vínculo entre el ser humano y la naturaleza resultan admirables, pero si se preocupase más en hacer una película destinada a una audiencia en vez de para sí mismo, saldríamos todos ganando.

8/10

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16/2/20

Aves de presa – Ellas se gobiernan solas



Dir.: Cathy Yan
Int.: Margot Robbie, Mary Elizabeth Winstead, Jurnee Smolett-Bell, Rosie Perez, Ella Jay Blasco, Ewan McGregor, Chris Messina
¿De qué va?: Tras romper con el Joker, Harley Quinn se alía con Renee Montoya, Canario Negro y Cazadora para salvar a una niña de un malvado capo criminal.

Reseña: Teniendo en cuenta que la Harley Quinn de Margot Robbie fue considerada de forma unánime como lo mejor y más rescatable de Escuadrón suicida (2016), era cuestión de tiempo que  la psicótica criminal disfrutase de una película para su lucimiento en solitario. Mientras se rueda The Suicide Squad una especie de remake/secuela que intentará enmendar los errores del film de David Ayer, nos llega Aves de presa (y la fantabulosa emancipacion de Harley Quinn), que arranca con una presentación animada de la historia del personaje en sintonía con sus orígenes televisivos, para luego arrancar la película con ella acabante de romper con el Joker de forma definitiva. Un Joker al que por cierto no vemos la cara, pues todo apunta a que Warner quiere enterrar bien profundo la versión gangsta del payaso a la que dio vida Jared Leto.


En la película tiene más peso el subtítulo entre paréntesis que el título en sí. Harley Quinn es dueña y señora de la función, de la que también ejerce de narradora poco fiable y un tanto caótica, yendo para atrás y para delante en el tiempo con el fin de explicar cómo se cruza su camino con el del resto de personajes. Este recurso se torna un tanto cansino porque acaba por sobreexplicar cosas que se pueden dar por sentado fácilmente. Es una lástima que el grupo de heroínas no se reúna hasta el último tramo del film pues, si bien el guion se preocupa por juntarlas de forma orgánica, no es hasta ese momento cuando la película alcanza todo su potencial y empieza a exhibir la inesperada vis cómica del personaje de Cazadora (Mary Elizabeth Winstead), que hasta entonces solo había aparecido de forma breve y esporádica.


Aves de presa amortiza la calificación R rompiendo huesos cada dos por tres, en secuencias de acción tan bien filmadas como coreografiadas; aquí se nota la mano de Chad Stahelski, director de la saga John Wick, que ha supervisado algunas de las escenas. Margot Robbie da rienda suelta al histrionismo y el entusiasmo constante de Harley Quinn, demostrando que puede volar por sí sola sin ser la sombra de un payaso ni el reclamo sexy de una película ahogada en testosterona. Jurnee Smolett-Bell también mola bastante como Canario, mientras que Ewan McGregor como villano no resulta especialmente imponente, aunque resulta evidente que han tirado por la vía caricaturesca de forma deliberada, y tampoco está mal.


Aves de presa le da mil vueltas a Escuadrón suicida, lo cual no era demasiado complicado, pero tampoco es de lo mejor que ha hecho de la filial cinematográfica de DC. Es muy entretenida, pero se cree más ingeniosa y disparatada de lo que en realidad es. Funciona peor como comedia que como relato de empoderamiento femenino, con una Harley Quinn buscando su identidad propia alejada del sobrenombre de “la novia de” y otras tres mujeres que descubren que juntas son más eficaces en su lucha contra el crimen de los suburbios de Gotham, y por ende, contra todo aquello que las ha oprimido, vejado y atormentado. Ojalá me hubiese gustado más.

6/10

14/2/20

O.C: Barbarella (1967)

¿De que va?: En su viaje por el espacio, Barbarella tiene problemas con su nave y se ve obligada a aterrizar en el planeta Lythion. Sin miedo, se enfrentará a robots diabólicos y otros seres malignos en una aventura llena de peligros y placeres.

Reputación: Adaptación cinematográfica de la serie de cómics homónima creada por Jean-Claude Forest. El productor Dino De Laurentiis contrató a Roger Vadim para que se hiciera cargo de la película tras saber que este último había expresado interés en los cómics y la ciencia ficción. Para el papel de Barbarella, Vadim intentó contratar a actriz como Sophia Loren, Brigitte Bardot o Virna Lisi antes de escoger a su esposa de por aquel entonces, Jane Fonda, a la que tuvo que convencer para que lo hiciera. Años más tarde, Fonda declaró haberse sentido incómoda rodando la cinta debido al carácter errático de su director y marido y por encarnar un personaje tan sexualizado en un momento en el que sufría bulimia y odiaba su cuerpo Un amigo de Vadim, Terry Southern, escribió el guion original, que cambió considerablemente durante la filmación, llevando a que otros siete escritores, Vadim y Forest incluidos, fueran acreditados en el montaje final. La producción comenzó inmediatamente después de que terminase la de otra adaptación de cómic de Laurentiis, Danger: Diabolik (1968), con ambas películas compartiendo buena parte del reparto y el equipo técnico. Barbarella fue particularmente popular en Reino Unido, donde se convirtió en la segunda película más taquillera del año. Pese a varios intentos de remakes, secuelas y otras adaptaciones (la última, una serie para Amazon anunciada en el 2014), ninguna ha entrado en producción.


Comentario: En el documental Jane Fonda en cinco actos (2018), su protagonista confiesa que tenía resaca mientras rodaba la icónica escena del comienzo de Barbarella en el que la protagonista se desnuda en gravedad cero; la noche anterior, se había cogido una cogorza por el miedo y los nervios que tenía de desnudarse ante la cámara. Precisamente así, borracho, es como mejor se puede disfrutar de esta película tremendamente absurda y kitsch pero que, afortunadamente, nunca se toma en serio a sí misma. La película resulta tan ingenua como su propia heroína, que no duda ni por un segundo en mantener relaciones sexuales con cada hombre con el que se cruza y le echa un cable, descubriendo por el camino los placeres del contacto físico y asilvestrado de los que carece el “coito” que se realiza en el planeta Tierra. El chiste se estira demasiado y va perdiendo la gracia paulatinamente, aunque el tramo final nos tiene deparado una fantasía en forma de máquina de orgasmos asesina, un antecedente mortífero y poco práctico del popular Satysfier.

Próximo visionado: Querelle (1982)

13/2/20

El escándalo – En territorio facha y hostil



Dir.: Jay Roach
Int.: Charlize Theron, Nicole Kidman, Margot Robbie, John Lithgow, Kate McKinnon, Allison Janney, Mark Duplass, Connie Britton, Malcolm McDowell
¿De que va?: Al frente del canal de noticias Fox News está Roger Ailes, uno de los mejores productores televisivos de su generación, pero también un hombre cruel y autoritario, muy dado a hacer comentarios groseros y sexistas sobre sus empleadas. Cuando la presentadora y estrella televisiva Gretchen Carlson decida hablar, destapará todo un escándalo.

Reseña: ¿Se puede ser feminista y de derechas? Que yo no sepa responder a esa pregunta con propiedad tiene un pase, pero que El escándalo (Bombshell) tampoco lo tenga claro ya no tanto. La película de Jay Roach se basa en un antecedente al movimiento #MeToo, cuando en el año 2016, la periodista Gretchen Carlson denunció a Roger Ailes, presidente de Fox News, alegando que fue despedida por rechazar sus insinuaciones de carácter sexual. Sin embargo, la película no está centrada en la figura de Carlson ni en la de Ailes, sino en la de Megyn Kelly, periodista estrella de la cadena que había protagonizado un sonado encontronazo con Donald Trump durante la campaña presidencial y que asumió a posteriori un papel importante en la caída de Ailes. Como último vértice de la trama se encuentra Kayla Pospisil, un personaje inventado para la ocasión cuya trama representa la experiencia de muchísimas mujeres que fueron acosadas sexualmente en la empresa.


Que su guionista, Charles Raldolph, sea el mismo de La gran apuesta (2015) es evidente desde que la película arranca con Megyn Kelly rompiendo la cuarta pared para explicar cómo funcionan las cosas en Fox News. Afortunadamente, este recurso tan de moda de explicar a cámara cosas horribles de forma guay solo se vuelve a recuperar al final de la película, aunque el daño ya está hecho. El escándalo es rabiosamente entretenida, pero desaprovecha el potencial satírico de la propuesta por estar más preocupada en abordar con respeto el daño que se le hizo a estas mujeres y admirar su valentía al haber alzado la voz. Tanto es así, que para que resulte mas fácil empatizar con ellas, se pasa muy por encima por su carácter conservador y racista, reduciéndolo a aludir brevemente una polémica a cuenta de un Santa Claus negro y a un encontronazo de Gretchen Carlson con una desagradable detractora en un supermercado. La película hace una notable recreación del ambiente tóxico y sexista que se respiraba en Fox News, pero también blanquea a las ya de por sí blanquísimas periodistas que compartían su línea editorial.


Con ayuda del oscarizado trabajo de maquillaje y peluquería, Charlize Theron realiza una sorprendente y completa transformación en Megyn Kelly; se parece a ella, habla como ella y hasta eleva la figura de Kelly conviertiéndola en una presencia arrolladora. La caracterización de John Lithgow como Roger Ailes resulta más sobrecargada pero él está bien, y la película muestra una recreación de lo que se supone que era su ‘modus operandi’ a través del personaje de Margot Robbie. Ella está fantástica transmitiendo vulnerabilidad tanto en esa incómoda escena como en una posterior al teléfono. Sin embargo, su historia se queda en una explicación del acoso sexual promedio, y su personaje presenta una evolución un tanto forzada. Por su parte, la participación de Nicole Kidman es reducida, y se echa en falta conocer más de su personaje al ser de una importancia tan capital para la trama.


El escándalo está mejor interpretada que dirigida y escrita. El problema no es tanto que no haya sido una mujer quien se haya encargado de esas labores, pues si uno no lo sabe es complicado percatarse de ello durante el visionado, sino que pese a contener algunas escenas fuertecitas, la película es demasiado bienintencionada y superficial como para ir más allá de la mera recreación de los acontecimientos que narra, terminando como un alegato feminista de algo que, pese a que lleve intrínseca la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, no se haya gestado con esa intención en mente. Si la Megyn Kelly real rechaza de pleno el feminismo y Gretchen Carlson resulta ser una figura incómoda para el movimiento, que la película termine colocándolas como heroínas de la causa es un síntoma evidente de que la película, o bien tiene un problema de enfoque, o bien prefiere responder con un final made in Hollywood a algo que le viene grande.

6/10

11/2/20

Underwater – Gritos ahogados



Dir.: William Eubank
Int.: Kristen Stewart, Vincent Cassel, T.J. Miller, Jessica Henwick, John Gallagher Jr., Mamoudou Athie
¿De qué va?: Una instalación de investigación submarina a 11 mil metros bajo el mar es devastada por un terremoto. Los supervivientes de la catástrofe deciden caminar por el fondo del océano hasta llegar a una lejana estación, pero a medida que avanzan se dan cuenta de que unos extraños depredadores marinos que no están dispuestos a dejarlos marchar.

Reseña: Para ser una película que ha tardado casi 3 años en estrenarse, Underwater va directamente al grano. Créditos iniciales con un recurso tan añejo como recortes de noticias para dar contexto (una compañía científica está cavando un enorme agujero en el fondo del océano), un par de minutos para presentar a la protagonista, Norah, y ya da comienzo el caos: un sismo destruye la estación submarina, por lo que Norah se une a los pocos supervivientes que han quedado atrapados y trazan un plan para poder salir a la superficie. Sin embargo, pronto descubrirán que el derrumbamiento del lugar no es el mayor de sus problemas, sino unas criaturas depredadoras que no les van a poner las cosas nada fáciles.


Con la manida crítica al peligro que concierne la curiosidad humana y la explotación de los recursos naturales como telón de fondo, Underwater se desarrolla como un thriller de ciencia ficción modesto con Alien, el octavo pasajero (1979) y el imaginario de Lovecraft como obvios referentes. Ni da explicaciones, ni se preocupa en armar una mitología propia ni en construir personajes que vayan más allá del arquetipo de la heroína, el líder, el gracioso o la novata miedosa. Funciona hasta cierto punto porque es entretenida a lo largo de sus ajustados 90 minutos de duración, luciendo una producción cuidada, sobresaltos, algo de suspense y cierta sensación de que estamos constantemente con el agua al cuello.


Ambientándose en lo más profundo del océano, es necesario que se juegue con la oscuridad y el vacío para generar tensión y terror, pero la fotografía a cargo de Bojan Bazelli se pasa tanto de frenada y la edición es tan frenética que en muchas ocasiones nos costará ver algo, y es una lástima, porque el diseño de las criaturas es espantoso (para bien). Lo más impecable del conjunto es Kristen Stewart encarnando a una heroína resolutiva y con determinación pero que también está aterrada, y es algo que la actriz transmite francamente bien. El resto del elenco se limita a dar vida a potenciales víctimas, echándose en falta unas muertes más creativas e impactantes. En definitiva, Underwater no es ninguna maravilla pero tampoco un bodrio, sino un entretenimiento ligero, moderadamente efectivo e imbuido de un espíritu de serie B que puede satisfacer, pero difícilmente entusiasmar, a cualquier aficionado al género fantástico.

6/10

10/2/20

Oscars 2020: Hollywood hinca la rodilla ante el cine internacional



Y Corea del Sur consiguió romper el techo de cristal. Anoche Parásitos se coronó con el Oscar a mejor película, haciendo historia al ser la primera película de habla no inglesa en conseguirlo en sus 92 años de existencia. Roma estuvo a punto de conseguirlo el año pasado, pero era demasiado intelectual y de Netflix, mientras que, como ya comenté en la entrada de Predicciones y favoritos, Parásitos es un fenómeno mundial y su excelencia ha sido reconocida de forma más consensuada que la de sus competidoras directas, y eso es algo clave en el sistema de voto preferencial que se ha implantado en la categoría reina desde hace unos años. No hay más que ver cómo se venía arriba el Dolby Theatre cada vez que la película se llevaba algún premio. Así, Bong Joon Ho por fin puede irse a descansar a su casa con cuatro Oscar bajo el brazo: mejor película, director, guion y película internacional. Nadie había ganado tantas estatuillas en una sola noche desde Walt Disney en 1954, pero por películas distintas.


Tampoco se puede decir que el triunfo de Parásitos nos haya pillado completamente por sorpresa, pues era la principal alternativa a que 1917 se llevase el gato al agua. La película de Sam Mendes llegaba reforzada por todos los premios que había cosechado en las últimas semanas (Globo de Oro, BAFTA, Sindicato de Directores y de Productores…) pero al final ha salvado los muebles con tres galardones: mejor fotografía, efectos visuales y montaje de sonido. Todas las contendientes a mejor película se han llevado algún premio salvo El irlandés; los pronósticos ya auguraban que la película de Martin Scorsese correría la misma suerte que Gangs of New York en su momento: 10 candidaturas, 0 premios.


Hasta el momento en el que Bong Joon Ho subió a recoger el Oscar a mejor director, el anuncio de los premios estaba siendo bastante previsible. Joaquin Phoenix, Renée Zellweger, Brad Pitt y Laura Dern culminaron sus respectivas trayectorias perfectas alzándose con el Oscar y brindando unos discursos poco memorables, quizás porque ya no les quedaba nada más por decir tras haber recogido todos los galardones habidos y por haber durante esta temporada. La escasa sorpresa y la falta de presentador se suplió con un espectáculo con mucha música y humor. Hubo algún que otro patinazo, como lo innecesario de poner presentadores para presentar a quienes iban a entregar los Oscar, pero las parejas formadas por Steve Martin y Chris Rock, Kristen Wiig y Maya Rudolph o Will Ferrell y Julia Louis-Dreyfuss resultaron ser muy divertidas. En cuanto a los números musicales, Janelle Monáe animó la apertura de la ceremonia, nuestra Gisela nos infundió de orgullo patrio durante el número coral de Into the Unknown, y la anacrónica e inesperada actuación de Eminem saldó una deuda pendiente con la Academia al negarse a asistir y actuar en la ceremonia cuando ganó la estatuilla a mejor canción por Lose Yourself de 8 millas.


Personalmente, los Oscar no me hacían tan feliz desde la victoria de Spotlight. Por supuesto que hay tanto películas nominadas como otras que se quedaron fuera que merecían mejor suerte, pero Parásitos es una ganadora incontestable. Le saldrán detractores, cómo no, pero es una representante perfecta de la estupenda cosecha cinematográfica del año pasado, así como un buen tirón de orejas a Hollywood para que se ponga las pilas. El cine de fuera de sus fronteras le ha comido una tostada que nunca se habían atrevido a entregar a los que no hablaban su misma lengua.




Mejor película
Parásitos

Mejor director
Bong Joon Ho por Parásitos

Mejor actor protagonista
Joaquin Phoenix por Joker

Mejor actriz protagonista
Renée Zellweger por Judy

Mejor actor de reparto
Brad Pitt por Érase una vez en… Hollywood

Mejor actriz de reparto
Laura Dern por Historia de un matrimonio

Mejor guion original
Parásitos

Mejor guion adaptado
Jojo Rabbit

Mejor película de habla no inglesa
Parásitos (Corea del Sur)

Mejor montaje
Le Mans 66

Mejor fotografía
1917

Mejor banda sonora
Joker

Mejor canción original
'(I’m gonna) Love Me Again' de Rocketman

Mejor diseño de producción
Érase una vez en… Hollywood

Mejor diseño de vestuario
Mujercitas

Mejor maquillaje y peluquería
El escándalo

Mejor montaje de sonido
Le Mans 66

Mejor mezcla de sonido
Parásitos

Mejores efectos visuales
1917

Mejor película de animación
Toy Story 4

Mejor película documental
American Factory

Mejor corto documental
Learn to Skate in a Warzone (If You’re a Girl)

Mejor corto de ficción
The Neighbour’s Window

Mejor corto de animación
Hair Love


8/2/20

Un momento en el tiempo (Waves) – Marejada emocional



Dir.: Trey Edward Shults
Int.: Kelvin Harrison Jr., Taylor Russell, Alexa Demie, Lucas Hedges, Sterling K. Brown, Renée Elise Goldsberry, Clifton Collins Jr.
¿De qué va?: Una familia afroamericana, residente en el sur de Florida, sobrevive tratando de superar una tragedia inimaginable. Tyler y su hermana Emily viven un momento crucial. Él vive en una tensión constante en casa porque su padre le exige demasiado, en los estudios y en el deporte. Emily por su parte está viviendo su primer gran amor. Aunque esta familia parece abocada a la destrucción, tratarán de encontrar el camino que les llevará a renacer a través del cariño, la comunicación, la unión y la redención.

Reseña: Tyler (Kelvin Harrison Jr.) es un adolescente afroamericano que lo tiene todo: popularidad, éxito como deportista, una novia guapísima y una familia que le apoya. Pero tras un descubrimiento que pone en peligro su prometedor futuro, su vida comienza a desmoronarse. Tras Krisha (2015) y Llega de noche (2017), Trey Edward Shultz sigue labrando su carrera dinamitando los núcleos familiares con Un momento en el tiempo (Waves), adentrándose esta vez en el territorio del melodrama y desde una perspectiva juvenil emparentada con Euphoria, la brillante serie de HBO cuya primera temporada se emitió meses antes de la presentación del largometraje en el Festival de Toronto. Tanto la película de Shultz como la serie creada por Sam Levinson abordan el desencanto de la adolescencia con colores saturados, una playlist perfecta para cada situación y con tiros de cámara que dan vueltas en torno a unos personajes al borde del abismo.


Que nadie se lleve a engaño por haber definido Waves como un melodrama: los conflictos que aborda el film son tremendos, pero las salidas de tono están muy medidas. Shultz va dando forma a la tragedia que se avecina con una tensión y una incomodidad crecientes que, pese a alcanzar su clímax hacia la mitad del metraje, no terminará de abandonarnos hasta el final de la historia, valiéndose de múltiples recursos para hacerlo posible: cambios en el formato de imagen acordes con el estado de liberación u opresión que siente el personaje central, significativos silencios, llantos discretos, discusiones hirientes, elipsis… Waves nunca cae en la monotonía, aunque sus dos horas y cuarto de duración se sientan un tanto excesivas y se produzca un giro durante el mencionado clímax que hace que la película se transforme en otra muy diferente.


Esas dos «mini-películas» en las que se compone Waves crearán división, pues habrá quien le guste más la opresiva bajada a las infiernos que supone la primera, y a otros el doloroso pero esperanzador camino de vuelta de la segunda. Aunque sean distintas entre sí, se establece un interesante diálogo entre ellas sobre la asunción de responsabilidades durante el proceso de madurez, la importancia de la comunicación familiar, el primer amor o la experimentación de los jóvenes con las drogas. Todo expuesto sin afán de moralismo, con menos interés en subrayar que en plasmar los sentimientos a través de sus dos talentosos protagonistas, Kelvin Harrison Jr. y Taylor Russell, respaldados por un estupendo elenco de secundarios compuesto por Sterling K. Brown, Renée Elise Goldsberry, Lucas Hedges y Alexa Demie, quien curiosamente también forma parte del elenco de Euphoria.


Aunque su ambición no se ha visto recompensada en la temporada de premios, Waves es tan sólida en su vertiente familiar como en su aproximación íntima a la desazón adolescente. El conflicto racial de la trama queda reducido a una línea de diálogo y sus constantes cambios rítmicos y narrativos no siempre encajan igual de bien, pero su ecléctico repertorio musical, sus imágenes, su nervio y la ternura que termina por abrirse paso ante la fatalidad convierten al film en una imperfecta amalgama que deja poso y mucho en lo que pensar.

7’5/10

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6/2/20

Oscars 2020: Predicciones y favoritos



Mejor película
P y F: Parásitos

Si hacemos caso a lo que ha pasado en los Globos de Oro, el Sindicato de Productores, los Bafta y demás asociaciones de premios importantes, 1917 llega a la noche de los Oscar en calidad de favoritísima. Sin embargo, quiero creer que el fenómeno en el que se ha convertido Parásitos, con todas las celebridades declarando su amor por ella en las alfombras rojas, se traducirá en una victoria sorpresa en la categoría reina. Lo único que tiene en contra es su condición extranjera y que se piense que la estatuilla a mejor película internacional sea reconocimiento suficiente, pero el sistema de votación preferencial podría favorecer mucho a la película, dado que desde que se implantó suelen ganar películas que, tal vez no despierten pasión, pero sí cierto consenso. Parásitos ha generado ambas cosas. La apuesta prudente sería 1917, pero no quiero apostar en contra de un film que podría conseguir lo que Roma no pudo el año pasado y hacer historia.



Mejor director
P: Sam Mendes por 1917
F: Bong Joon-ho por Parásitos

Aunque Parásitos acabe llevándose el premio gordo, teniendo en cuenta la tendencia de la Academia de premiar los trabajos de dirección más complejos y admirables técnicamente hablando, Sam Mendes tiene muchas probabilidades de ganar su segundo Oscar (el primero se lo llevó por American Beauty, 1999). Además, le avala haberse llevado casi todos los premios de dirección de la carrera.




Mejor actor protagonista
P: Joaquin Phoenix por Joker
F: Adam Driver por Historia de un matrimonio

Los premios de interpretación de este año son de cajón, empezando por el de Joaquin Phoenix, un actor al que todo el mundo quiere ver al fin alzarse con un Oscar. Desde que la película se estrenó en el Festival de Venecia se venía diciendo que, ahora sí que sí, su cuarta nominación le permitirá subir al escenario a recogerlo. Yo, sin embargo, preferiría ver de esa guisa a Adam Driver por su sensible, furiosa y rotundísima interpretación en Historia de un matrimonio.



Mejor actriz protagonista
P y F: Renée Zellweger por Judy

La única categoría interpretativa en la que hay un resquicio para la sorpresa es la de actriz principal, pues puede que haya bastantes académicos que consideren que un segundo Oscar para Renée Zellweger sea demasiado. En ese caso, la principal beneficiada debería ser Scarlett Johansson, quien por fin ha irrumpido en los Oscar y por todo lo alto, con doble nominación. En realidad, me haría muy feliz ver a cualquiera de las dos recogiendo el Oscar, pero creo que el regreso triunfal de Zellweger debería coronarse con el Dolby Theatre aplaudiéndole en pie.



Mejor actor de reparto
P y F: Brad Pitt por Érase una vez en… Hollywood

Si todos queremos ver a Joaquin Phoenix con un Oscar, Brad Pitt no iba a ser menos. Además, sus discursos de agradecimiento en esta carrera han sido tan autoparódicos e hilarantes que hay mucha expectación sobre lo que nos tiene reservados para la madrugada del 10 de febrero. Un Oscar tan predecible como esperadísimo.



Mejor actriz de reparto
P y F: Laura Dern por Historia de un matrimonio

Laura Dern es la única esperanza de que Historia de un matrimonio no se vaya de vacío (como sí le podría pasar a la otrora favorita, El irlandés). Ninguna de sus rivales llega con suficiente fuerza a la noche de los Oscar como para plantarle cara, y Dern es demasiado querida en la industria como para que quieran darle un susto de última hora. Scarlett Johansson bien podría llevárselo por su encantadora interpretación en Jojo Rabbit, y aunque Florence Pugh sería una ganadora muy justa, la nominación ya es por sí una victoria, y es muy probable que tenga más oportunidades en el futuro.



Mejor guion original
P: Parásitos
F: Historia de un matrimonio

Mejor guion adaptado
P: Jojo Rabbit
F: Mujercitas

Mejor película internacional
P y F: Parásitos (Corea del Sur)

Mejor montaje
P y F: Parásitos

Mejor fotografía
P y F: 1917

Mejor banda sonora
P: Joker
F: 1917

Mejor canción original
P: ‘(I’m Gonna) Love Me Again’ de Rocketman
F: ‘Into the Unknown’ de Frozen 2

Mejor diseño de producción
P y F: Érase una vez en… Hollywood

Mejor vestuario
P y F: Mujercitas

Mejor maquillaje y peluquería
P y F: El escándalo

Mejor sonido
P: 1917
F: Ad Astra

Mejor edición de sonido
P y F: 1917

Mejores efectos visuales
P y F: 1917

Mejor película de animación
P: Klaus
F: Toy Story 4

Mejor documental
P: American Factory


5/2/20

Judy – El ocaso de una estrella



Dir.: Rupert Goold
Int.: Renée Zellweger, Jessie Buckley, Finn Wittrock, Rufus Sewell, Michael Gambon, Richard Cordery, Royce Pierreson, Darci Shaw
¿De qué va?: Durante el invierno de 1968, Judy Garland  llega a Londres para dar una serie de conciertos. Las entradas se agotan en cuestión de días, a pesar de que la estrella ha visto su voz y su fuerza mermadas. Mientras Judy se prepara para subir al escenario vuelven a ella los fantasmas que la atormentaron durante su juventud en Hollywood.

Reseña: Al igual que Judy Garland en su momento, hubo una vez en la que Renée Zellweger lo fue todo en Hollywood. Triunfaba en taquilla con títulos como El diario de Bridget Jones (2001) y fue nominada al Oscar durante tres años consecutivos hasta que lo ganó por Cold Mountain (2003). Poco después, su elección de proyectos no fue tan afortunada y acabó retirándose durante una temporada, saliendo a la palestra solo cuando unas fotos hacían entrever que había pasado por el cirujano plástico. El público se cree en el derecho de derribar los mitos que ellos mismos han ayudado a construir y a criticar cualquier paso en falso de las estrellas que intentan seguir el ritmo de la industria. Tras recuperar al personaje más icónico de su carrera en Briget Jones’s Baby (2016), el regreso de Zellweger se ratifica en un biopic de Judy Garland que gana enteros a través de los paralelismos entre la trayectoria de una y otra.


Porque al igual que le ocurrió a Zellweger, Garland acabó harta de la presión y la exigencia que le demandaba el sistema de Hollywood, pero por mucho que intentase renegar de ello, necesitaba el calor y el reconocimiento de su público. Es comprensible, teniendo en cuenta que entró en el mundo del espectáculo desde su más tierna infancia para no salir jamás de él. A través de unos reveladores flashbacks, vemos cómo las adicciones y el insomnio que padeció Garland a lo largo de su vida se originaron bajo el amparo del productor Louis B. Mayer, que la atiborraba a pastillas para que tuviese el peso ideal y cumpliese un calendario de rodaje extenuante para una niña de 13 años. Pero el foco de la película está puesto en la última etapa de su vida, cuando accedió a realizar una serie de conciertos en Londres para salir de la ruina económica y poder vivir tranquilamente con sus hijos. Garland intenta reponerse creciéndose en el escenario pese a no estar en su mejor forma, se enamora de nuevo y se conciencia sobre su propia influencia cultural en un entrañable encuentro con una pareja de fans gays, pero está demasiado débil como para luchar contra las circunstancias y sus propios demonios.


Zellweger imita algunos gestos de Judy Garland, el maquillaje hace que se parezca más a ella, pero ni hace playback ni se esfuerza en sonar como ella. El personaje es fruto de la suma de la experiencia vital de Zellweger y Garland, de la misma forma que la Jackie Kennedy de Natalie Portman no era una simple imitación y tenía mucho de esta última en ella. Este tipo de encarnaciones son por norma general mucho más interesantes que las imitaciones forzadas. Zellweger tiene momentos en los que está a punto de caer en la caricatura, pero su emoción, entrega y completo entendimiento de la figura que interpreta impide que eso ocurra. Además del encuentro que mantiene con la menciona pareja de fans, la relación más bonita que mantiene en la película es con su asistente, Rosalyn Wilder, encarnada por esa estrella en ciernes que es Jesse Buckley, pues esta ejerce en cierta manera de la figura materna que nunca tuvo Garland.


Judy se queda a medio camino entre el biopic convencional y el aspiracional, que para quien esto escribe es Jackie (2016) por el complejo y profundo estudio de personaje que realizaba. La dirección de Rugert Goold es bastante funcional, pero su experiencia teatral se hace patente en las escenas en las que la protagonista está sobre el escenario, captando muy bien la conexión que se crea entre la estrella y el público que la observa. Es Zellweger quien eleva el material canalizando a Judy Garland para contar la historia de una estrella apagada y la relación viciada que mantiene con la fama, los focos, los hombres y su propia historia, siendo lo más probable que solo encontrase en sus hijos el amor incondicional que siempre necesitó.

7/10

3/2/20

Aguas oscuras – La amenaza invisible


Dir.: Todd Haynes
Int.: Mark Ruffalo, Anne Hathaway, Tim Robbins, Victor Garber, Bill Camp, Mare Winningham, Bill Pullman, William Jackson Harper
¿De qué va?: Robert Bilott es un experimentado abogado defensor de grandes empresas corporativas. Cuando un granjero contacta con él porque cientos de reses de su ganado han muerto de forma repentina como resultado de una presunta intoxicación, Bilott decidirá cambiarse de bando. Con su bufete en contra, comienza entonces una larga investigación sobre la todopoderosa multinacional DuPont Corporation.

Reseña: Hay películas que con tan solo leer la sinopsis puedes hacerte una idea perfectamente clara de lo que te va a contar de principio a fin. Pero esto no siempre tiene por qué ser algo necesariamente negativo, pues se puede suplir la falta de sorpresas con solidez narrativa. Esto es lo que ocurre con el nuevo trabajo de Todd Haynes, Aguas oscuras (Dark Waters), un thriller judicial que gira en torno a la batalla entre un abogado idealista defendiendo a una comunidad y una todopoderosa y dañina corporación. Basta con haber visto Erin Brokovich (2000) o alguna otra película del mismo corte para saber lo que nos va a deparar: escepticismo inicial, investigación reveladora, paranoia, pequeñas conquistas, derrotas, nuevos descubrimientos, etcétera.


Haynes va haciendo check en cada casilla sin dejar que la película se convierta en algo rutinario como suele suceder con los trabajos de encargo de muchos autores. La textura de la imagen, la claridad con la que está expuesto un caso que se desarrolla a lo largo de una década o la contagiosa intranquilidad que desprende el relato hacen que su visionado se siga con interés, cumpliendo en última instancia su principal objetivo: denunciar lo complicado y costoso que resulta pelear contra las grandes compañías y todo su arsenal de recursos, así como generar conciencia acerca de los peligros de las grandes corporaciones químicas y de las sustancias de las que se componen nuestros alimentos e incluso nuestro menaje de cocina; a partir de ahora vamos a empezar a desconfiar hastas de las sartenes.


El trabajo del reparto es eficaz, liderado por Mark Ruffalo en su vertiente indignada exhibida anteriormente en Spotlight (2015) y The Normal Heart (2014). Anne Hathaway y Tim Robbins son secundarios de lujo al servicio de la historia pero con escaso material con el que brillar. En definitiva, Aguas oscuras resulta tan obvia como eficaz, y se salva de ser un telefilm de sobremesa gracias a la dirección de Todd Haynes. Sin embargo, es inevitable pensar que el director de Lejos del cielo (2002) y Carol (2015) está bastante por encima del material, y que va a siendo hora de que se deje de trabajo de encargos para volver a dirigir proyectos más personales.

7/10