7/4/14

El rincón de Chechu: Volver

Hay un poema de Luz Pozo Garza que hace años leí en un libro de mi padre, un poema que brillaba en medio de aquella antología, pequeño, corto, casi desmayado hacia el final de una de las páginas centrales, y recuerdo que lo copié a mano en una libreta y más tarde volví a él tantas veces, lo utilicé para dedicar una novela que regalé hace mucho tiempo a una persona ya olvidada, viajó conmigo y creí saberlo y tenerlo dentro para siempre como ese de Pimentel donde un niño caza pájaros para pincharles los ojos con un alfiler, soltarlos y ver y oír cómo se estampan contra el muro de su jardín.

Pez

Esta noche tuve la peor pesadilla de mi vida, soñé que me moría. Era una muerte agónica, yo tumbado en la cama de un hospital y mi familia a mi alrededor, yo sabía que me faltaba muy poco tiempo y de pronto noté la muerte como ahogándome, supe que ya eran mis últimos minutos, agarré el brazo de mi madre que estaba junto a mi cama y empecé a respirar muy fuerte como un pez sobre la arena que se muere, miraba hacia la pared blanca de enfrente y solo respiraba más, aferrándome a esa habitación e intentando aguantar otro segundo allí, y el terror ante lo desconocido que se avecinaba me atenazó los músculos y me nubló la mente y la memoria hasta que no supe más que respirar entre estertores y fijar la vista en la pared del hospital, temblando de miedo ante qué, se me iba todo ya, qué sería de mí, hacia dónde iba, existiría el infierno o la otra vida, intenté recordar mi infancia en un último intento por morir dulcemente pero no pude, de pronto se me paró el corazón y lo último que pensé, temblando hacia la negrura, fue que estaba solo y aterrorizado, como un niño ante la noche sin la presencia de sus padres.

Persianas

Todavía estoy asustado después de la pesadilla: fue un sueño de los que perduran y que ya nunca podré olvidar, el más vívido de todos extrañamente, morir y ese temor abismal, el silencio y la nada. Estuve despierto varias horas, vi amanecer a través de los huecos de la persiana y para tranquilizarme empecé a recordar poemas y canciones y a recitar mentalmente, un truco que aprendí hace un tiempo para mantener la calma. Entonces llegué sin saber por qué al poema de Luz Pozo, cómo era aquel poema de Luz Pozo, ese que brillaba en la antología, ese pequeño y desmayado, cómo empezaba, qué verso era el primero, ¿y el último? No fui capaz de recordar una sola palabra de aquel poema que copié en la primera página de una novela. ¿Pero qué novela? Estuve varios minutos evocando imágenes: la página de la antología donde estaba el poema, el contorno tímido de sus versos, de sus dos estrofas; mi letra a bolígrafo azul escribiendo letra a letra el poema en la primera página de una novela… ¿o era otro libro de poemas? Desesperado, intenté recordar lo más sencillo: a quién le había regalado el libro. Supe que a una mujer, pero me fue imposible recordar a cuál, a cuál de las dos o tres personas de las que me he enamorado, nada, no hay recuerdos, a quién, no puedo recordar y he soñado que me moría y al morir no podía recordar.

Tarkovsky

Tarkovski pensaba que lo único que existe es el pasado porque el presente se nos escapa entre los dedos. Nuestra vida real es el tiempo recobrado. Yo estoy de acuerdo con él, con su alma de poeta que buscó incansablemente el tiempo perdido para poder vivir. Cogí los cascos entonces y empecé a escuchar a Luz Casal, No me importa nada, Piensa en mí, Entre mis recuerdos, Un año de amor, Negra sombra. Y cuando llegué a Negra sombra, ya en total melancolía, comprendí que realmente estaba muriendo aquí en mi cama porque morir es olvidar el pasado.

Negra sombra

El miércoles volveré a casa después de varios meses. He olvidado el poema de Luz Pozo. Cuando llegue, cuando abra la puerta, cuando vea el pelo blanco de mi padre que una vez me dejó aquella antología y tantas otras, su pelo blanco cada vez más blanco, le daré un abrazo a sus hombros tan fuertes e igual se me escapa una lágrima antes de volverme y bajar las escaleras hacia la biblioteca, antes de buscar el libro donde está el poema de Luz Pozo que olvidé y que encontraré para recordarlo y recordar qué libro dediqué y a quién, para no morirme desmayado como el poema en la ola del tiempo o en una cama amanecida, después de soñar mi muerte que no es más que la muerte del pasado. Siempre es mejor el verso aquel que no podemos recordar, cantaba El Cigala. Perdóname, Cigala: yo protesto. Y el miércoles vuelvo a casa a recobrar el tiempo y la vida, y a ver a mi padre cumplir cincuenta y cuatro años ya, con su pelo blanco y sus hombros fuertes que llevan sobre ellos el peso de toda una vida y de tres hijos que a partir de ahora nunca volverán a olvidar un poema.

A mi padre.

2 comentarios:

Chechu dijo...

Os teus paxaros choven miudiño
sobor das miñas arbres, e tamén
sobor distes meus beizos que che cantan.
Eu fago conta de que son de terra,
ou son unha silveira no teu colo,
na túa beira de ar e peixes louros.
Recibindo o sabor da tua paisaxe,
húmidas aves, novas, do teu peito,
eiquí estóu, meu amor, eiquí me choves.

"O paxaro na boca", Luz Pozo Garza.

LOLI dijo...

Luz Pozo Garza emociona sempre.Hoxe eu pasei o día remoendo La lluvia.