7/1/21

O.C: Madame de… (1953)

¿De qué va?: Cuando una aristócrata vende un par de pendientes que le regaló su marido para pagar algunas deudas, desencadena una reacción en cadena de consecuencias financieras y carnales que solo pueden terminar en tragedia.

Reputación: Aun siendo una adaptación cinematográfica de la novela homónima de Louise de Vilmorin, el guion conserva poco del relato original más allá de los pendientes que desencadenan la acción. La idea inicial de su director y co-guionista, Max Ophlüs, consistía en que cada escena tenía que ser grabada a través de espejos, algo que los productores rechazaron tajantemente. Tras la mala experiencia del rodaje de La ronda (1950), Ophlüs tenía la determinación de dejar todo atado en la preproducción y mantenerse en el presupuesto y en el calendario previsto; tanto fue así, que concluyó la película antes de lo previsto y ahorrando costes. El admirado director Vittorio De Sica interpreta al Barón en el film, un papel que fue escrito con él en mente. Aún así, Ophlüs se sentía al principio demasiado avergonzado de darle indicaciones, pero acabaron haciéndose amigos durante la grabación. Aunque la recepción inicial de la crítica americana fue algo fría, con el tiempo Madame de… ha pasado a estar considerada como una de las obras maestras del cine francés de los años 50. Fue la película favorita del mismísimo Stanley Kubrick.

Comentario: Al igual que el grueso de la filmografía de Ophlüs, Madame de… gira en torno a la hipocresía burguesa, al vacío existencial de una vida aburrida y acomodada. El matrimonio protagonista es dinamitado por un MacGuffin en forma de pendientes que pasan de unas manos a otras destapando las mentiras y las relaciones románticas que la pareja mantiene en secreto hasta desembocar en un explosivo triángulo amoroso. Ophüs vuelve a mover la cámara con suma elegancia a través de los escenarios donde se desarrolla la acción como  side un vals se tratara, mientras que Danielle Darrieux, Charles Boyer y Vittorio De Sica están maravillosos como los vórtices del susodicho triángulo. Sin embargo, la trama y las circunstancias trágicas de sus personajes no consiguen arrebatarme al nivel de Carta de una desconocida (1948), la auténtica obra maestra de Ophlüs para quien esto escribe.

Próximo visionado: La noche (1961)

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