25/9/19

O.C: La mujer del aviador (1981)

¿De qué va?: François es un joven estudiante que se queda devastado cuando descubre que su novia le está engañando con otro. Para descubrir por qué lo ha hecho, decide espiarle a él con la inesperada ayuda de una adolescente que conoce por casualidad.

Reputación: Tras completar su serie de cuentos morales en 1972 con El amor después del mediodía, Éric Rohmer dedicó el resto de la década a filmar adaptaciones de libros históricos: La marquesa de O (1976) y Perceval le Gallois (1978). Al comienzo de la década de los 80, el director volvió a escribir su propio material y con La mujer del aviador (La Femme de l'aviateur) dio inicio a una serie de películas titulada Comedias y proverbios, siendo “Es mejor no pensar en nada” el proverbio que acompaña a esta historia. Durante una retrospectiva que se dedicó a su obra en la Filmoteca francesa en el 2004, Rohmer declaró que la inspiración para el film le vino de recuerdos de su juventud; aunque a menudo le decían que en la cinta mostraba relaciones modernas, él la había escrito en el año 1945. El rodaje se llevó a cabo en escenarios reales de París, como el parque de Buttes Chaumont, donde Rohmer había rodado en el año 64 su cortometraje Nadja à Paris. La nota trágica viene por su actor protagonista, Philippe Marlaud, que con 22 años murió pocos meses después del estreno de la película, en un incendio que se produjo en su tienda de campaña.


Comentario: Recientemente, me vi forzado a hacer maratón de películas de Rohmer dado que muchas abandonaban el catálogo de Filmin. No todas sus historias me encantan pero sí que me siento confortable rodeado de sus personajes, elocuentes a la hora de describir sus sentimientos y resabidos en el amor, aunque en la mayoría de las ocasiones fracasen estrepitosamente. Es lo que tiene formar parte de películas basadas en proverbios. En el caso de La buena boda (1982), era de esperar que el plan de la protagonista de casarse pronto sin tener pareja no iba a ser muy exitoso, lo mismo que le ocurre a la heroína de Las noches de la luna llena (1984) al conservar su piso de soltera pese a haberse mudado con su novio para no ser privada de su libertad. En La mujer del aviador, lo más divertido se produce cuando entra en escena Lucie (Anne-Laure Meury), una pizpireta adolescente que se lo pasa pisa acompañando a François espiando al ex-novio de su pareja y a una chica misteriosa mientras hacen conjeturas desde la distancia de lo que puede estar pasando entre ellos. La moraleja no puede ser más sencilla pero nunca la terminamos de aprender: no hay que comerse mucho la cabeza, que las cosas no suelen ser como las imaginamos. Las historias de Rohmer parecen anécdotas de lo sencillas que son, pero su gran valor reside en las lúcidas reflexiones que surgen a raíz de los vaivenes sentimentales que plantean, tan vigentes entonces como ahora.

Próximo visionado: ¡Jo, qué noche! (1985)

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