27/4/11

El rincón de Chechu: Perdona si te llamo idiota

No es por placer, lo juro. Tampoco por el mero gusto de criticar. Pero es que algún día tengo que decirlo. Necesito hablar sobre ello, desahogarme, soltar todo lo que me pasa por el coco. Dejar salir la mala sangre que voy acumulando sin darme cuenta y quedar liberado, un poco más feliz y un poco menos rabioso, durante unos meses. Hasta que de nuevo -sea por escrito o taladrando la cabeza de alguien que se tome la molestia de escucharme- vuelva con la misma cantinela.

Hace un par de semanas tuve el dudoso honor de contemplar el tráiler de una nueva película italiana, dirigida no por un director, sino por el mediocre escritor en cuya novela se basa. Quizás algunos ya intuyan por dónde van los tiros, pero aclararé con pelos y señales, para los que no, de quién demonios estoy hablando: Perdona pero quiero casarme contigo, la cinta; Federico Moccia, el hombre.

Poster Perdona por si te llamo amorEstas pasadas navidades, allá por la lluviosa patria, Canal + me hizo  una jugarreta que nunca olvidaré: proyectó después de comer, en medio de una modorra inaguantable, Perdona si te llamo amor. Y yo, tumbado en el sofá, el café a mi lado sobre la mesa, una mantita caliente tapándome los pies, no tuve la determinación necesaria para levantarme, coger el mando y cambiar de canal. "Bueno, muy mala tampoco será", pensé. Pero no, iluso de mí. Rotundamente me equivocaba. La siguiente hora y media asistí al mayor ridículo cinematográfico que he tenido la desgracia de ver.

Como ya sospechaba en la comodidad indescriptible de mi galaico sofá, esa película no podía ser buena. La novela que adapta gusta a demasiada gente y eso, desgraciadamente, no es buen síntoma en estos tiempos que nos consumen. Cuantos más millones genera un filme en taquilla, más espectacularmente vulgar es; cuanto más alto está un libro en los rankings de ventas, más lleno de tramas imposibles, frases simples y pobres, personajes de cartón; cuanto más se escucha una canción en la radio, más electrónicamente bailable es su melodía. Pero qué le vamos a hacer. Estamos en la era de la cultura popular, de la democratización del arte, de la proletarización del universitario, del arrinconamiento sistemático de la lucidez, en fin, de la extensión absoluta de la mediocridad. Nada es rentable si no es vendible y nada es vendible si no atrae a las masas.

Perdona si te llamo amor2 
Pero no me extenderé demasiado aquí. Pasemos directamente a la película que, como producto audiovisual de consumo, llega a mí mediante un canal de pago. El argumento es el siguiente: una chica de diecisiete años, que sale de botellón con sus amigas y quiere ser modelo o no sé qué, se enamora de un publicista de cuarenta o por ahí, eso sí, muy guapo y con muchísima pasta. Ella también está buena, incluso su madre también lo está, y todas sus amigas menos una, la que acaba liándose con el chico raro del instituto. El hombre es genial y puede acostarse con quien le salga literalmente de los huevos: lleva a modelos rusas a su casa de fiesta, sus amigos se drogan y le ponen los cuernos a sus mujeres, son todos unos golfos y muy atractivos. Pero a él le falta algo. Su novia lo ha dejado -que también está como un tren- y se siente vacío. Por lo tanto el hueco sólo lo puede llenar esa inocente, infantil y graciosa, espontánea y descarada criaturilla, que por supuesto -no se vayan a pensar que todo es dulzura y amor- folla casi mejor que la otra. Así avanza la peli cuando la niña y el guapetón, ya de noviazgo -increíbles diálogos y discusiones, increíble madurez la de ambos-, celebran una fiesta a la que van los amigos de él y las amigas de ella. Por supuesto, todos se gustan al instante, e incluso algunos se acuestan y todo eso. Engañando a sus esposas con niñas menores de edad. A los protagonistas les parece mal, claro, y se sienten desorientados y confusos.

Perdona si te llamo amor

Luego no sé qué pasaba. Una campaña publicitaria, el descubrimiento asombroso del talento de la chiquilla, el éxito comercial del hombre gracias a la niña, la aceptación de la relación de los padres progres de ella, en fin, todo de esta guisa. Pero es que el final mola muchísimo: se van los dos a vivir a un faro. Sí, a un faro. De éstos que impiden que los barcos choquen contra las rocas.

Perdona si te llamo amor3 
Entonces claro, uno piensa detenidamente. Y sin querer, se pone a recordar: Física o Química, El Barco, El Internado, Sin tetas no sé qué, Rebelde, Justin Bieber (¿?), Fuga de cerebros, Fuga de cerebros 2, 3 metros sobre el cielo, Mentiras y Gordas -de nuestra ministra de cultura-, Crepúsculo, Luna nueva, Eclipse, Cataclismo, mierda, más mierda, inmensa y olorosa mierda. ¿En qué estamos convirtiendo nuestras novelas, nuestro cine, nuestra televisión, nuestra música? ¿Qué jodida cosa puede aprender una adolescente leyendo al señor Moccia o viendo series de instituto en las que todo dios se droga y los profesores se acuestan con las alumnas?

LibroQue dicha película llegara a Canal + me parece normal: ha sido  estrenada en salas. Que se haya llegado a hacer, también: un best-seller la precede. Que se haya escrito el libro, por descontado: no todos han nacido para ser escritores. Lo que realmente me impacta es que se publique. Que alguien lo compre. Que tenga éxito. No sé qué enfermedad padecemos; o sí, tanto me da. Tendrá que ver con el capitalismo y la democracia mal entendida.

Dónde está Fernando León, dónde está Saramago, dónde está Ismael Serrano, por ejemplo, y siendo contemporáneos. Dónde está el buen gusto, la lucidez, la protesta. Dónde están los clásicos. Dónde están Cortázar o Márquez, o Juan Ramón Jiménez. O Billy Wilder, o los hermanos Coen. Dónde está el sentido común y la cultura. En qué recóndito lugar se promociona el verdadero arte, y por qué es recóndito y no público. Dónde están los profesores de escuela y de instituto, qué les pasa a las leyes educativas y a las televisiones. Por qué nos pudrimos y nos resbala. Por qué nos vamos silenciosamente a la mierda y nadie hace nada.

Pero en fin, es lo que toca. Espero no haberles molestado. Llevo dos días enfermo, por eso ha salido hoy esta entrada y no ayer. Pero es que van y me ponen el tráiler de la nueva película de Federico Moccia. Por dios. Con lo que me había costado olvidar la otra.

2 comentarios:

Cristina Riveira dijo...

Pues los profesores de instituto estamos aquí, luchando con una juventud y una sociedad, en general, desganada y carente de crítica.
Luchando contra una televisión analfabeta y unos programas en los que los alumnos aprenden a gritar e insultar en vez de a dialogar y razonar.
Es difícil, y cuesta, sobre todo cuando intentas que piensen por sí mismos, pero en ello estamos (por lo menos yo lo estoy).
Pero, volviendo a la película, no me dolió tanto su tema infantil y sus actores mediocres, lo que más me lastimó fue el abuso de unos adultos con unas adolescentes, el engaño a sus esposas y el mensaje que dio a la juventud.
Las series de televisión (Los Serrano etc..) ya hicieron mucho daño dando una imagen del profesorado totalmente distorsionada y pueril, pero esta película borda la pedofília.

Xoán Seca dijo...

Llevamos ya bastantes años combatiendo contra toda esta "mierda" que nos echan por la tele, incluso la que pagamos todos los ciudadanos, pero a pesar de todo debemos seguir en el "frente". Pensad que no todos los jóvenes consumen "cultura rápida", buen ejemplo sois los que mantenéis este blog. Hay también una mayoría silenciosa que algún día despertará. Quiero mostraros la botella medio llena y decirle a C.R. que siga adelante con su modelo educativo, que es el bueno, y que estoy seguro que cuando el tiempo pase, los posos que dejó su sabiduría en sus alumnos irán llenando esa botella que vosotros véis ahora casi vacía.
En alguna ocasión hice mención a que ya soy mayor, quizás por eso deba animar a todos los seguidores de este blog a que no caigan en el desaliento; cuanto peor están las cosas, es cuando LOS LÚCIDOS deben trabajar más.
Ánimo a los jóvenes y apoyo a los buenos profesores/as.