2/4/20

O.C: El hombre invisible (1933)

¿De qué va?: El científico Jack Griffin descubre en el laboratorio del doctor Cranley una droga que le permite ser invisible, pero que también afecta a su agresividad. Así, Griffin se convierte en un potencial asesino, favorecido por la posibilidad de estar oculto sin que nadie lo sepa. Por su parte, Flora, la hija del doctor Cranley, empezará a estar preocupada por toda la situación.

Reputación: La adaptación cinematográfica de la novela de H.G. Wells fue encargada en un principio al director Cyril Gardner, pero fue posteriormente reemplazado por Jame Whale, al que le avalaba el éxito cosechado por El doctor Frankenstein (1931). Precisamente Boris Karloff, que había encarnado al monstruo en aquella película, fue la primera opción de Universal para dar vida a Griffin, pero finalmente rechazó el papel por una disputa con Whale que acabó con su relación tanto personal como profesional; poco después fueron obligados por el estudio a trabajar juntos en La novia de Frankenstein (1935), pero se comunicaban a través de otros actores que hacían de mensajeros. El director decidió que quería a alguien con una voz más “intelectual” que la de Karloff para dar vida al hombre invisible y acabó decantándose por Claude Rains, después de escuchar una prueba de casting suya que se estaba reproduciendo en otra habitación. Por aquel entonces, Rains era un actor de teatro que solo había participado en una película muda; el éxito de El hombre invisible le catapultó a la fama, pese a que su rostro solo aparece en pantalla unos pocos minutos.


El responsable de los efectos especiales, John P. Fulton, recurrió a diversas técnicas para crear el efecto de invisibilidad, tales como stop motion, doble exposición y cables. Una de las técnicas consistía en vestir a Clause Reins de terciopelo negro bajo los vendajes y la ropa y filmarlo frente a un fondo negro. Estas escenas eran luego combinadas con las tomas donde aparecían los demás actores y la escenografía. El resultado consiguió el beneplácito de H.G. Wells, siendo lo único que no le gustó que el protagonista pasase de ser un científico brillante en el libro a un lunático en la película. Como todas las películas de monstruos clásicos de Universal, se realizaron varias secuelas además de diferentes revisiones, caso del reciente remake a cargo de Blumhouse.


Comentario: Es verdaderamente admirable lo bien conseguido que está el efecto de la invisibilidad para ser una película de la primera mitad del siglo XX. Son los efectos especiales y la interpretación de Claude Rains, que compone todo el personaje y su locura creciente únicamente con la voz, lo mejor de una película que sacrifica el terror en favor del lucimiento del poder del protagonista, dando bastante cancha a escenas cómicas, como aquellas en las que vacila a sus perseguidores. Sin la belleza gótica de El doctor Frankenstein pero con un resultado más solido que El hombre lobo (1941), El hombre invisible es bastante amena y curiosa, pero no deja de ser otra historia sobre los peligros que encierra el ser humano cuando juega a ser Dios, pero exento de un enfoque terrorífico que le podría haber sentado bastante bien.

Próximo visionado: El infierno del odio (1963)

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