29/2/12

El rincón de Chechu: Falso día de sol

Para qué vivimos. Cuál es nuestro objetivo. Nacemos envueltos en sangre, de forma natural, arrancamos el primer llanto, que enciende los pulmones crudos, retorcemos los brazos y las manos diminutas de la misma forma, llegamos al mundo, en fin, como animales, venimos de las entrañas y la oscuridad y salimos a la luz difusa de un día más, de cualquier día, de un sol antiguo que siempre ha sido el mismo. Sobre la tierra, crecemos y mamamos la leche agria de un pecho más, de cualquier pecho, nos acurrucamos bajo el calor humano de una piel y de unas telas, de ojos profundos que miran, que miran y nos envuelven y nos protegen, los sonidos comienzan a surgir de sueño en sueño, de párpado en párpado, hasta que pasamos más tiempo en ellos y al final somos un baúl de sonidos y somos un baúl de imágenes y parpadeos que nunca recordaremos pero que conformarán nuestro sentido primario y nuestro subconsciente, nuestra hoja de ruta, al fin, que siempre llevaremos dentro.

Alexander Supertramp

Alexander Supertramp fue un hombre, solamente un hombre. Tuvo sus vivencias, y su experiencia lo marcó a base de leche agria y a base de ruidos, a golpe de cincel y martillo metálico, de fugaces párpados color verde, y llegó a un punto en su vida en que todos los ocasos vividos le llevaron a romperse —rómpete, humano—, a convertirse por fin en sí mismo, en otra persona, en una persona. A tener el valor de decir en voz alta quién era, o de preguntárselo, y de arrancar al camino —On the road— para arrancarle al mundo la respuesta correcta, el zumo de los siglos.

Into the Wild3

Qué hizo este hombre para ser quien fue. Cómo llegó hasta el punto de no retorno, y decidió lanzarse a sentir los árboles, el frío, las piedras y las gentes que viven sobre ellas. Nadie lo sabe, nadie puede sentirlo. Una infancia sin llantos, un regalo muy caro, discusiones rotas en la monotonía, la falta de un beso o el exceso de abrazos, el cariño desmesurado o la esterilidad de una gran casa, de una gran carrera, de unos grandes beneficios económicos. El caso es que quemó todo lo que era —lo que poseía: ser es sólo tener, siglo veinte— y abandonó su coche marrón, color tierra seca, los verdes párpados artificiales que de tan niño conoció, a una tormenta de arena y de agua que fue el principio de su vida real.

Poster Hacia rutas salvajesRompió sus zapatos, descosió sus camisetas, gastó los pantalones de almacén hasta que no le quedaron otros, y siguió caminando los días lentos y los días pasados. Emile Hirsch en la pantalla, encarnando al hombre, abrió los brazos en lo alto de una montaña, durmió al raso bajo el cielo negro, fluyó con el río hacia el sur, de norte a sur, y remontó los desiertos hacia el norte, de sur a norte, sin brújula ni sentido, sin pensar ni producir, solamente sintiendo y respirando el aire que está desde antes que nosotros. Conoció personas, recogió cosechas, apiló paja sobre la madera, hizo el amor a mujeres del camino, habló con hombres y con niños desconocidos hasta que los conoció y los quiso, ayudó a viejos solitarios a encontrar la cima de sí mismos y a ver quizá su propio vacío después de los recuerdos.

Hal Holbrook

Y tenía un sueño, que era el norte, y lo alcanzó a pura piel mientras tuvo fuerzas para hacerlo, porque llegó al bosque y a la nieve y al río crecido, y mientras la tierra le dio lo que necesitaba tuvo los tendones duros, los músculos preparados y tirantes, igual que los tuvieron tantos antes que él, tendones, pieles duras, proteína olvidada en el paso de los plásticos y los metales fríos. Fue feliz en su soledad, aunque no era realmente soledad porque compartió las mañanas y las tardes con otras gentes, y al final su meta era despojarse de todo, y para cumplirla tuvo que sufrir y darse cuenta de que Happiness only exists when shared. Pero llegó hasta allí para saberlo. Lo leyó en un libro en el momento adecuado, un libro, compañero de compañeros, voz interior de otro siglo y otros hombres dentro de uno mismo. Murió poco después, asfixiado por su propia ignorancia natural, o más bien por el mundo que le había tocado vivir hasta que empezó su verdadero camino, por esa amalgama eterna y horrible de dineros y de falsedades, y de comodidad básica en una cama caliente, porque no conocía bien las plantas, y no distinguió el veneno de la fuerza, y murió junto a un recuerdo de donde venía, ese autobús ajado, convertido en el salvaje que era y que tuvo que descubrir, esa tierra en la que crecen hierbas.

Into the Wild5

Gran película Into the Wild. Gran historia, inmortal mensaje de lucidez y vuelta atrás, de orígenes y destino, de naturaleza e identidad. La veo siempre que puedo, una, dos, tres veces, en medio de este caos que somos y en el que vivimos. Hoy la he recordado muy fuerte porque en Salamanca hace sol, calienta el aire y la gente come sobre la hierba bocadillos frescos hechos de pan, mirando un cielo limpio y lejano. Sintiéndose en armonía con el mundo, sintiendo la felicidad detenida y revelada en el clima, este calor, esta alegría de luz en medio de la ciudad. Sin embargo, yo siento que todo es artificial, que nadie ya disfruta realmente el aire cálido en la piel, que nunca nadie se sentaría junto a un matorral descuidado y lleno de tierra, porque hay que tener luego un suelo limpio que pisar, una ducha blanca en la que quitarse el sudor, un ordenador con el que pasar las horas y una bombilla sobre la cabeza que sustituya a la noche, al sol, a ese sol antiguo que ahora es tan sólo un sol de ocasos olvidados.

2 comentarios:

Raquel E. Mediavilla dijo...

Haces volar.

Hay que buscarse a uno mismo, eso es lo que todos deseamos y lo más difícil.

Pero no creas que eso a lo que tu llamas felicidad detenida es pura artificialidad. Para mi ese sol es real, el que me sonroja las mejillas con su calor, el que me hace querer estar lejos de esas paredes de ladrillos, plásticos y metales.

Adoro ésta película.

Lotto dijo...

Una película que hace pensar,que muestra la belleza de la naturaleza y lo dura que es.
En mi opinión la banda sonora es buenisima.