
Cohen y su co-director, Jemaine Clement, son los creadores de Flight of the Conchords, una serie de culto demasiado alienada incluso para la HBO, que sólo le concedió dos años de vida. También tiene algo de televisiva Lo que hacemos en las sombras, pues está rodada como un mockumentary (sátira llevada a cabo empleando las técnicas del género documental), un formato que se ha puesto de moda gracias a series como The Office, Parks and Recreation o Modern Family. La gracia de la película reside en abordar la figura del vampiro, un personaje tan mitológico, seductor y misterioso, como si fuera un tipo de treinta y largos, no especialmente triunfador en la vida ni puesto en las nuevas tecnologías, que aún sigue viviendo con sus colegas, con los que se pelea para ver quién es al que le toca fregar los platos esta vez.
Puede parecer una chorrada, pero lo cierto es que el invento funciona a las mil maravillas y es capaz de agradar tanto a los fans de los vampiros (que tengan sentido del humor) como a sus detractores. Lo cierto es que no se conforma con ser una parodia del universo vampírico, pues su trama, de desarrollo original y sorprendente, se acerca más a las comedias sobre hombres con síndrome de Peter Pan, en las que la camaradería entre colegas está por encima de todo lo demás. No encontrarán por ahí vampiros tan entrañables como esta cuadrilla, que producen una ternura semejante a la del reparto de Parks and Recreation, incluso cuando están cargándose a su nueva víctima. Lo que hacemos en las sombras es una de las películas más genuinamente divertidas del año, y una opción perfecta para pasar la noche de Halloween en grande.
8/10
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