28/6/11

El rincón de Chechu: Triste olvido

"Somos lo que somos porque fuimos lo que fuimos."

Arturo Pérez-Reverte.

Yo recuerdo cuando me sentaba en el salón a escuchar tus pasos, cuando las zapatillas rojas se movían por la cocina y yo las oía desde el sofá, sabiendo que estabas allí y que te amaba y que no me hacía falta mirarte para sentirte. También recuerdo las tardes lluviosas en que te volvías loca por la calle y me gritabas desesperada, tengo guardado bien dentro el sonido de tu voz estallando contra los cristales del portal. O esa melena rubia que se encendía en la madrugada, en el asiento de atrás del coche, cada vez que sonreías y las farolas te iluminaban media cara y dejaban la otra media en penumbra, misteriosa, llena de magia, de la bondad que siempre derrochaste.

Poster Bicicleta cuchara manzana Hoy he visto Bicicleta, cuchara, manzana y he llorado. Es tal la tristeza que siento ahora que casi no puedo escribir. A pesar de todo permítanme, una semana más, hablarles desde la emoción y no tanto desde el cine. De lo que este documental transmite y de lo que tiene detrás, del enorme drama que recoge, de la sinceridad con que trata la desgarradora realidad de perder los recuerdos.

Pasqual Maragall fue alcalde de Barcelona y presidente de la Generalitat. Un político destacado de nuestro país, un hombre público, una cara, un personaje reconocido. Hace más de dos años comunicó a los medios que se le había diagnosticado Alzheimer y que haría todo lo posible para luchar contra la enfermedad; no únicamente por él, sino por todos los que quizá vayamos detrás. Bicicleta, cuchara, manzana es un seguimiento de su vida durante ese primer año y medio de diagnósticos, de crudeza, de apoyo familiar, de miedo y de lucha, sobre todo de lucha. De la vida de un hombre consciente de que pronto olvidará todo lo que fue.

Bicicleta, cuchara, manzana2 
Desde Barcelona a Nueva York, pasando por Buenos Aires, la India o Rotterdam, Carles Bosch y su equipo han hecho un trabajo de documentación incalculable. Han viajado a distintos países punteros en la investigación del Alzheimer y han entrevistado a los más reputados científicos: origen de la enfermedad, tratamiento, futuro. Uno de los doctores se refiere en varios momentos a ese mal como una epidemia que inundará hospitales y centros especializados; otros hablan de prevención más que de tratamiento; y todos se muestran conmovedoramente involucrados en la búsqueda de un remedio. Es sobrecogedor comprobar la cantidad de personas que dedican su vida y todos sus esfuerzos a mejorar la de los demás.

Bicicleta, cuchara, manzana3 
Sin embargo no es esto lo que destaca en el documental. Es, como antes dije, la emoción que despierta ser testigo de cómo Maragall olvida nombres –bicicleta, cuchara, manzana- que acaba de escuchar hace un minuto; de cómo escribe sus memorias en un último intento de rescatar los recuerdos, de mantener vivo con palabras lo que su mente va a dejar morir; del sufrimiento y de la entrega constantes de toda su familia, especialmente de su mujer; de la dolorosa certeza de que un ser querido está dejando de ser él. Levantarse cada mañana sabiendo que tu vida se desvanece pero tu cuerpo no, y que vivirás así durante años, porque como dice el propio Maragall, ‘no se muere de Alzheimer, se muere con Alzheimer.’

Poster El hijo de la novia Por otra parte, hay una película más que me gustaría mencionar hoy: acaba de venirme a la cabeza mientras escribo. Se trata de El hijo de la novia, de Juan José Campanella y protagonizada por Ricardo Darín, y cuenta la historia de un hombre cuya madre padece Alzheimer. Su padre, Héctor Alterio, vive para ella aunque apenas lo reconozca: va a la residencia todos los días, arreglado como un chiquillo, como la primera vez que la vio; le regala flores, la besa, la mima, sigue enamorado de ella a pesar de la crueldad con que a veces lo trata por la desinhibición propia de la enfermedad -también patente en el documental español- que hace a personas mayores, dignas, admirables sólo por el tiempo que han vivido, comportarse como niños. Irónica broma del destino.

El hijo de la novia 
Pero volviendo a Bicicleta, cuchara, manzana, señalaré lo bella y triste que es la última escena, con la cámara moviéndose sobre fotos de toda una vida, sobre los recuerdos que comienzan a desvanecerse sin remedio, mientras suena Procuro olvidarte y Maragall la canta por encima: 'lo que haría por no vivir así, por no sentirme así, perdido', para acabar con su rostro despreocupado inundando la pantalla y un preciso corte a negro que destapa las lágrimas del que mira.

Bicicleta, cuchara, manzana

Antes comencé escribiendo recuerdos: son reales, todos los he vivido y todos los guardo en la memoria. Pienso en aquellos momentos y en las mujeres que los provocaron, distintas, pasadas, buenas o no, pero que me hicieron ser lo que soy y me enseñaron por encima de todo. Imagínense que llegue un día en que lo que nos ha traído hasta aquí va desapareciendo poco a poco, irremediablemente, hasta despojarnos de nuestra memoria y por tanto de nuestra identidad. Y todo lo que somos, lo que fuimos, se diluye en un mar de niebla que ya nunca nos abandona. El abrazo de una madre, las manos fuertes de un abuelo, los hijos casándose, los nietos naciendo, el primer beso de la mujer soñada. Nada más efímero que el presente y nada más bello que el pasado; por desgracia nadie sabe si morirá recordando o si morirán antes sus recuerdos, si será uno mismo el que muera o un completo desconocido. Tan duro es ese horizonte, tan triste es el verdadero olvido.

3 comentarios:

Cristina Riveira dijo...

Tan triste, es verdad.
Mientras leía tu artículo recordaba un spot publicitario buenísimo de este año: una persona daba abrazos a la gente en la calle y la gente se mostraba sorprendida porque no conocían a esa persona, y les decía: "¿pero es que no me conoces? soy yo...¿no te acuerdas de mí? Luego cuando veía que la gente se mostraba contrariada les entregaba una tarjeta que ponía algo así como: "esto es lo que siente una persona con alzeimer" y pedían una ayuda para la asociación contra el alzeimer. Me pareció una publicidad excelente.
El documental me emocionó, es muy bueno.

Raquel E. Mediavilla dijo...

Lo cierto es que es una de las enfermedades que más aterra en el mundo. Supongo que mientras uno sepa quién es, aún sigue existiendo, si no siempre existirá en los demás.

Yo lo viví más de cerca y es algo realmente impresionante, asusta.

En cuanto a las películas... otras dos pendientes de mi infinita lista.

David_verde dijo...

En cuanto vi que ibas a hablar de esta película fui a buscar a mi carpeta de "descargas" la canción de Mayte Martín, supongo que ya la habrás escuchado varias veces después de ver la película. He tenido que volver a ver la escena final de la que hablas. De lo mejor de este año.