26/3/20

O.C: El imperio de los sentidos (1976)

¿De qué va?: Tokio, 1936. Sada Abe es una ex prostituta que ahora trabaja como servidumbre de un hotel. Allí conoce al propietario del hotel, Kichizo Ishida, con el que comienza un romance apasionado que evoluciona a una fuerte obsesión sexual por la que los dos serían capaces de renunciar a todo, incluso a la vida misma.

Reputación: Basada en un hecho ocurrido en Japón en la década de 1930, el explícito contenido sexual de El imperio de los sentidos (Ai no korîda) impidió que su producción finalizara en Japón debido a sus estrictas leyes de censura. Su director, Nagisa Ôshima, decidió registrar la película como francesa y pudo terminar su edición en el país galo. En su estreno en Japón, las escenas sexuales fueron censuradas y a día de hoy sigue sin editarse la versión íntegra en el país del sol naciente. Tras su premier alemana en la Berlinale, la película fue confiscada por las autoridades por presunta pornografía. Sin embargo, 18 meses después, un tribunal federal permitió su exhibición en cines sin cortes.  La demanda para ver el film en el festival de Cannes fue tan alta, que se organizaron 13 pases, algo que no ha conseguido ninguna otra película en la historia del festival. Ôshima fue acusado en Japón por obscenidad por publicar el guion de la cinta, pero fue absuelto tras un juicio que se prolongó durante 4 años. Los actores protagonistas también sufrieron represalias: Eiko Matsuda acabó mudándose a Francia tras sufrir un trato hostil por parte del público japonés, mientras que Tatsuya Fuji consiguió reanudar su carrera tras un período de dos años sin recibir oferta alguna.


Comentario: En el videoclub donde trabajé durante varios años no había sección de cine X, así que la gente que se quería llevar a casa algo “calentito” acababa decantándose por 9 Songs (2004) o El imperio de los sentidos. Ahora que por fin he visto la película japonesa entiendo por qué tenía tanto éxito... pero solo hasta cierto punto. Si bien es cierto que la película muestra sexo explícito de forma insólita para el cine no X, me cuesta creer que alguien pueda sentir excitación tras los primeros 30 minutos, cuando la relación de los protagonistas se torna más turbia y obsesiva, desembocando en ese torbellino donde el sexo y la muerte se entremezclan hasta alcanzar un clímax conjunto. No me ha escandalizado porque a estas alturas pocas cosas lo consiguen, pero tampoco me ha gustado especialmente porque es cutre en el apartado técnico, innecesariamente desagradable en algunos momentos, como cuando él abusa de las criadas mayores que pasan por ahí, y monótona a lo largo del nudo de la historia. Pero ahí sigue, 44 años después, como un clásico del cine erótico.

Próximo visionado: El hombre invisible (1933)

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