14/10/15

O.C: Dieciséis velas (1984)

Poster 16 candles¿De qué va?: Es el dieciséis cumpleaños de Samantha Baker, pero toda su familia se ha olvidado porque está muy ocupada con la boda de su hermana del día siguiente, que además ha llenado su casa de parientes extravagantes. Para colmo, está enamorada del chico más popular del instituto, que ignora su existencia, mientras que, a su vez, el menos popular está pillado por ella.

Reputación: Tras cinco años trabajando como guionista, John Hughes debutó en la dirección con con Dieciséis velas, y con ella empezó un ciclo de comedias adolescentes de los 80 a la que le siguió La mujer explosiva (1985), El club de los cinco (1985) y Todo en día (1986), cuyo alcance social le valió a Hughes el título de rey del cine ‘teen’. A Hughes le costó tanto escoger a los actores principales de la película (Laura Dern, Viggo Mortensen y Jim Carrey hicieron pruebas para los roles protagonistas) que al final contó con los elegidos en varias ocasiones posteriores, sobre todo con Anthony Michael Hall, presente en todas sus películas juveniles. Molly Ringwald estuvo a punto de perder el papel de Samantha por Ally Sheedy, con la que acabaría trabajando en El club de los cinco. A finales de 2003, USA Network anunció una secuela para televisión que se llamaría Treinta y dos velas y que nos mostraría las vidas de los protagonistas ya crecidos, pero nunca llegó a concretarse nada. La propia Ringwald llegó a afirmar que una secuela sería un riesgo innecesario de empañar el recuerdo de una película tan querida. Por cierto, la tarta de la icónica escena final estaba hecha de cartón.

Sixteen candles

Comentario: Vista ahora, Dieciséis velas puede parecer una película ingenua, muy vista y pasada de moda, pero eso es porque todo el cine juvenil americano de los 80 y los 90 se construyó a partir de ella; unas estuvieron más acertadas que otras, pero pocas lograron captar el drama adolescente y sus ansias de rebeldía como lo hizo John Hughes, que supo hablar a la chavalada a través de sus películas ‘de tú a tú’, sin superioridad moral ni tratándolos como idiotas, y con una selección musical siempre perfecta. Se le pueden achacar varias cosas a la película, como el rol testimonial que ejerce el galán de la película, superado ampliamente por la energía y el carisma del friki impopular, o que en el último tramo de la película, su heroína (otro acierto, una chica normal y fácilmente identificable, no una Barbie) quede relegada a un segundo plano, pero aún a día de hoy, Dieciséis velas resulta una película muy entrañable y simpática, de agradable visionado, y que culmina con una de las escenas más románticas y emblemáticas del cine ochentero.

Próximo visionado: Las bicicletas son para el verano (1984)

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