19/12/15

Nunca Jamás ya no es lo que era

Ya que Disney se está haciendo de oro sacando versiones en carne y hueso de sus clásicos animados, los demás estudios de Hollywood no quieren ser menos y se han sumado al carro de los cuentos que cobran vida. A la espera de que Universal muestre su versión de La Sirenita, Warner se ha atrevido con una nueva película de Peter Pan, y digo atreverse porque, salvo por la cinta animada de Disney, todas y cada una de las películas sobre el niño que no quería crecer han sido veneno para la taquilla, y Pan: Viaje a Nunca Jamás no ha sido menos: 126 millones de dólares recaudados a nivel mundial para un presupuesto de 150. Eso tuvo que doler.


Con estos datos, se esfuma la intención de sacar adelante una nueva franquicia cinematográfica. ¿Acaso se estrena hoy en día algún blockbuster sin tal intención? El fracaso de Pan ha sido fruto del hartazgo del público ante el enésimo intento de Hollywood por vender algo conocido de forma perezosa, bajo el barniz comercial de moda. Y eso que la película no está tan mal. Tanto su director, Joe Wright, que tiene talento para mejores cosas que para este tipo de encargos, como su reparto, insufla de energía y vitalidad a una función cuyo problema radica en su propia concepción, en un guión que imagina cómo llegó Peter Pan al país de Nunca Jamás tirando de manual y de conceptos manidos del género épico y fantástico. ¿Cuántas películas llevamos que giren en torno a la profecía de EL ELEGIDO que llegará para acabar con la tiranía y salvar el mundo de su opresión? Demasiadas.


La película se olvida convenientemente de la tesis de la obra original de J.M. Barrie, sobre el refugio en la eterna infancia como negación de la realidad, para centrarse en un incipiente héroe en busca de su madre desaparecida (otro tema sobadísimo) al tiempo que entabla amistad con Tigrilla y su futuro enemigo, Garfio. El mayor problema de Tigrilla no es que Rooney Mara sea demasiado blanca para dar vida a una india aborigen, sino una caracterización tan plana y simplona que la convierte en un personaje anodino, sin nada especial que la caracterice, al igual que ocurre con el Barbanegra de Hugh Jackman.


El debutante Levi Miller resulta ser un Peter Pan competente, mientras que Garrett Hedlund es quien le pone más ganas, pero por desgracia para él, continúa una inmerecida mala racha a la hora de buscar franquicia cinematográfica, tal y como le ocurrió con Tron: Legacy. El origen de la enemistad entre Peter Pan y Garfio, reservada para esa secuela que nunca llegará, habría sido una historia más atractiva que la que vemos aquí, en la que las virguerías visuales de Wright son encomiables pero acaban agotando por acumulación. Al menos, es razonablemente entretenida, y debería servir para que en los despachos de Hollywood se lo piensen dos veces antes de invertir millonadas en refritos tan descaradamente inanes.

5'5/10

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