¿De qué va?: En un futuro posnuclear marcado por la escasez de combustible y el desorden social, Max Rockantansky trabaja como policía de una patrulla que vigila la seguridad en las autopistas. Tras acabar con un peligroso delincuente conocido como Jinete Nocturno durante una persecución, la banda del difunto jura vengarse creando el caos allá por donde pasa.
Reputación: Con 350.000 dólares de presupuesto reunidos gracias a su trabajo como doctor de urgencias, George Miller rodó esta pequeña película, inspirada en 2024: Apocalipsis nuclear – Un muchacho y su perro (1975), en su Australia natal, convirtiéndose en un inesperado éxito mundial, con más de 100 millones de dólares de recaudación y dando pie a dos continuaciones, El guerrero de la carretera (1981) y Más allá de la cúpula del trueno (1985), a las que hay que sumar ahora Furia en la carretera (2015). El nombre del protagonista, Max Rockatansky no sólo viene dado para hacer el juego de palabras del título, sino que brinda homenaje a Carl Freiherr von Rokitansky, un médico que se hizo famoso por su investigación sobre extracción de órganos de cadáveres, llegando a realizar unas 30.000 autopsias a lo largo de su vida.
Mel Gibson fue el absoluto protagonista de la trilogía original, y eso que sólo acudió al casting para acompañar a un amigo que sí se presentaba. Como había participado en una pelea de bar la noche anterior, tenía la cara llena de moratones y heridas, un aspecto que a Miller le pareció perfecto para la película, así que le citó para una audición tres semanas después; al verlo sin magulladuras, fue incapaz de reconocerlo. Cuando terminó la filmación, catorce vehículos habían sido destruidos producto de las escenas de acción, incluyendo una furgoneta propiedad de Miller. En el momento de su estreno, la audiencia americana no estaba familiarizada con el acento australiano, así que para prever un fracaso en taquilla doblaron toda la película al estilo yanqui. La película fue calificada en España como S, otorgado a las películas con pornografía blanda o violencia muy explícita.
Comentario: Como toda obra de culto que se precie, Mad Max, salvajes de autopista es una singular, extraña e imperfecta película con un entusiasta grupo de fans y otro de detractores indiferentes. El peso de la trama va pasándose de personaje a personaje como una carrera de relevos hasta que llega a Max, siendo la película un preludio de sus aventuras posteriores, ya que nos cuenta por qué se convierte en ese trotamundos solitario que echa una mano a quien lo necesite allá donde va. La secuela mejora al original en todos los aspectos: acción, narrativa e incluso contexto, aprovechando mejor las condiciones extremas de este mundo distópico (en la primera casi no da sensación de apocalipsis), pero manteniendo el esqueleto de western y el fetichismo por los vehículos y los personajes exagerados sin incidir tanto en el histrionismo. Todo apunta a que su continuación tardía es la mejor de la saga con diferencia.
Próximo visionado: Los chicos (1959)
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